PAGINAS Y RECORTES

miércoles, 18 de noviembre de 2009

30 AÑOS POR LA PATRIA GRANDE/ Discurso del Dr. Paciano Padrón


A continuación el Discurso de Orden que pronuncié en Sesión Solemne del Parlamento Andino, Organo Principal del Acuerdo de Cartagena, con motivo del Trigésimo Aniversario de su fundación, al cual fui invitado en mi condición de ex-Presidente de ese órgano deliberante y de integración subregional.
         Atentamente, PACIANO PADRÓN 
30 AÑOS POR LA PATRIA GRANDE
Discurso de Orden pronunciado por el Dr. Paciano Padrón, venezolano ex-Presidente del Parlamento Andino, en Sesión Solemne del mismo, con motivo del Trigésimo Aniversario de su Fundación.
Bogotá, 26 de octubre de 2009
NOS ANIMA EL IDEARIO INTEGRACIONISTA DE BOLÍVAR
“Yo considero el estado actual de la América, como, cuando desplomado el Imperio Romano, cada desmembración formó un sistema político conforme a sus intereses y situación, o siguiendo la ambición particular de algunos jefes, familias y corporaciones…”. Es Bolívar quien lo expresa. Corre el año 1815. Es entonces cuando escribe la Carta de Jamaica, donde plasma su sueño de unidad de la América. La meta es la Patria Grande. “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menor por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria”.
Lo que Bolívar había profetizado podía ocurrir y ocurrió: “…cada desmembración formó un sistema político conforme a sus intereses y situación, o siguiendo la ambición particular de algunos jefes, familias y corporaciones”, cada una de las antiguas colonias de la Madre Patria española, convertida en República Independiente, tomó su propio camino: La Gran Colombia fue un sueño fugaz que Bolívar no pudo sostener: La ambición particular de algunos jefes se sobrepuso al interés de la Patria Grande Americana.
Es 1830. El General Páez declara segregada a Venezuela de la Gran Colombia. Ecuador se aleja. Al General Santander no le disgusta la separación de la Nueva Granada. Bolívar renuncia a la Presidencia de Colombia, pero no así a sueño integrador. Penetra al recinto del Congreso de Colombia y pronuncia aquí dramáticas palabras. Se escucha la voz del Libertador:
“Colombianos… La República será feliz, si al admitir mi renuncia nombráis de Presidente a un ciudadano querido de la nación; ella sucumbiría si os obstinaseis en que yo la mandara; salvad la República: salvad mi gloria que es de Colombia… Desde hoy no soy más que un ciudadano armado para defender la patria y obedecer al gobierno; cesaron mis funciones públicas para siempre. Os hago formal y solemne entrega de la autoridad suprema que los sufragios nacionales me habían conferido. Compatriotas: Escuchad mi última voz al terminar mi carrera política; en nombre de Colombia os pido, os ruego que permanezcáis unidos, para que no seáis los asesinos de la patria y vuestros propios verdugos”.
Hace casi 180 años, luego de cesar para siempre sus funciones públicas, murió acá mismo en Colombia, en la inolvidable Santa Marta, aquel hijo de cuna de oro, que fallecería pobre, con camisa ajena. Desde aquí, desde Colombia, digámosle al Libertador en esta celebración del Trigésimo Aniversario del Parlamento Andino, que su sueño es el que hoy nos anima, el que impulsó hace 40 años el nacimiento de la Comunidad Andina y hace tres décadas el de nuestro Parlamento Subregional. Es la bandera que impulsa a los Diputados a una integración cada vez más real, más humana y eficiente. La obsesión de la eficiencia debe mover los espíritus de todos aquellos que estamos comprometidos con el proceso de unión e integración.
Mahatma Gandhi habría dicho que “unidad es tener un propósito común, tener una meta común y tener sufrimientos comunes”. Los sufrimientos comunes los hemos tenido y tenemos. El propósito común debemos afinarlo para alcanzar la meta común, que no es otra que el desarrollo integral de nuestros pueblos, para que prevalezca la justicia social.
Señores Parlamentarios, representantes de los nuestros, pueden ustedes decir con orgullo, no somos asesinos de la patria ni auto verdugos. A ustedes se les ve trabajar por la integración en la América Andina.
Sabemos que la tarea no es fácil; si bien la integración es esperanza, también es sacrificio de aspiraciones de poder, de regionalismo y localismo. Bien lo vislumbra Bolívar desde el inicio de nuestra vida independiente: “la ambición particular de algunos jefes, familias y corporaciones…” conspiraban y conspiran contra la unidad. No obstante hemos visto surgir en Iberoamérica distintos escenarios para el crecimiento conjunto, para la integración económica, política y social. Con la objetividad que me permite haber estudiado las diferentes opciones integracionistas que hoy se desenvuelven en nuestro Subcontinente, puedo afirmar que la de la comunidad andina de naciones, entre todas ellas, es la mejor estructurada, con instituciones bien concebidas, que, por supuesto, pueden y deben ser mejoradas y redimensionadas. La unidad en marcha ofrece mejores condiciones para consolidar la integración, y abrirse a otros países, avanzar como comunidad que podría acoger en el tiempo a todas las patrias de la América.
BARRERAS CONTRA LA INTEGRACIÓN
Por grandes que sean las dificultades para la integración de nuestros pueblos, no son como las que han enfrentado, en otras latitudes, comunidades nacionales que han decidido transitar juntas la vía hacia la prosperidad. Los Estados europeos dejaron de lado los odios y cuentas por cobrar de las guerras que durante siglos los dividieron, además de obviar las barreras religiosas y los valladares de idiomas distintos, para crear y hacer avanzar una comunidad de naciones impensable hace apenas unas décadas. Apuntar hacia los desafíos del desarrollo, la justicia social y la paz, los han movido a dar el paso.
Con sabias palabras y claros conceptos el Libertador analiza la integración, aspectos favorables y climas rotos:
“Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo, una sola Nación con un solo vínculo que liga sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, una costumbre y una religión debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse. Más no es posible -se quejaba el Libertador con cierta amargura- porque los climas rotos, las situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres de semejantes dividen a la América”.
Para luchar contra esos intereses opuestos y para empatar los climas rotos, aquí estamos, aquí están ustedes, señores parlamentarios, reunidos en el Trigésimo Quinto Período de Sesiones. El desafío es la construcción de un orden social democrático, auténtico y estable; enfrentar la injusticia que no la borran los discursos ni la demagogia. Amplias mayorías en nuestra subregión viven en la miseria, mientras una minoría en riqueza y abundancia. Cambiar el curso de estas realidades es el mayor reto de la clase política y de todos los aparatos institucionales, tanto los de los Estados Miembros, como los de los Organismos Regionales, el Parlamento Andino entre ellos.
LA POLÍTICA COMO COMPROMISO ÉTICO
Su Santidad Juan Pablo II, en su Encíclica “El Esplendor de la Verdad”, alerta ante la injusticia y convoca al cambio. Dice el Sumo Pontífice:
“Ante las graves formas de injusticia social y económica, así como de corrupción política que padecen pueblos y naciones enteras, aumenta la indignada reacción de muchísimas personas oprimidas y humilladas en sus derechos humanos fundamentales, y se difunde y agudiza cada vez más la necesidad de una radical renovación personal y social capaz de asegurar justicia, solidaridad, honestidad y transparencia”.
Aceptemos el desafío de renovación y cambio al que convoca Juan Pablo II. ¿O es que acaso no es ese el camino que transitamos y queremos transitar, el que nos lleva hacia la justicia y la solidaridad?
El esfuerzo del fortalecimiento de la democracia y modernización exige de los políticos asumir la política como compromiso ético. Esto es, reconocer que somos deudores del pueblo y no acreedores del mismo; ser hombres con capacidad de diálogo, y de generar acuerdos y consensos; con capacidad de gestión y de administración; con voluntad de atender las demandas sociales, para su plena satisfacción.
NACE EL PARLAMENTO ANDINO
La creación del Parlamento Andino no se contemplaba, de manera explícita, dentro del Acuerdo que constituía el sistema de integración subregional andino. No obstante, sus bases se encuentran en diversas manifestaciones que resaltaban su necesaria constitución: la declaración de Bogotá (1966) y la de los Presidentes de América (1967), entre otras, que fueron inspiradoras del Acuerdo de Cartagena.
La aspiración de constituir el Parlamento es respaldada por una nueva Declaración de Bogotá (1978). En el año siguiente, 1979, numerosos serán los pasos decisivos para su constitución: firma del Mandato de Cartagena; Declaración de Presidentes en Quito; Declaración de Caracas, en la que se acuerda expresamente la Constitución del Parlamento; Acta de Panamá, en la cual se señala la fecha del 25 de octubre para que en la Paz se suscriba el Tratado Constitutivo, el cual fue finalmente firmado el 28 de octubre de 1979:
“Los Gobiernos de Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador y Venezuela, convencidos de que la participación de los pueblos es necesaria para asegurar la consolidación y proyección futura del proceso global de integración de los países de la subregión andina… Convienen, por medio de sus Representantes Plenipotenciarios, celebrar el siguiente TRATADO CONSTITUTIVO DEL PARLAMENTO ANDINO… Créase, como órgano deliberante Común del proceso de integración subregional, el Parlamento Andino…”.
Ahora se cuenta treinta años de la firma de ese Tratado. Treinta años por la Patria Grande.
Los Congresos de los países de la Subregión acordaron celebrar en Bogotá, en diciembre de ese mismo 1979, una Junta Preparatoria del Parlamento Andino, a la que concurrirían representantes de los Congresos de Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela, así como dirigentes políticos del Perú. Esta reunión preparatoria acordó instalar el Parlamento Andino en Bogotá, el 30 de agosto de 1980. Así se hizo, en medio de una gran expectativa. Sesionaron durante cuatro días. Asistieron, entre otros numerosos invitados, Miembros del Parlamento Europeo, el señor Arturo Illia, ex-Presidente de Argentina, Representantes de todos los Órganos de los Convenios y Acuerdos Andinos y de los Gobiernos de los cinco Países Miembros. La reunión se vio realzada con la presencia del doctor Julio César Turbay Ayala, entonces Presidente de la República de Colombia, quien intervino en la sesión de clausura.
En esta primera cita, además de designarse la Comisión de la Mesa y aprobarse el Reglamento del Parlamento, se integraron las Comisiones, se le confirió la calidad de Observador a los órganos Legislativos de Panamá y España, se tomaron las primeras decisiones y aprobaron las iniciales recomendaciones, señalándose la ciudad de Quito como sede de las segundas Sesiones Ordinarias, en octubre de 1981. Finalmente no fue en octubre, sino en diciembre de ese 1981.
RECONOCIMIENTO A LOS FUNDADORES
El Trigésimo Aniversario es hora propicia para el reconocimiento y la gratitud a quienes hicieron posible el surgimiento y puesta en marcha de nuestro Parlamento Subregional. En primer lugar recordemos a los gobiernos de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, los que en reiteradas declaraciones y con pasos concretos, abrieron el camino que nos llevó al Tratado Constitutivo del Parlamento.
Rememoremos los nombres de quienes asumieron, aquí en Bogotá como ya dijimos, agosto 1980, la primera Directiva, la que presidió el colombiano Héctor Echeverri Correa, junto a los Vicepresidentes Edecio La Riva Araujo (Venezuela), Gil Barragán (Ecuador) y Jaime Paz Zamora (Bolivia). Se reservó la Cuarta Vicepresidencia al Perú. El Secretario General fue José Fernando Botero Ochoa (Colombia).
Traigamos a la memoria, igualmente, los siguientes otros cuatro períodos de sesiones ordinarias, para completar el circuito de los cinco primeros períodos, la ronda de los países miembros: 1981 Quito, bajo la Presidencia del ecuatoriano Raúl Baca Carbo; 1983 Caracas, donde se elige Presidente al venezolano Godofredo González; en Lima tuvo lugar el Cuarto Período de Sesiones, 1984, bajo la Presidencia del peruano Ricardo Monteagudo, quien en el camino deja la Presidencia al colombiano Jorge Tadeo Lozano, al fenecer su período como Senador en su país; y el Quinto encuentro fue en La Paz, 1984, donde resulta electo Presidente del Parlamento Andino el boliviano Dr. Julio Garrett Aillón.
De esos cinco primeros períodos de sesiones se recuerdan en las Directivas del Parlamento Andino, y en el batallar por la construcción del nuevo órgano comunitario, el boliviano Javier Campero Paz; los colombianos José Fernando Botero Ochoa y Jorge Ariel Infante; los ecuatorianos Carlos Jaramillo, Galo Pico Mantilla y Gary Esparza; los peruanos Pedro del Castillo y Jorge Sánchez Farfán, así como los venezolanos José Miguel Pérez, Andrés Eloy Blanco y Milos Alcalay, este último, primero Representante del Parlamento Andino ante el Parlamento Europeo, luego Secretario General, y más tarde, por varios años, Secretario Ejecutivo.
RELANZAMIENTO Y NUEVAS METAS
El Parlamento Andino es un proyecto para la integración y el desarrollo, y esta hora de conmemoración tiene que serlo también de relanzamiento y nuevas metas, para él y para todo el complejo de órganos e instituciones que constituyen el Sistema Andino de Integración. En abril de 1994, hace ya 15 años, cuando como Presidente de nuestro Parlamento me correspondió el privilegio de pronunciar palabras con las cuales dejé instalada las deliberaciones de la Cumbre Social Andina, dije que hasta entonces lo económico había privado en la orientación del proceso de integración andina. Añadí, “No puede aflojarse en ese camino. Por el contrario, debe reforzarse y acelerarse. Pero, simultáneamente, tenemos que mirar la integración como un hecho complejo y completo. Junto a lo económico, debe avanzar en lo social, lo cultural y lo político”. Tal vez, hoy aquí podemos hacernos el mismo reclamo. El acento sigue estando en lo económico, lo social continúa pesando poco, sin que esto signifique que lo económico esté completo, ni que nosotros estemos satisfechos con lo ya alcanzado en ese orden.
Bien es cierto que desde su creación, el órgano deliberante común del proceso de integración subregional es motivo de orgullo para quienes, de una u otra forma, hemos contribuido al cumplimiento de sus objetivos. Pero no estamos satisfechos con el Parlamento que hemos construido, que hemos tenido y tenemos, ya que lo queremos más dinámico y efectivo, más vigilante de la marcha de la integración, más deliberante y participativo, con suma de pueblo y voluntades de los sectores sociales y políticos de nuestras comunidades.
Para mudarnos del Parlamento Andino que tenemos, al que queremos, me permito sugerir -sin título alguno para ello, a no ser el de mi orgullosa condición de ciudadano de la América Andina- se realicen cuatro tareas: afianzamiento en su legitimidad; identificación de sus prioridades; aggiornamento de sus iniciativas e incremento de su eficacia institucional. He aquí el reto planteado a esta hora de conmemoración y reimpulso, en un camino siempre lleno de obstáculos a superar.
Para la primera tarea, afianzamiento en su legitimidad para el cumplimiento de sus propósitos y atribuciones, debemos alcanzar la plenitud del Parlamento como órgano deliberante común, que debe discutir y analizar en plenaria, en comisiones, en Mesa Directiva y junto al pueblo y con el pueblo, todo lo que ocurre y debe ocurrir en nuestro proceso de integración. Examinador, supervisor y contralor del proceso, eso debe ser, como debe ser cooperador de los Parlamentos nacionales de los países miembros, para incrementar la interrelación, así como para acompasar, armonizar las legislaciones nacionales en el espíritu y propósito de la integración. La tarea se viene haciendo, pero hay que profundizarla.
Ya es una realidad la elección de nuestros parlamentarios por decisión de los ciudadanos andinos. La aplaudimos. No obstante, los pueblos no son todavía actores principales del proceso de integración, el que sigue siendo en lo fundamental tarea de especialistas, internacionalistas, diplomáticos y parlamentarios. El Parlamento está llamado a darle calor de pueblo al proceso integracionista.
Identificar las prioridades del Parlamento es la segunda tarea que propongo. El cuerpo deliberante, teniendo como inspiración el impulso de la comunidad andina, debe mirar siempre hacia la justicia social y el mejoramiento de la calidad de vida de nuestros pueblos. Estamos todavía lejos de lo que aspiramos. Queremos un Parlamento útil, de soluciones, integrador e impulsor de la causa común andina.
El aggiornamento que sugiero, tercera iniciativa, debe impulsar un presupuesto comunitario andino real, que permita la disposición de recursos en programas comunes, entre otros, la educación masiva para la integración. Si no formamos a los nuestros para participar, seguiremos siendo una élite.
El Parlamento debe contar con mecanismos eficientes de difusión y masificación de la información de sus actividades para la integración. Si hablamos de darle calor de pueblo a la acción parlamentaria y al proceso integrador, éste no puede generarse en la clandestinidad, los ciudadanos andinos no deben desconocer luchas y metas.
Tampoco es fácil alcanzar el objetivo sin la incorporación activa de los líderes políticos y de sus respectivos partidos u organizaciones, así como de los dirigentes sociales de nuestras comunidades.
Por último, en este orden de cuatro sugerencias, la eficacia institucional es el reto de hoy. El esfuerzo humano, económico y de otros órdenes consagrados a la integración, no están alcanzando a plenitud la meta esperada. Désele seguimiento estrecho y eficiente a las decisiones del Parlamento y a la productividad de sus comisiones de trabajo.
ACELEREMOS EL PASO
El proceso de integración de los pueblos andinos debe darse, debe darse bien, debe darse con prontitud; el hambre no espera, avanza. Recuerdo, de eso hace 17 años, cuando en el Noveno Período de Sesiones Ordinarias que celebramos en el Congreso de la República de Venezuela, el hoy Secretario General del Parlamento Andino, el Dr. Rubén Vélez Núñez, entonces Diputado ecuatoriano y Vicepresidente de nuestra institución parlamentaria, reclamaba celeridad a la comunidad andina:
“Vemos con mucha simpatía los procesos de integración de variada índole que se vienen dando en el mundo; al mismo tiempo vemos con mucha nostalgia la lentitud con que nuestro proceso camina. Esta situación demanda de nosotros mayor fe y aliento, mayor entereza y decisión”.
El entonces Presidente de la República de Venezuela, Sr. Carlos Andrés Pérez, respondió al ecuatoriano:
“Es mucha la impaciencia que tenemos y el Diputado Vélez nos decía que nuestro proceso va muy lento. Yo creo que no, creo que no va lento. Para el tiempo de vida de nuestras naciones vamos a buen paso. No nos olvidemos que la Comunidad Económica Europea duró siglos para conformarse…”.
Al releer ambos discursos, hoy sigo pensando como antes, como hace 17 años, que Rubén Vélez tiene razón.
UNA DIFICULTAD: LAS CAMBIANTES POLÍTICAS INTERNAS DE LOS ESTADOS MIEMBROS
La lentitud en los avances tiene diferentes lecturas y responde a variadas razones. Una de ellas, sin duda, son los altibajos en las políticas internas de los Estados Miembros, los que en su mayoría -y no sólo en política de integración sino que por igual en otros órdenes- no tienen políticas de Estado, sino políticas de los políticos de turno, de los gobernantes del momento. Eso lo hemos visto en los treinta años, en cada uno de los cinco países que fundaron el Parlamento Andino, cada uno en su momento, con sus peculiaridades y especificidades. Hay Presidentes en nuestras Repúblicas unos más integracionistas que otros, unos más respetuosos que otros, unos más lanzados e impulsivos, que racionales.
No se imaginan con cuánto dolor percibo aquí la ausencia de la Delegación Parlamentaria de Venezuela. Los Diputados electos por la voluntad directa del pueblo soberano para que lo representaran en este Parlamento, hoy no están, por decisión que nadie sabe muy bien cómo, ni por qué se tomó. Se contrarió el espíritu integracionista de Bolívar; se siguió orden que no vino del pueblo.
No estoy solo al deplorar esta ausencia, que es lamentada también en toda la Subregión. En Venezuela, una nueva mayoría rechaza la conflictividad y el enfrentamiento como política, exige diálogo, tolerancia, comprensión e integración.
No obstante este pesar, señores Parlamentarios, debo expresar mi alegría por la presencia hoy aquí, en esta Sesión Especial, de la Diputada por Venezuela y ex-Presidenta del Parlamento Andino Jhannett Madriz, unionista e integracionista cabal, quien quiso acompañar el regocijo de nuestra Subregión al conmemorarse el Trigésimo Aniversario de la fundación del Parlandino
Formulo votos porque muy pronto voces venezolanas se sumen a las bolivianas, colombianas, ecuatorianas y peruanas, para que en coro de unidad fraternal, gritemos al resto de América y al mundo, que marchamos juntos por el progreso de nuestros pueblos, por la integración, la justicia social y la paz.
EPÍLOGO
Próximo a concluir mis palabras, quiero expresar de la manera más sentida y emotiva, mi profunda gratitud al Parlamento Andino, por el inmenso honor de invitarme a pronunciar estas palabras, en Sesión Solemne con la que recordamos treinta años ininterrumpidos de labor integracionista. Es un honor que no es fácil de olvidar. No lo olvidaré, como no olvidaré los rostros que ahora estoy mirando+. Los saludo en mi propio nombre, en el de mi familia, en el de mi esposa Olga y mi hija Daniela, y tengo la pretensión de decirles, que también en nombre de Venezuela.
Sepan ustedes que desde Caracas y de todas nuestras ciudades y comunidades, los venezolanos estamos atentos a lo que acontece en la América Andina, a lo que ustedes están haciendo. Treinta años no se borran con palabras destempladas o decisiones impensadas. El espíritu de integración está arraigado en nuestra gente, en esos venezolanos en cuyo nombre hoy les traigo un abrazo solidario y fraternal. De cada uno de nosotros, los venezolanos, una palabra de amor y compromiso con cada uno de los hermanos andinos de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.
Señores parlamentarios:
Mientras haya un andino bien parido, un latinoamericano con sangre en las venas que reclame la integración y la unión, la libertad y el desarrollo, estará vivo Bolívar, estará vivo y actuante. Aquí estamos nosotros, a 30 años de la fundación del Parlamento Andino, repitiendo con el Libertador, queremos “ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria”.