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lunes, 26 de octubre de 2009

¡Hasta cuándo! / Nazibolivarianismo / Por: Pablo Aure


¡Hasta cuándo!

Nazibolivarianismo

Por: Pablo Aure
 
Trataré de describir la locura que se ha hecho bautizar como “socialismo del siglo XXI” y que, como ya lo hemos dicho, no es más que un disparate cuyo único objetivo es destruir nuestra patria. Es mentira que el líder del proceso quiera hacer una patria grande. Lo que se ha propuesto es otra cosa, y eso pasa primero por la destrucción de todo, que en buena medida lo está logrando. Esto lo está alcanzando aplicando principios elaborados por ningún otro que Joseph Goebbels, ministro de propaganda de la Alemania Nazi, a quien hace alusión el título de hoy. Este hombre tenía una gran facilidad para comunicarse y de conducir al pueblo alemán a escenarios espeluznantes.
Investigando encontré que Joseph Goebbels orientaba todas sus actuaciones siguiendo 11 principios fundamentales. Y quiero que ustedes, amigos lectores, piensen y reflexionen sobre lo que está ocurriendo en nuestro país y comparen aquellos postulados maléficos de la Alemania de Hitler con lo que está pasando en los actuales momentos en la Venezuela de Chávez, porque no debemos engañarnos: esta Venezuela, muy a nuestro pesar, le pertenece a Chávez tanto como un botín robado está incuestionablemente en manos del delincuente.
1. Principio de simplificación y del enemigo único: “Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo”.
Como lo hemos vivido, Chávez identifica por un lado a los “revolucionarios”, y en la acera de enfrente, los “oligarcas”. Y “oligarca” representa a todo aquél que no se le pueda engañar fácilmente con populismo. El “oligarca” enemigo es imperialista y apátrida.
2. Principio del método de contagio: “Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada”.
Puntofijistas, frijolitos, rosalistas, pitiyankees, escuálidos, adecos, golpistas, terroristas, etc. En algún momento Chávez usó estos términos para referirse a todo disidente al mismo tiempo. Su motivación era simple: necesita nombres simples para sus enemigos. Sería demasiado complicado y contraproducente exponer la diversidad de ideas existentes en la oposición. Todos, según Chávez, se componen de la misma corriente, de la misma raíz, la cual él se asegura tenga una tacha negativa.
3. Principio de la transposición: “Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque: si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
De eso estamos cansados. No hay mejor ejemplo que ver el estado en que se encuentran los servicios públicos en nuestro país. Ya Chávez dice que no hay agua porque los ricos tienen piscinas y riegan el césped con el agua de los pobres. Me imagino que los jardines de La Casona o de Miraflores son artificiales, o no los riegan, o que las Hummers no las lavan nunca.
4. Principio de la exageración y desfiguración: “Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave”.
La constante alharaca de que nos van a invadir los gringos. ¿Quién se lo ha de creer cuando todo el petróleo se lo vende Chávez a Estados Unidos a precio de gallina flaca?
5. Principio de la vulgarización: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. (...)”.
Chávez lleva esto al extremo. No se limita a lo coloquial: llega al grado de grosero insultando a sus enemigos y burlándose con sorna.
6. Principio de orquestación: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
“Me quieren matar”. “Yo soy el pueblo”. Chávez se asegura de que, cuando alguna deficiencia de su gobierno empieza a salir a la luz, siempre haya un conveniente plan de magnicidio para llamar la atención, el cual no es en realidad un atentado contra su persona, sino contra el pueblo, a quien él supuestamente encarna.
7. Principio de renovación: “Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones”.
Para el momento en que la población ha asimilado una amenaza y se prepara a responderle, ya tenemos una nueva ley, un nuevo decreto, un nuevo exabrupto, o una “anécdota” que llega a la boca de todo el mundo haciendo olvidar lo anterior. Por ejemplo: ¿quién habla hoy de la Ley de Educación cuando el tema actual es la totuma y el baño de tres minutos de Chávez?
8. Principio de la verosimilitud: “Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias”.
Chávez y sus seguidores nunca indican de dónde salen sus estadísticas, su inteligencia sobre planes de magnicidio, o sobre bases en el exterior, o lo que sea. La información parece salir de todas partes, cuando en realidad viene de una sola y única fuente: la Sala Situacional de Miraflores.
9. Principio de la silenciación: “Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines”.
Basta pensar en cómo, frente al movimiento estudiantil, no hay respuesta a sus argumentos sino acusaciones de sifrinería, de banalidad o injuriantes comentarios sobre la sexualidad de los jóvenes. Así como hace con ellos, hace Chávez con todos sus adversarios, valiéndose se despreciables programas como La Hojilla, y de toda la maquinaria mediática del Estado.
10. Principio de la transfusión: “Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas”.
Chávez ha explotado la mística bolivariana y los sentimientos de nacionalismo, como lo hizo en su época Cipriano Castro, valiéndose de ellos para escudarse como defensor de nuestra idiosincrasia, de los pobres frente a los ricos, exacerbando el resentimiento entre las clases sociales.
11. Principio de la unanimidad: Llegar a convencer a mucha gente que piensa “como todo el mundo”, creando una “falsa impresión de unanimidad”.
Cuando Chávez habla, habla por todos. “Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo”. Él tomó esta decisión por todos.
Unidad sin bates quebrados
Los sectores democráticos apuestan a la unidad. No hay dudas que ir separados en las elecciones del próximo año sería un gran error, como también lo sería confeccionar planchas o imponer nombres de candidatos que no tengan pegada, o sean grises; que no motiven a la población para que salga a votar, sino, por el contrario, que provoquen abstención. Es decir, la unidad debe darse para conquistar la Asamblea Nacional, que jamás se logrará si antes no se motiva a la gente a participar. Esto quiere decir que los candidatos no deben ser “unos bates quebrado” impuestos.
El pueblo está a la espera de acciones gallardas de los líderes políticos, para que éstos recuperen la confianza popular. La gente se cansa de los engaños, de las burlas, de que le soben la espalda y le vean la cara sólo en épocas electorales; el pueblo necesita del roce permanente de tener a alguien con quien compartir sus penas, sus preocupaciones y a quien proponerle ideas para desarrollarlas en sus comunidades. El pueblo a fuerza de golpes y desencantos, aprendió mucho, y a Dios gracias, la gente necesitada sabe que Chávez no le resolverá nada, pero necesita encontrar un camino y un programa serio de propuestas razonables a realizarse en el mediano plazo.
pabloaure@gmail.com  FUENTE: Diario El carabobeño