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sábado, 6 de marzo de 2010

Una tarde con el Capitán Otto Gebauer // Por: Daniel G. Cardozo M.


 
Una tarde con el Capitán Otto Gebauer
El Centro de procesados militares de Ramo Verde ciertamente no es una cárcel común; como tampoco son comunes algunos de sus “huéspedes”, pero como me dijo uno de ellos “la cárcel te hace reflexionar, te coloca en una encrucijada donde tienes que decidir si te arrodillas o permaneces de pie; yo decidí mantener mi cabeza en alto, mi orgullo intocable, mi dignidad intacta” y ciertamente, así vive su injusto encierro el capitán Otto Gebauer, esperando sin perder la fe que el día donde la justicia realmente le devuelva no solo su libertad secuestrada sino que haga que quienes son los verdaderos responsables de la debacle estén en su lugar.

Circunstancias del destino me hicieron llegar en un giro fuera de mis planes usuales a tener el inmenso honor de conocer en persona a uno de los que personifica, que vive en carne propia, cómo lo que alguna vez fue una ilusión de cambio y progreso deviniera en lo que tantos alertamos sería, en un régimen de malvados, dirigido por personas sin principios, escrúpulos ni moral alguna y que, aun teniendo el poder  de practicar sus vilezas, no han logrado quitarle a ese venezolano lo que ellos evidentemente desecharon: la integridad personal.

Las circunstancias de su encierro son conocidas. No solo cumple una condena de casi trece años por “desaparición forzosa en grado de complicidad”, cosa que es a todas luces inconcebible, sino que además quien le dio la orden de “escoltar y cuidar de la integridad física de Hugo Chávez” hasta la base naval de Turiamo, fue condenado por “privación legítima de la libertad”, y hace tiempo atrás ya está libre, pero no son estas las causales reales de su encierro, la realidad es que esta allí por no ser cómplice de perjurio, por no “seguir la línea”, por “mala conducta y rebeldía”, por no doblegarse.

Otto Gebauer ve transcurrir sus días entre las blancas paredes del tercer piso, las rejas que le reiteran su encierro, su pequeño escritorio donde están los rostros de sus afectos, sus libros, su música y la convicción, la fortaleza y el sentido de lucha que posee alguien que sabe es no solo inocente sino un preso de conciencia, un trofeo que aquel a quien se le ordeno protegiese y salvaguardara tanto en sus derechos humanos como su integridad física y que irónicamente le ha confinado por capricho a un calabozo.

Amenizados por un café que el mismo preparó y que he de decir ha sido el mejor que he tomado en un buen tiempo transcurrió lo que al inicio creí seria una entrevista y terminó siendo una lección de vida, una enseñanza de cómo los principios y los valores son más importantes que el poder, el dinero o incluso que la libertad, porque a veces, como le sucede a él, por mantenerlos, se renuncia a ella, pero creo que a veces es mejor morir de pie o ir a la cárcel por no bajar la cabeza  a vivir de rodillas.

“Mi mayor preocupación es que los venezolanos despierten, que se den cuenta del camino que nos están trazando, que pierdan el miedo y actúen, porque vivimos en dictadura disfrazada de democracia” me comenta con más que evidente preocupación Gebauer y esta afirmación es inequívocamente cierta.

“A los venezolanos que quieren vivir en una verdadera democracia les digo, no piensen en ustedes, piensen en sus hijos, piensen en que le van a decir cuando les pregunten que hicieron para evitar que ellos tuviesen que irse a otro país a realizar las tareas que ningún otro nacional de esa tierra haría solo por vivir en libertad en que le van a decir cuando les pregunten por qué no evitaron que ellos fuesen víctimas de la dictadura, e igual le digo a los militares, piensen que van a responder cuando les pregunten por qué no hicieron nada para detener la dictadura, por qué se hicieron parte de la sociedad de cómplices que permiten la destrucción del estado de derecho” y estas son reflexiones de un hombre que está preso por no doblegarse, por no mentir, por no aceptar que le usasen para mantener impunes a los verdaderos responsables de la masacre de Abril, son las palabras de un hombre que perdió su libertad por ser leal a sus principios y formación no solo como militar sino como ser humano.

“El 11 de Abril me ordenaron emplazar en la alcabala de cumbres de curumo  acceso del alto mando hacia el Ministerio de la defensa armamento pesado, ametralladoras AFAC  y lanzagranadas AT4 y se me dio la orden que si alguien tratase de entrar a las instalaciones, hiciese fuego a discreción. Yo por ninguna razón iba a cumplir semejante atrocidad y ordene al teniente, al sargento y a los 14 soldados que estaban bajo mi comando que esas armas no fuesen emplazadas y que bajo ninguna circunstancia, se dispararía contra la población” Estas palabras, a cuenta de la situación caótica del momento y la gravedad de los acontecimientos no solo dejan ver el apego irrestricto de su persona no a la constitución, sino a los derechos humanos, derechos los cuales le han sido violados reiteradamente.

Pero la cárcel no lo ha doblegado, al contrario, me encontré con un hombre que a pesar del encierro, de no poder ver a los suyos, de no poder hacer una vida normal, aun sus convicciones, sus valores y sobre todo su personalidad integra me han impactado. Pocas son las personas que estando en su situación hubiesen tomado la determinación de seguir por el camino correcto aun a pesar de haber estado absolutamente consciente de las consecuencias que esto le acarrearía.

“Sabía a que me iba a enfrentar, pero no iba a bajar la cabeza, y llevo esta condena injusta con entereza, consciente que solo soy culpable de haber sido leal a mis principios, a la ley y a la constitución. Sé que en el futuro podré ver a mi hija a los ojos y jamás sentir la vergüenza que sentirán aquellos que, habiendo podido cambiar las cosas, prefirieron callar, bajar la cabeza y ser parte de los opresores”

“Se me pidió que dijera que la orden era matar a Chávez, cosa que era falsa, el estaba dispuesto a irse a Cuba, ese era su plan, nunca fue presionado ni conminado a la fuerza para tomar esa decisión, puesto que él le tiene terror a la cárcel y sabia como sabe ahora que ese es irremediablemente su destino pero no por venganzas de nadie, sino por justicia. Me asquea ver como se pisotea la constitución, como se la transgrede y los que debieran defenderla se hacen sus cómplices”

Muchas otras cosas pudimos conversar, muchas fueron sus reflexiones y lecciones, pero en el contexto general de esa extraordinaria conversación note algo que me hace pensar en que debemos seguir resistiendo, que debemos seguir luchando por recuperar la libertad ahora perdida como el perdió la suya y es esa convicción que proviene de alguien que aun a pesar de las circunstancias, mantiene su orgullo y su dignidad intactas.

Ya despidiéndonos, avisados por los timbres del fin de la visita jocosamente me dice “aquí tenemos un plan, es cámbiate de lugar por un amigo” Con risas pero con una enorme tristeza de mi parte le dije, “con gusto, hagámoslo, si eso permite que puedas ver a tu esposa e hija, no hay problema” y sinceramente, lo haría.

Por

Daniel G. Cardozo M.