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martes, 27 de abril de 2010

La Chaveta de Chávez //Por: Stanislaw E. Dubis

 Hace algunos días atrás, en la  soledad de  los pensamientos que nacen entre el oscuro trasnocho y la almohada, acudían a nuestra mente ideas de variada naturaleza, tratando de entender, principalmente, en dónde perdimos el rumbo como país, como sociedad y como venezolanos. ¿Por qué no logramos continuar con el empuje nacional que traíamos en los años 60 y 70?  
Esa es una pregunta que nos hacemos cada vez con mayor frecuencia e inquietud, porque vemos que la vida ha transcurrido velozmente y el trecho que nos queda por delante, se nos antoja complicado, confuso e incierto tanto para el yo individuo, como para nuestra querida patria. 
Esa eventual “incomodidad” nocturna nos brindó una frase para tratar de definir el ruidoso fracaso nacional y tratar de escribir estas líneas buscando una explicación:
 
¿DONDE PERDIMOS LA CHAVETA NACIONAL?  
Personalmente, tenemos nuestra propia teoría, nacida sin duda de retazos de tantos escritos leídos, de posiciones personales oídas y de conferencias a la que hemos tenido la suerte de asistir.

Para explicarnos mejor, queremos decirles que CHAVETA es un término que los mayores de 50 aplicábamos en los ya lejanos y felices días de la infancia venezolana para referirnos a la pérdida del juicio, queríamos decir que alguien perdió la cordura, la sindéresis. En la más pura acepción criolla: “Simplemente, te volviste loco”.

Si, porque hemos llegado a la conclusión de que como venezolanos lo que estamos es locos social y nacionalmente; sin rumbo, confundidos, abrumados pero lo peor de todo, es que quien debe llevar la brújula para sacarnos de este marasmo es el primero que perdió la chaveta. Si amigos ¡CHAVEZ, perdió su chaveta en el poder! Pero, ¿es que acaso alguna vez la ha tenido?
 
Para delinear mejor la raíz de nuestro fracaso, creemos necesario hurgar en nuestros orígenes.

¿QUIENES HEMOS SIDO SOCIALMENTE LOS VENEZOLANOS? En general en nuestro país, por mayoría ancestral no venimos de familia mantuana (¿oligarcas?), muy pocos tienen apellido de abolengo, la inmensa mayoría nunca ha cenado con los amos del valle, y ¿dinero? claro que tenemos, pero muy poquito. Lo que si abunda entre nosotros son las deudas.
 
Ese es el motor que aún a cualquier altura de la vida nos sigue moviendo para tratar de sobrevivir honrada y decentemente. En este concepto creemos que
debemos trazar una tabula rasa nacional: el 90% (tal vez mas), de los
venezolanos estamos identificados por ese común denominador. Venimos "de abajo", de
padres humildes, pero generalmente dignos, de hogares casi siempre estructurados, constituidos por un padre trabajador y una madre de "oficios del hogar"; conocemos la estrechez económica, pero siempre pensamos en que "Dios aprieta pero no ahorca" y así, de a poquito, una considerable mayoría fue escalando posiciones.
 
Algunos afortunados alcanzaron con éxito más nivel que otros, pues hasta donde nos llegaba la energía y motivación allí parábamos para llenar el tanque y buscar una nueva ruta. En ese devenir de suertes hubo también una gran distorsión. Los de menor raigambre de principios y valores, que no de capacidades, progresivamente se fueron "vendiendo" para lograr lo que su limitación personal no les daba para llegar a la próxima estación. Esos muy lamentablemente también han alcanzado un lugar gracias a sus "habilidades rastacueriles".
 
Para justificar nuestro fracaso nacional, muchas veces hemos expresado en discusiones sobre este poco feliz tema, que el problema o la distorsión nacional estuvo en que en algún momento un buen amigo,  de "panita", le abrió la puerta a un MEDIOCRE y ese "ungido mediocre" alcanzó una posición de poder.
 
Allí es donde pensamos que se inició la desgracia de nuestro país. Ese tristemente famoso mediocre (que no sabemos quien es, ¿o si?), desde luego jamás iba a traer a su lado a alguien que tuviese el mas ínfimo brillo ni en sus ideas ni en su personalidad. Le opacaría su logro. Progresiva y tristemente, esa camada de mediocres adormecidos, despertó y se dio cuenta que si podían. Así fueron haciéndose de y distribuyendo entre ellos cuotas de poder institucional cada vez mayores.
Allí amigos creemos fue donde nuestro país perdió la chaveta. Los mediocres en el poder. Mediocridad como "un bautizo de manguera,” igual para todo el mundo. Ese es un reparto gratuito, fácil y sobre todo muy cómodo. ¿Para que esforzarnos en construir si es más alegre seguir iguales o peores,  o mejor: destruir e irnos al foso?

Aquí es donde queríamos llegar: ¿Qué pasó con el fenómeno del Hugo Rafael Chávez Frías del 98 y lo que nos ha venido ocurriendo?  Pues es simple: como lo ha manifestado muchas veces de manera pública, él no es diferente de la inmensa mayoría de venezolanos; tiene un origen muy humilde que lo hizo simpático y le dio gran aceptación nacional, al fin de cuentas es un hombre de identidad común. Chávez tuvo su oportunidad de oro; ingresó en la Academia Militar y se graduó en la gran igualadora social venezolana: La Fuerza Armada Nacional o FFAAN como le conocimos "los de antes", y de una manera u otra llegó a teniente coronel y esta tierra es tan generosa, que en grave error histórico lo convirtió en Presidente de lo que antes de su llegada era un país con problemas, pero pujante y promisorio, de ciudadanos iguales y con posibilidades de escalar para ser mejores.

Lo que,  seguro estamos, marca la gran diferencia en este  Presidente "de a pie" es ese resentimiento que posee “in pectore”. Chávez es en esencia un rebelde y por eso no es ni será jamás un REVOLUCIONARIO - ojo, no dije ROBOLUCIONARIO que sí lo es- ni él ni mucho menos quienes lo acompañan en grandes rebaños de mediocridad, porque ésos tal vez no sean tan resentidos como el líder, pero no son más que una bandada de oportunistas que vieron una hendija por donde les cupo la nariz, olfatearon la oportunidad y muy lamentablemente entraron a formar parte del equipo destructor de nuestra nación.

Esos individuos estarán siempre bien con éste y con cualquier gobierno que venga.

Hugo, muchos de tus ciudadanos pensamos en cuán diferente hubiese sido tu gestión si te hubieses crecido sobre tu humildad, sobre tu verdadero origen, pero como resentido que eres y de lo que solo tu puedes saber y tener tus razones para serlo, no tendrás jamás esa humildad bonita de decir, “Yo si vengo de abajo y llegué a ser Presidente de Venezuela, he allí mi legado”.
 
Que diferente fuera tu mensaje:”Venezuela es y será un país de grandes oportunidades para todos  YO HUGO CHÁVEZ, SOY EL EJEMPLO”. Pero ni tú ni los tuyos a esta altura del juego podrá hacerlo, pues su oportunidad está pasando y poco a poco cerrándoles las puertas. Esos mediocres individuos que te han acompañado tampoco tienen idea del significado de las palabras “dignidad,” “principios” y “orgullo,” palabras mancilladas tantas veces por tu verborrea tergiversada, de hombre maleducado, engañoso, chabacano y destructor. Tu resentimiento es tu perdición. Tu resentimiento contra todo lo que no lograste te ha llevado a destruirlo. Tu resentimiento es y será instrumento de tu propio fin.  
Estimados: Hugo Chávez Perdió la chaveta y junto con él, el país.
Aquí es donde nacionalmente caímos en un vacío que pareciera no tener fin: un Chávez sin Chaveta, sin brújula, sin ideas propias; cómo puede pretender dirigir a una sociedad que lo que buscaba en su momento era su propia identidad, una motivación y una plataforma para mejorar, buscábamos un destino como país. Eso que dijo Luís Giusti una vez y que en algún momento pudo haber sido realidad: "Venezuela es un país condenado al éxito". Esa frase perdió vigencia. Con lo que no contaba nadie en ese entonces es que alguien sin chaveta y además resentido asumiera el poder, alguien que teniendo un país detrás para darle soporte y apoyarlo, no lo logró.
Pudimos haber escogido nuestra propia ruta, ser autóctonos, pero justo se nos ha pasado una vez más, tal vez y Dios quiera y no sea esta  la última oportunidad que su gracia nos concede como país, de ser mejores.

¿Será que podremos recuperar la chaveta? Sin duda que si. Nuestro esfuerzo habrá de ser enorme, tenemos la hidalguía, la voluntad y especialmente la necesidad de hacerlo.
Eso si, sin Chavez.
Stanislaw E. Dubis
T/Cnel.® y Venezolano de a pié.
 
 
Nota de remisión:
Espero no se fastidien con estas lineas. Salida de la pasión de ser Venezolano abrumado por nustra triste realidad.
Gracias a la sra Yasmin Rincon y al Gral Seijas por su apoyo en mejorar el "estilo"

Stanislaw E Dubis. C.

"El socialismo es una filosofía del fracaso, es el credo de la ignorancia,
y el evangelio de la envidia, su unica virtud inherente es la distribución
equitativa de la miseria"
Sir Winston Churchill