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miércoles, 27 de enero de 2010

Bruto activo // César Villarroel. Profesor UCV.



"Cuando los cobardes alardean amenazantes es cuando intímamente mas vulnerables se sienten"

(Gral. Douglas MacArthur)

"Cuando los cobardes alardean amenazantes es cuando intímamente mas vulnerables se sienten"
Bruto activo
¡Sin él la revolución bolivariana

morirá; con él jamás nacerá!


Se dice que durante la primera guerra mundial los alemanes organizaron su ejército con base en dos variables: inteligencia y dinamismo. Se formaron 4 grupos: inteligentes pasivos (Estado Mayor), inteligentes activos (oficiales de primera línea), brutos pasivos (soldados rasos) y brutos activos, a quienes el informe técnico indicaba que fuesen fusilados por los alemanes, porque “son los que nos hacen perder la guerra”.

El bruto activo es altamente ineficiente, es decir, es incapaz de “hacer lo correcto, correctamente”; sus acciones son contrarias al logro de su propósito, con lo cual da armas al adversario y pierde las posiciones que hubiese conquistado. Es un consuetudinario artífice de la mala práctica, un constante generador de torpezas que incrementan su magnitud mientras mayor sea la responsabilidad que detente, por eso es más peligroso cuando por azar (o mala suerte) llega a ser líder, pues el poder (económico y militar) le permite incrementar impunemente el efecto negativo de sus torpezas.

El poder exacerba sus defectos, lo vuelve más bruto y más activo; aumentan su narcisismo, intemperancia y autosuficiencia, se hace más ignorante; aumenta también la improvisación, imprudencia y abuso, se hace más errático, más vulnerable y, por supuesto, más propenso a convertirse en la principal razón del fracaso de su propia causa, de ahí que sus adversarios confíen en los efectos del síndrome “Chacumbele” (derrotarse asimismo) para vencerlo, aunque esto sólo es posible si el adversario es inteligente, es decir, aprovecha los errores. Un adversario bruto pasivo (¿oposición?) es el mejor aliado del bruto activo: critica pero secunda.

Cuando una buena causa tiene la desgracia de ser liderada por un bruto activo, corresponde a sus compañeros ejercer el control necesario para evitar las torpezas de su jefe o, al menos, minimizar sus efectos; de otro modo, sus compañeros se convierten en una claque que sólo aplaude y asiente, lo que asegura el fracaso de la causa, porque cuando un líder (sea o no bruto activo) se solaza en la adulación y rechaza la crítica sólo estará capacitado para liderar claques y, hasta ahora, no conocemos una buena causa que haya sido exitosa apoyada en aquéllas.

César Villarroel Profesor UCV. Publicado en ÚN el 26-01-2010