ILUSIONES SIN DESTINO Por Carlos E Méndez Abril 30, 2010 (Un resumen y/o extracto del Art "Del buen salvaje al buen revolucionario" por el Prof. Aníbal Romero, con motivo de los 30 años de la publicación del libro con el mismo nombre escrito por el periodista Carlos Rangel) "nos mentimos a nosotros mismos, y aceptamos además fácilmente cualquier mentira ajena que nos alivie de nuestra humillación". De un lado , los latinoamericanos acogemos con beneplácito el mito del buen salvaje, del hombre puro y simple corrompido por una sociedad injusta y explotadora, una sociedad que sin embargo se redime mediante utopías colectivistas. De otro lado, la humillación que se deriva de la brecha entre el inmenso poder de Estados Unidos y las divisiones, atraso, e inestabilidad latinoamericanas genera el mito del buen revolucionario, arquetipo del latinoamericano que culpa al coloso norteño por todos nuestros males, y dedica su existencia a luchar contra "el imperio". Rangel asevera, por ejemplo, que "la ambición secreta que vive en el corazón de cada latinoamericano" consiste en "desafiar a los Estados Unidos, romper con los Estados Unidos, como desquite no sólo por los atropellos y las humillaciones particulares y concretos sufridos por los latinoamericanos colectiva e individualmente a manos de los yanquis, sino sobre todo por la humillación y el escándalo generales que significan el éxito norteamericano y el fracaso latinoamericano". Al momento de escribir esas líneas Rangel tenía en mente a Fidel Castro. Uno se pregunta: ¿Qué hubiese pensado de haber contemplado, tres décadas más tarde, a Hugo Chávez y sus delirios mesiánicos, exhibidos sin pudor alrededor del mundo? Rangel fue claro al señalar que "el imperialismo norteamericano en América Latina no es, desde luego, ningún mito. Sólo que es una consecuencia y no una causa del poder norteamericano y de nuestra debilidad. Hasta el despojo más inicuo, por reprobable que sea, no excusa de buscar una explicación racional para la fuerza del ladrón y la debilidad de la víctima ". En buena medida su libro es un intento de explicar ese abismo, y aunque su extenso ensayo no elabora propuestas explícitas, queda implícita la convicción por parte del autor de que sólo abandonando esos mitos, reconfortantes pero falsos, asumiendo nuestras responsabilidades, y superando el complejo de inferioridad que se escuda tras las fantasías del buen salvaje y el buen revolucionario, seremos capaces los latinoamericanos de construir naciones prósperas y estables, y una relación madura y mutuamente beneficiosa con Estados Unidos. A pesar del descrédito del socialismo a nivel planetario, todavía se reivindican en nuestro medio las fórmulas del fracaso, y algunos hasta sostienen que el socialismo es "humanista" . El antiyanquismo sigue siendo la moneda corriente entre buena parte de la intelectualidad latinoamericana, cuya visión del mundo continúa ubicada a la izquierda, y es tan profundo ese sentimiento que personas presuntamente ponderadas terminan convertidas —a la manera de Chávez— en apologistas de Noam Chomsky (el mismo que en su momento apoyó las matanzas de Pol Pot en Camboya, y hoy respalda a Kim Jong-Il). El Ché Guevara, cruel símbolo de una inmensa decepción, aún enciende las emociones de muchos en nuestras tierras. La Presidenta chilena, confundida por los mitos, duda sobre su voto en la ONU por temor a ser vista junto a Washington. Cuba permanece asfixiada de totalitarismo, y los Jefes de Estado de Brasil, Argentina, Bolivia y Venezuela enarbolan la retórica del buen salvaje mezclándola con la del buen revolucionario. (No autorizada su publicación)
Carlos E. Méndez "El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe adónde va": Antoine De Saint-Exuperi |