Luis A. Pacheco
SER UN EX
Friday, April 23, 2010
Hace unos pocos días recibí una nota vía “Facebook” de una gran amiga, periodista y alguna vez compañera de trabajo y de quién no sabía hacía ya tiempo, preguntándome si estaría interesado en hablar con una de sus colegas del diario El Mundo, en Caracas.
Hace unos pocos días recibí una nota vía “Facebook” de una gran amiga, periodista y alguna vez compañera de trabajo y de quién no sabía hacía ya tiempo, preguntándome si estaría interesado en hablar con una de sus colegas del diario El Mundo, en Caracas.
Según
entendí de la corta y afectuosa nota, la reportera en cuestión
quería entrevistar a ex - trabajadores de PDVSA que estuviesen
trabajando todavía en el sector, pero en empresas fuera de
Venezuela. Por pura coincidencia, o quizás no, el diario El Nacional publicó esta misma semana una nota muy extensa
sobre un grupo de petroleros venezolanos que han encontrado alguna
fortuna construyendo una compañía petrolera en Colombia.
Debo confesar que la nota de mi amiga me
generó sentimientos ambiguos. Por un lado, alegría, como petrolero,
por la oportunidad de usar el vehículo de la prensa venezolana para
hacer visible frente a la opinión pública
venezolana, que poco a menudo se ocupa, a los más de 20.000
trabajadores que fueron despedidos de PDVSA durante el período
2002-2003. Pero por el otro lado, sentí tristeza, como individuo, que a
pesar del tiempo transcurrido y los baches sorteados durante más de
7 años, uno siga siendo calificado como un ex-“algo”.
Esta línea de pensamiento me llevó a rumiar
que en la vida, si uno trabaja y tiene algo de suerte (mala y
buena), uno evoluciona de una etapa a otra. Esto hace que la vida
pueda ser vista, de una manera simplista, y en mi opinión errada,
como una sucesión de ex(s).
Ex–alumno de tal cuál
colegio o liceo, ex-jugador de tal o cual deporte, ex-miembro de
tal o cual grupo, coral, partido político, equipo deportivo,
universidad, compañía y hasta ex – esposo (a). Esas son muchas de las
descripciones que pueblan nuestras vidas y que sirven de muletillas
convenientes para describirnos, tanto positiva como
peyorativamente. Suerte de etiquetas de conveniencia y faltas de
profundidad. Valga la pena anotar que, salvo en situaciones
excepcionales, uno nunca se transforma en ex – hijo (a) o en ex –padre
(madre).
La
connotación positiva de ser ex (s), se deriva
de si la membrecía que se reclama nos da autoridad o preeminencia
ante nuestro grupo social, como si de una condecoración de batallas
ganadas se tratara. Lo negativo, por otro lado, se
desprende de cuando esa misma membrecía nos asocia con algo que el
grupo considera como una mácula denigrante o
censurable. Más aún, si a ver vamos, esto de los ex(s) pareciera
implicar que es más importante juzgar a alguien por
la acumulación de ex (s) de un pasado reciente o lejano, que
juzgarlo por las realidades del presente.
Es ese presente, y la real posibilidad de
contribuir a nuestro futuro y el de nuestro entorno, lo que determina nuestro verdadero valor de cara a la
sociedad, y en última instancia ante nosotros mismos. Mi colección
de ex( s) describe lo que fui, y quizás hasta mis posibilidades de
ser, pero no determina ni me da licencia, sobre el presente. Eso
solo lo hacen mis actos de hoy en día.
En el caso que nos ocupa, el gobierno que en
mala hora nos tocó, quiere convertirnos también, como si de etiquetas
se tratara, no solo en ex-PDVSA, sino también en ex- venezolanos.
Es
así que desde hoy en adelante propongo eliminar el apelativo de ex –
PDVSA, para denominar a aquellos que dedicaron sus vidas a
construir la industria petrolera que ayudo a ensamblar la Venezuela
del siglo XX. Si las cualidades humanas que los llevaron a dedicar, y
en algunos casos a sacrificar sus vidas, están todavía hoy
presentes en sus quehaceres, en Venezuela o fuera de ella, estén o
no cerca del petróleo, no son ex (s), sino son y seguirán siendo
merecedores del mejor título que se puede tener en una sociedad
libre: Ciudadanos.
Así
que apenas termine de escribir y revisar estas cortas líneas, le
enviaré una nota a mi amiga diciéndole que estoy más que dispuesto a
conversar con la reportera de cómo los
venezolanos, petroleros o no, dentro y fuera de los confines de la
patria, demostramos que si se puede construir a pesar de las
dificultades y por encima de los apelativos.
El día que Colombia, que es donde hoy nos toca
en suerte estar, tenga a bien recibirnos formalmente como parte de sus
hijos, añadiremos un gentilicio, pero tengan por seguro que nunca
seremos ex-venezolanos.
Fuente: EL RECADERO