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viernes, 19 de enero de 2007

LA BUROCRACIA REVOLUCIONARIA // Por: Sammy Landaeta Millán

Es saludable para la Nación, que se sancione un instrumento legal para regular los sueldos y emolumentos, de los funcionarios públicos. Pero es insólito que después de ocho años de nefasta gestión, Hugo Chávez se nos muestre, como el marido burlado, que resultó ser el último en enterarse, de las “infidelidades presupuestarias,” de sus compañeros, partidarios, colaboradores y allegados de la revolución bolivariana.
La situación política lejos de mejorar la estabilidad económica de la Nación, agudiza la “duda,”con el encendido verbo de los “amos del valle.” Se acrecienta la incertidumbre, la falta de confianza en la administración del Estado. Nos encontramos en una ausencia total de credibilidad. Sus acciones, pueden conocerse hoy, pero sus intenciones ser otras mañana. La cuestión causa insomnio, miedo, temor y desasosiego en la población. Hay alteraciones en la bolsa de valores y fluctuaciones en la paridad cambiaria de la moneda nacional. Pero por parte, el presidente adelanta una campaña de “demoler los privilegios del Estado burgués,” sustentado en el argumento falaz, del descubrimiento reciente, de los grandes sueldos y el despilfarro generalizado. Cuestión que al parecer, excluye la investigación de la corrupción de grandes jerarcas revolucionarios.
Se nos trata de aderezar el manjar socialista, con la “eliminación de prebendas” para también solapar la dudosa “reelección” del comunista investido de presidente. Parecería que es una necesidad establecer un “tope de los sueldos de los funcionarios públicos.” ¿Por qué tan tarde? Ya los inescrupulosos revolucionarios llenaron sus arcas particulares y en sus haberes ostentan cuantiosos bienes en el ámbito mundial. Quizás no es el salario el elemento que ha hecho el “milagro revolucionario” de convertir a modestos ciudadanos en “boliburgueses.” El lente fotográfico debió estar dirigido hacia la adjudicación de contratos a dedo, la obtención de jugosas comisiones, los “servicios oficiales” al interior y exterior del país. El pago de trasporte aéreo y terrestre de un privilegiado grupo de “ayayayeros” que se encargan de corear: “Así, así, así es que se gobierna” o la movilización nacional o internacional de los "juglares del proceso" que difunden en el culto a la personalidad, mediante la torva: “Uh, ah, Chávez, no se va.”
Hugo Chávez dirige el dardo de la responsabilidad del mal uso presupuestario al “estado burgués capitalista.” Para muchos esa concepción de la realidad, es inaceptable porque evidencian que la revolución socialista está sostenida e integrada por un conjunto de resentidos sociales y políticos que pasan la factura a todos los venezolanos, bajo un disfraz de “peregrinos de la esperanza.” Estos instan a los demás a subsistir ante las inclemencias del hambre, la desnudez, la falta de transporte y empleo, por la preservación de la revolución, mientras ellos disfrutan sus costosos automóviles, camionetas, autobuses ejecutivos, yates y aviones. Ostentan mejores viviendas y bondades que marcan una distancia abismal con las posibilidades económicas de aquel, que cuando la ocasión le demandaba vestir un traje formal de civil, lo acompañaba con la camisa del uniforme militar, porque no tenía otra posibilidad. Pero eso es cosa del pasado. Hoy posee 100 costosísimos trajes gracias a Dios, y a la riqueza del Estado.
Quien se conduce como dueño y amo de la Nación, insta a fomentar una cultura de “igualdad y solidaridad”. Sabe que en la mayoría de sus colaboradores no hay tal conocimiento, empezando por él, porque no abandona el buen comer, vestir, el suntuoso hotel y el flamante Airbus de uso presidencial. Por otra parte, la solidaridad que en ellos radica, se manifiesta en permitir a “los comunes” a que ocupen el palco presidencial en el Teatro Teresa Carreño o tratando de transferir migajas, sobras y restos de alimentos a sus semejantes y opositores, para mantener su imagen falsa, de benefactores. No basta con que Hugo Chávez mande a retirar el agua del presidium de los actos presidenciales y políticos. Se hace necesario que también retire los arreglos florales y adornos que desangran al país por los altos costos, en que incurre la presidencia en su simbiosis letal, con la revolución socialista, de su lamentable mandato.
La revolución se convirtió en una burocracia político social de hecho, ejercida de derecho y “a conciencia.” Sus acciones se basan en la “represalia, la venganza y el revanchismo político,” por el control de los recursos del Estado y la participación del festín bolivariano. Sus partidarios, “complacen al rey” y no desaprovechan la oportunidad de retratarse con el “elegido” para exhibir la foto en la sala de su residencia o preferiblemente en la oficina, para demostrar su “enchufe revolucionario.” El latrocinio colectivo de las arcas del Estado y el ostento de altas remuneraciones no se controlan con un Decreto o Ley, sino que obedece a la designación de funcionarios de comprobada honradez, decencia, moralidad, virtud probidad y amor a la patria. Pero desdichadamente en el proceso bolivariano, “algunos” no poseen, esos atributos.
Para Hugo Chávez, la situación es “una obscenidad.” Pero no puede transferir la responsabilidad a sus antecesores. Es notorio que desde las altas esferas del poder del Estado se ha incentivado la corrupción y se usufructúa el patrimonio de la Nación. El libertinaje, el dolo, la estafa, el abuso, la rapiña, el atraco, el pillaje, el fraude, el despojo y la depredación, siempre ha estado de la mano, detrás y al lado del presidente.
Hay que “demoler las viejas costumbres,” de la “burocracia revolucionaria,” porque en esencia no son bolivarianos, marxistas, leninistas, maoístas, comunistas o socialistas del Siglo XXI. Simplemente, son unos “BANDIDOS.” Así se conducen, así se confunden y así se integraron a los miles de LADRONES que dilapidan el Tesoro Público Nacional y en Venezuela “por ahora.” Así se desgobierna.
“La disipación de las rentas públicas en objetos frívolos y perjudiciales; y particularmente en sueldos de infinidad de oficinistas, secretarios, jueces, magistrados, legisladores, provinciales y federales, dio un golpe mortal a la República”
Simón Bolívar
Coronel (AV) Sammy Landaeta Millán
Caracas 19 de Enero de 2007.