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sábado, 6 de febrero de 2010

La llegada de Ramiro Valdez a Venezuela marca el fin de la Democracia//Patricia Poleo

La llegada de Ramiro Valdez a Venezuela marca el fin de la Democracia y confirma que Hugo Chávez ha trabajado para entregarle el país al comunismo cubano.
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El anuncio que hiciera Hugo Chávez el pasado martes acerca de la llegada a Venezuela del cubano Ramiro Valdez, para cumplir misiones de Gobierno, no es más que la consumación del arrebatón final.

La presencia de Ramiro Valdez en Venezuela, confirma que Hugo Chávez y quienes lo han acompañado durante 11 años de gobierno, han estado trabajando todo el tiempo en la entrega de la nación a la secta comunista del Caribe, que siempre intentó apoderarse del país, pero que también siempre se encontraba con fuertes muros democráticos…hasta ahora, pues.

En 11 años de Gobierno de Hugo Chávez, el resumen de la gestión es un país donde se han alzado pocas voces para alertar y enfrentarse a la entrega criminal del país, voces inaudibles por cierto para una mayoría que estaba solo pendiente de meterle mano a lo suyo. Por un lado, está el noble y humilde pueblo que aferrado a su eterna esperanza de un futuro mejor alzaba sus manos para pedir y recibir lo que les ha sido negado a través de los años. Del otro lado, una aberrante explosión de oportunismo, ambición y poder desató una pandemia de ego que significó la destrucción de dignidad, principios y valores esenciales de vida y sana convivencia. Desde ese momento, la vida de los ciudadanos pasó a un segundo plano sin ninguna importancia.

La llegada del Comandante cubano Ramiro Valdez, marca la entrada triunfal de los bárbaros a Venezuela. No hay nada que hacer, por ahora. Se ha consumado la traición a la patria. Venezuela fue tomada por una fuerza invasora sin disparar ni un tiro, pues los ciudadanos que han debido defenderla estaban muy ocupados en recoger billetes del piso unos y otros, de llenar las bóvedas forjadas con el botín saqueado. El resumen es que los ciudadanos no hemos sabido defender a Venezuela, no hemos respetado el futuro de nuestros hijos y nietos y los líderes virtuales y mediáticos se mantienen indiferentes ante la afrenta de traición a la patria cometida por quien juró defenderla.

Parece que para el país entero es insignificante que un militar portando uniforme de opresión, llegue al país a dirigir y disponer de los bienes y riqueza que por mandato popular le fuera entregado para su mejor cuido y administración, y además se los ceda a la secta comunista cubana. Para esa dirigencia parece que la presencia y entrada triunfal de la bota invasora cubana no tiene mayor significación frente al reto que ellos tienen de convertirse en diputados el próximo 26 de septiembre. Porque no entienden que no hay septiembre sin luz; con una PDVSA a punto de colapsar; no hay septiembre con una deuda pública a punto de insolventar; no hay septiembre sin pueblo; no hay septiembre sin instituciones; no hay septiembre sin Constitución; no hay septiembre con una Fuerza Armada rendida ante el invasor.

La entrada de Ramiro Valdez uniformado a Caracas es el fin de nuestra democracia.
Tan sencillo como eso.

Pero claro que Venezuela no es Cuba. El virus del "bochinche" del que hablaba Francisco de Miranda, terminará explotándoles en la cara. Es el mismo virus que provoca la viveza criolla; el Caracas-Magallanes; la ganancia fácil y rápida; los carnavales; Semana Santa; la parrillita; las cervecitas; la inundación de centros comerciales cuando suben el dólar; la ropa de marca y de moda; el bonche; los viajes; el carro de lujo; las bailoterapias populares. Este virus del “bochinche”, suele hacer su máxima aparición cuando es sometido.

La explosión de la crisis eléctrica; la de PDVSA que está por reventar y la insolvencia del pago de endeudamiento que se ve clarito venir, serán la espoleta que reviente la granada del "bochinche". Estas tres crisis cambiarán el curso de los acontecimientos. Pues la comida que llena las ollas de los comedores populares para entretener a los humildes; la beca que paga a las madres solteras del barrio y las otras migajas que inventan para cegar a los que menos tienen, se acabarán con la crisis. En ese momento, al pueblo se le saldrá el bochinche que lleva por dentro para transformarse en furia popular.

Nota: Esta columna ha sido escrita después de un round de reflexiones con varios exilados no sólo de éste Gobierno, sino de quienes tuvieron que abandonar el país por la dictadura perejimenizta.