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martes, 25 de mayo de 2010

CUANDO EL ESTADO ES LADRÓN//Por: Paciano Padron


Cuando alguien nos roba o afecta alguno de nuestros derechos, acudimos al Estado en procura de justicia y reparación del daño.  Es eso lo que justifica la existencia del Estado, y lo que explica que limitemos nuestros derechos y le otorguemos  poder sancionatorio ante excesos o violaciones de parte de otros.  La gata se monta en la batea cuando el Estado es el ladrón, el que roba impunemente, viola derechos y se convierte en terror para los ciudadanos.  Ese es el momento de alzar la voz, obligando al Estado a cumplir su misión.


         Grave es la tragedia del pueblo venezolano, cuando el Ejecutivo Nacional actúa como malandro, acecha, intimida, viola derechos y roba propiedades, tal como desde su ámbito lo hace la delincuencia común, si bien ya es común el robo sistemático desde el poder.  La situación es peor aún cuando los ciudadanos no tienen dónde acudir, ya que todos los órganos de control del Estado son cómplices del delincuente.

         Acuso al Presidente Chávez de robar tierras, industrias y empresas, como lo haría cualquier ladrón de oficio.  Lo acuso a él de manera personal, ya que las órdenes las da en público, sin esconder que es él quien expropia lo que se le antoja, según su capricho, guiado por el hígado, no por el cerebro y la ley.

         Puntualizo el mandato constitucional del artículo 115, que  “garantiza el derecho de propiedad”.  Obsérvese que no dice “otorga” el derecho de propiedad, ya que él es innato a la persona, es connatural a nosotros.  El Estado reconoce y garantiza ese y los demás derechos. Añade la Constitución que  “por causa de utilidad pública o de interés social”,  y sólo por esa causa, “mediante sentencia firme y pago oportuno de justa indemnización, podrá ser declarada la expropiación de cualquier clase de bienes”.  Queda claro pues que debe mediar la “causa de utilidad pública o interés social”, la “sentencia firme” de un tribunal competente y el “pago oportuno de justa indemnización”, para que proceda la expropiación.  El gobierno no expropia, roba, arrebata. La ley -en desarrollo de la Constitución- establece la posibilidad de la ocupación o toma preventiva de los bienes a ser decomisados, según procedimiento previo de protección.  La excepción se hace regla. Además, el Estado desacata sus propias normas, roba, no expropia. 

         Por otro lado, la confiscación de bienes es una sanción “excepcional”, así calificada por la Constitución, y consiste en la toma de bienes de personas naturales o jurídicas, por parte del Estado, sin pago de contraprestación, en caso que sentencia firme determine que dichos bienes provienen de dinero mal habido, en sólo dos supuestos: obtenidos ilegalmente del patrimonio público o del tráfico de drogas.

         “Todo lo perdí en mayo de 2009, cuando Chávez estatizó los bienes y servicios conexos a la actividad petrolera”, le escuché entre lágrimas al dueño de una pequeña empresa dedicada al transporte de equipos y personal para la industria petrolera, a quien no le han indemnizado nada.  “Allí invertí todos mis bienes y los de mi familia, estoy en la bancarrota”.  Lo mismo dicen dueños de tierras en producción, convertidas en peladeros, después que se comen el ganado y los frutos.

         Ante el Estado ladrón, ante la autoridad maula que abusa del poder y la fuerza que los ciudadanos le hemos otorgado para cumplir y hacer cumplir la Constitución, debe moverse la ciudadanía.  Todos tenemos que darnos por aludidos.  Nadie puede seguirse haciendo el loco, simplemente ligando que a él no le toque.  A todos nos toca.  Votar el 26 de septiembre y dotarnos de una Asamblea que legisle y controle es importante, pero las protestas de calle no pueden esperar. Que se haga sentir nuestra voz.  No esperemos que otros actúen por nosotros.  Es la hora.

PACIANO PADRÓN
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