PAGINAS Y RECORTES

domingo, 21 de marzo de 2010

CLAUDIA PRÓCULA (La mujer de Pilatos) Por: Vinicio Guerrero Méndez



(Dedicado a la jueza María Lourdes Afiuni) 
CLAUDIA PRÓCULA 
(La mujer de Pilatos)

"¡Cuan difícil es apartar de los seres que tienen el poder, la idea de ejercer la venganza disfrazada de justicia con los que les han agraviado!" MABI

De familia imperial. Grande y bella, pero pálida. Tenía un velo que le colgaba hacia atrás, dejando ver sus cabellos, trenzados en torno a la cabeza y sostenidos por una artística horquilla. Lucía pendientes en las finas orejas. Un precioso broche, adherido al pecho, nivelaba la larga túnica que caía hasta los pies, ondulando en majestuosos pliegues. Siempre se comportó con gran discreción y jamás intervino en asuntos de estado. Cuando llegó a Palestina, comenzó a interesarse por la religión hebrea. Pronto oyó hablar de Jesús y quedó interesada en su doctrina; hay quien opina que lo conoció personalmente y hasta charló con Él.
Horas antes del prendimiento de Jesús, ella presintió el hecho. Envió un mensaje a su esposo, suplicándole que no hicieran daño alguno a Jesús y le reveló las visiones que, en sueños, había tenido. Pilatos, en señal de promesa de no condenarlo,  le entregó un anillo. El ánimo de Prócula, poco duró tranquilo pues, la comitiva regresó del palacio de Herodes, llevando preso a Jesús. Desde su aposento  intuyó que su esposo, en un último intento de liberarlo, mandaría que le diesen azotes. Éste con toda seguridad, intentó buscar alguna fórmula legal para sin comprometerse demasiado, cumplir la promesa realizada. Los enemigos de Jesús tuvieron conocimiento de las gestiones de Claudia y  Pilatos presionado por el pueblo firma la sentencia de crucifixión.
Claudia afirma con certeza que Jesús es justo. Sus palabras revelan una actitud humana muy noble y dócil. Fue la única defensora en el juicio humano de Jesús. Su papel parece pequeño, y es mencionada solo una vez en el evangelio (Mateo 27:18); pero, es un indicio del valor de la conciencia humana.

La condena de Jesús se convierte en condena de los jueces injustos. Los jueces saben en su interior que juegan con la vida de los inocentes. El sentido jurídico también les habla sobre el modo peligroso y poco limpio con que intentan "hacer política" a costa de la justicia. Nadie que sea sometido a juicio saldrá absuelto, si la intención de los jueces es condenarlo. Lo que ha de hacer quien está bajo un poder, es condenarse a no hacer lo que el poder no quiere que haga. De lo contrario, será juzgado. Es decir, será condenado.
Los poderes dados, no son más que oportunidades de servicio que se les concede para hacer valer la justicia, pero lamentablemente la codicia los hace creerse dioses.
La conciencia está en todo hombre y actúa siempre, pero se hace confusa y se embota cuando las personas no quieren ser honradas. La ambición no les permite rectificar, por eso justifican  su conducta con teorías complicadas y excusas poco consistentes. 
El hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón que advierte amar y practicar el bien y evitar el mal, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente en el tribunal de Dios.
La salud de una sociedad depende de que existan en ella muchos hombres fieles a los dictados de la conciencia. Cuanto mayor sea el predominio de esa recta conciencia, entonces mayor seguridad tendremos las personas. Hay que repudiar la anarquía y el despotismo porque tanto la una como el otro son explosiones de la arbitrariedad.  La Justicia sólo puede desenvolverse al amparo de un verdadero orden jurídico. Jamás impera la Justicia en sociedades que se hallen a merced del humor y capricho de un tirano.

La oración! No la dejes nunca por nada. Ella da brillo a tus ojos, ardor a tu corazón, fuerza a tu voluntad. Persevera todos los días, sin desistir y Dios te escuchará.
Afectuosamente, Imperfecto.
          VINICIO GUERRERO MENDEZ