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miércoles, 14 de abril de 2010

Militares pundonorosos. Por: Humberto Seijas Pittaluga. Sesquipedalia.



Humberto Seijas Pittaluga

Militares pundonorosos //
Sesquipedalia

De que los hay, los hay. Aunque la mayoría de la población lo pone en duda. En mucho, por el desempeño servil, perruno, de los altos mandos actuales y del pasado reciente. Lamentablemente, la mayoría de esos oficiales dignos de emulación ya pasaron al retiro; algunos están injustamente presos, otros sufren exilio, y otros sienten de cerquita las presiones del aparato represivo del Estado (para usar las palabras de Althusser, un camarada que los rojos locales han suprimido de su lenguaje). Todos, mientras vestimos uniforme, dimos demostraciones abundantes de escrupulosidad en eso de mantenernos apolíticos —a pesar de que cada uno tenía su forma de pensar sobre lo que era mejor para el país. Sólo después de cesar en la actividad y de recobrar los derechos que voluntariamente declinamos fue que nos manifestamos de una manera u otra. Unos tuvimos la suerte de poder completar los treinta años bajo banderas que establece como límite máximo la Ley; otros —desilusionados por cosas que veían— volvieron a la vida civil luego de algunos años.

Hoy, mucho del espacio que me queda se lo voy a ceder a alguien que sirvió bajo mis órdenes, Stanislaw Dubis Castillo, para narre algunas cosas que, según su propia confesión les salen del corazón. Durante mi servicio tuve el honor de tratar con superiores, compañeros y subalternos muy valiosos; pero también debí lidiar con algunos bien malosos. Dubis es de los valiosos; a él le reconozco muchas virtudes: inteligente, trabajador, correcto, abnegado; en una palabra: ejemplar. Hoy es uno de los muchos oficiales que se han visto en la necesidad de expatriarse para poder darles a los suyos una mejor forma de vida. Leamos lo que dice: 
“Yo resido en Bogotá desde hace tres años. Salí del país porque la empresa para la cual trabajo (petrolera) fue nacionalizada y tuve la suerte de ser relocalizado. De hecho, a partir de 1999 las decisiones gubernamentales me han hecho salir de mis lugares de trabajo —cuatro en total— pero Dios me ha bendecido con otro”.
 “...debo decir que siento una gran vergüenza por las cosas que se oyen de mi patria. En los últimos tres años, la colonia venezolana ha crecido solo en Bogotá de unos 500 hasta casi 30.000 hoy día. Gente que se ha venido a otro país —donde nunca es fácil vivir— buscando alejarse de la penosa realidad venezolana. Acá, muy a pesar de todo hemos encontrado respeto (...) He logrado establecer, por razones de mi responsabilidad laboral, un gran contacto con oficiales colombianos tanto activos como retirados y en todos ellos he encontrado amistad, identificación, apoyo y mucha simpatía, a pesar de que siempre hemos mantenido la diferencia que en el fondo nos puede separar como potenciales contendores (aclaro: en circunstancias diferentes a las actuales). En el resto del común con quienes me integro socialmente, ¿saben lo que he recibido?, comprensión, pena y dolor por lo que nos ocurre en Venezuela. Porque es muy difícil encontrar aquí alguien que no tenga un familiar de larga data de residencia en nuestro país”. 
“El respeto que como oficial retirado recibo en este país, no me lo proporcionan ni los guardias nacionales del aeropuerto, (...) Las acciones (...) en contra de ciudadanos colombianos, me parecen una provocación desesperada del régimen del oprobio y la vergüenza para que Colombia le responda. Como desde hace rato lo ha tratado: generar una escaramuza o un estado de tensión con tal de suspender las elecciones de septiembre, que muy bien sabe que tendrá perdidas si la oposición llegase a salir del letargo adormecedor de la ambición individual de poder que la ha caracterizado”.
  “Nuestro gentilicio ha sido manchado. Cada vez nos miran peor fuera de Venezuela, y en diversas latitudes nos ven como seres extraños, como si fuésemos portadores de una grave enfermedad. No hemos llegado (aún) a lo que se pudiera decir ‘nos miran con desprecio’, pero no creo que falte mucho si el desespero del Fracasado nos lleva a una situación de confrontación con algún vecino”.
 “Vivir fuera del país, además de la nostalgia y tristeza que se genera estar fuera de la ‘tierrita de uno’, se está convirtiendo en un reto que cuesta cada vez más sobrellevar con dignidad”.

Fin de lo que dice Dubis. Ahora, añado yo: De ese tipo de pundonor es del que deberían estar imbuidos los logreros que usan uniforme. O que ya se lo quitaron pero siguen con malas mañas...

Para evitar que ese tipo de oficiales siga enquistado en la directiva del instituto dizque autónomo (como si hubiera algo autónomo en un país en el cual parece que hasta los jueces reciben órdenes) que agrupa a los oficiales retirados es que hay que ir a votar en las elecciones que la corporación realizará próximamente. Para escoger bien, invito a mis compañeros de armas a la reunión con varios candidatos a vocales que vienen de Caracas y que estarán mañana miércoles, a las diez de la mañana, en el número 101-4 de la Avenida Los Colegios de Guaparo. No falten.