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domingo, 21 de marzo de 2010

Respuesta a un amargado // Por: Fernando Ochoa Antich

 Fernando Ochoa Antich

Respuesta a un amargado
No pensaba contestarle al almirante Iván Carratú su nuevo y calumnioso ataque, pero varios compañeros de armas me han pedido que lo haga ya que, sin importarle el honor de nadie, nombra a personas que tuvieron actuación en esos hechos.  Ciertamente,  hubo una cena para los comandantes de batallón del Ejército en el mes de diciembre de 1991.  Una invitación totalmente institucional. De eso pueden dar fe el vicealmirante Rafael Huizi Clavier, el general de división  Ismael Antonio Guzmán, el general de brigada  Rubén Medina Sánchez y el coronel Juan Antonio Pérez Castillo. Ellos me acompañaron, muy de cerca,  durante mi gestión como ministro de la Defensa.

         Además, invitar a una cena pública, a unos comandantes de batallón con sus señoras, para preparar un golpe de Estado es definitivamente una necedad. No resiste el menor análisis. Un ministro de la Defensa puede invitar privadamente a cualquier oficial o grupo de ellos para tratarle el tema que considere. Además, es muy raro que ninguno de los generales, comprometidos según Carratú en esa conspiración, haya hecho público de que yo, en alguna oportunidad, los haya juramentado para dar un golpe de Estado. Los tenientes coroneles Hugo Chávez Frías, Francisco Arias Cárdenas, Yoel Acosta Chirinos, José Miguel Ortiz Contreras y Jesús Urdaneta Hernández deben de haber asistido a dicha cena ya que eran comandantes de Unidades Tácticas del Ejército. Realmente, no recuerdo. Por esa misma razón también estuvo presente el coronel Diego Moreno.

         Es verdad, que no estuve de acuerdo con la designación del coronel Moreno para el cargo de comandante del batallón Caracas. A mi criterio, ese nombramiento no era conveniente ya que tenía vinculaciones familiares con personas pertenecientes al grupo íntimo del presidente Carlos Andrés Pérez y había ejercido el cargo de edecán por dos años consecutivos. De todas maneras, al recibir la orden la cumplí cabalmente. Su comportamiento el 4 de Febrero fue  leal y responsable. Fue factor fundamental, junto al coronel Roberto Moreán Umanés,  de la defensa de la sede del ministerio de la Defensa

         El general Jacinto Pérez Arcay desempeñaba en el ministerio de la Defensa, desde hacía varios años, un cargo civil en su especialidad de historiador. Permaneció  en dichas funciones durante mi gestión. No debe haber asistido a esa cena. El general Ramón Santeliz Ruiz se desempeñaba como director de Planificación y Presupuesto en el ministerio de la Defensa. En mi libro "Así se rindió Chávez"  explico lo hechos por los cuales lo envié, con autorización del presidente Pérez, a trasladar detenido al teniente coronel Chávez desde La Planicie al ministerio de la Defensa.  Allí también critico severamente su actuación. El general Santeliz, por las vinculaciones personales que tenía conmigo, debe haber asistido a la cena en la residencia del ministro de la Defensa.
           
         He evitado señalar,  en todo momento, las causas del odio del almirante Carratú hacia mi persona. Me parece que son hechos del pasado que no deberían debilitar nuestra lucha militante contra el régimen chavista. Lamentablemente, me veo obligado a hacerlo: la única y verdadera razón de su resentimiento se origina de un hecho doloroso, pero totalmente cierto. En el desempeño de mis funciones de ministro de la Defensa ordené abrir a un juez militar una investigación sumarial en contra del señor  Pedro Lovera, vendedor a la Armada del proyecto de comunicaciones “Turpial”.

El señor Lovera había cobrado, fuera de tiempo y sin la entrega del material de guerra correspondiente, un importante número de pagarés, por varios millones de dólares, los cuales negoció en bancos privados generando intereses, de manera indebida, en contra de la República. Debo reconocer que el presidente Carlos Andrés Pérez, amigo del señor Lovera, aceptó sin discusión la apertura de dicha investigación sumarial apenas le mostré las pruebas del delito cometido. El juez militar, durante su investigación, ordenó la detención del almirante Carratú por considerar que tenía responsabilidades en dicha contratación. Después de permanecer detenido varios años,  fue puesto en libertad.

Mi actuación el 4 de Febrero fue absolutamente transparente. Así lo muestran las declaraciones de los dos actores más importantes de esos hechos: Carlos Andrés Pérez y Hugo Chávez.  En distintas oportunidades, el presidente Pérez ha sostenido públicamente su certeza de mi lealtad. En el año 2004, en un libro publicado por El Nacional y titulado “Memorias Proscritas”, dijo: “Es falso que Ochoa Antich haya estado involucrado en el golpe del 4 de Febrero. Absolutamente falso. Si hubiera estado involucrado, con sólo haberse demorado cinco minutos en avisarme, me hubieran hecho preso en  La  Casona  o  me hubieran matado. No hay la menor duda”.

También lo hizo el propio teniente coronel Chávez en el libro “Habla el Comandante”, preparado por Agustín Blanco Muñoz antes de las elecciones de 1998.  En medio de sus insistentes preguntas para aclarar mi actuación,  Hugo Chávez  rechazó de manera terminante mi participación en la sublevación militar: “Este documento y las declaraciones que fueron desmentidas en diversas ocasiones por mí, provenían de dos fuentes, una del intento de un sector de los capitanes de confundir, de dirigir la investigación hacia el propio Ochoa, de tratar de despistar. Y por otro lado, un grupo de ellos había sido manipulado. De eso no tengo la menor duda, y llegaron a pensar que de verdad Ochoa Antich tenía un compromiso conmigo antes del 4 de Febrero y que nos había traicionado”.

Voy anexar para los lectores que tengan interés sobre nuestra historia, una copia de mi libro “Así se rindió Chávez” publicado por El Nacional en el año 2007. Allí encontrarán muchas verdades.  Justamente, esas páginas las termino de esta manera: “En el transcurrir de los años, muchos venezolanos me han preguntado sobre la verdad de los hechos ocurridos. Espero que este libro sea una adecuada respuesta a sus interrogantes. Siempre sentí la obligación de contar los detalles de la conspiración que se urdió en contra del presidente Carlos Andrés Pérez y la democracia venezolana. Hice esfuerzos consistentes para tratar de salvar su gobierno. No sólo el día de la insurrección militar, sino desde el mismo momento en que me designó ministro de la Defensa y posteriormente ministro de Relaciones Exteriores. Colaboré lealmente, desde esas funciones, con los presidentes Carlos Andrés Pérez y Ramón J. Velásquez. El error histórico que cometieron los principales actores políticos de ese momento, al considerar que la salida de Carlos Andrés Pérez de la Presidencia de la República evitaría el colapso de la democracia venezolana fue una de las causas que favorecieron el acceso al poder de Hugo Chávez.

“He reconocido que durante mi actuación cometí errores. Los he confesado con absoluta sinceridad en las páginas de este libro. También tuve aciertos.  Creo que el balance de mi actuación fue positivo. Mi mayor orgullo ha sido siempre haber evitado un doloroso derramamiento de sangre durante los sucesos del 4 de Febrero. Ese día, sólo hubo 35 muertos, entre soldados, estudiantes y policías. Muertes muy dolorosas. Eran todos jóvenes venezolanos que merecían vivir. Los responsables de esos asesinatos son los jefes de la sublevación militar, en particular el teniente coronel Hugo Chávez Frías. Esa es la verdad. Manuel Caballero sostiene que la historia no es tribunal de nadie, que sólo narra los hechos. No estoy de acuerdo con ese criterio. Creo que la historia al contar en el tiempo un acontecimiento, valora con sentido crítico la actuación de los hombres. Espero, sin temor, el juicio de la historia. Tengo mi conciencia tranquila”.

Caracas, 21 de marzo de 2010.
fochoaantich@hotmail.com