PAGINAS Y RECORTES

lunes, 11 de enero de 2010

Elogio de la Locura // Por: Jòvito Alcides Villalbas

La verdad, Chacumbele, es que aquí el único “cuerdo” eres tu y tus 40 ladrones, que aprendieron a robarnos hasta los ideales para en definitiva enseñorearse en el país como si fuese una satrapía. Prefiero estar con esos locos de carretera que osan negarte, y recordarte que tu prestigio es un prestigio que se fue.
Jóvito Alcides Villalba
Elogio de la Locura

A Franklin Brito
Ex toto corde

Cuando el de Rótterdam escribió su famoso opúsculo, él iba dirigido a aquellas “buenas conciencias”, presentes en todas las religiones y en todos aquellos seres de pensamiento lineal.

Allí Erasmo defendía la necesidad de esa cierta locura ingenua que nos hace vivir creyendo en el porvenir y en unos valores reales que hemos adquirido del entorno y que nos hace rechazar las pretensiones de unos individuos que pretenden, a nombre de sueños trasnochados, reglamentarnos la vida según su imagen virtual de un mundo “mejor”.

Pronto, muy pronto, todos estaremos recluidos en ese gran psiquiátrico, en que un presuntamente cuerdo y voluntarioso ciudadano ha ido convirtiendo a Venezuela pero, mientras ello sucede, si es que lo permitimos, hay ciudadanos ejemplares que asumen con entereza su decisión de lucha por las cosas y las ideas en las que creen.

Entre ellos sobresale orgullosamente Franklin Brito y su solidaria esposa. Brito lleva ya cinco meses en huelga de hambre y su imagen recuerda a aquellas victimas de los campos de concentración hitlerianos al ser liberados por los ejércitos aliados en 1945.

Este fascismo del Siglo XXI ha logrado, en Brito y su familia, igualar el expediente totalitario de secuestrar y recluir como si fuesen locos a aquellos que se opongan a sus designios. Pero todos sabemos que ni Brito ni su esposa ni su hija están locos y que la única locura que padecen es la locura de la libertad.

Creía el de Rótterdam que lo realmente valido y sensato era que nos mezcláramos todos en esa gran locura y que la compartiéramos aun a riesgo de equivocarnos.

La hermana de la Locura, Filaucia, pasaba a ser la fuerza vital necesaria para comprenderla pero es que Filaucia era apenas un reflejo y representación de nuestro amor propio. La verdad es que cuando nos negamos a nosotros mismos el placer de ser nosotros, la vida se sumerge en la inercia, la palabra del orador pierde candor, los versos de poeta no producen admiración y el artista languidece.
La locura como orgullo y hasta como vanidad es la fuente primigenia de todo lo elevado, lo superior.

“Sin mí, el mundo no puede existir ni por un momento, pues, ¿no está lleno de locura todo lo que se hace entre los mortales?, ¿ No lo hacen locos y para locos? Ninguna sociedad, ninguna convivencia puede ser agradable o duradera sin locura, de modo que el pueblo no podría soportar a su príncipe, el amo a su sirviente, la doncella a su señora, el preceptor a su alumno, el amigo a su amigo, la mujer a su marido por un solo momento, si de vez en cuando no se descarriaran, se adularan, toleraran sensatamente las cosas o se untaran con un poco de locura”.

La verdad, Chacumbele, es que aquí el único “cuerdo” eres tu y tus 40 ladrones, que aprendieron a robarnos hasta los ideales para en definitiva enseñorearse en el país como si fuese una satrapía.
Prefiero estar con esos locos de carretera que osan negarte, y recordarte que tu prestigio es un prestigio que se fue.




--
Alberto Rodríguez Barrera