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miércoles, 8 de septiembre de 2010

Con populismo, ideología y militarismo no se derrota la pobreza…//Por: René Núñez //PORTACHUELO



 Por: René Núñez (*)
Con populismo, ideología y militarismo
no se derrota la pobreza…

PORTACHUELO

  La vida es para disfrutarla a placer. No hay una segunda oportunidad. A la luz de la historia de la humanidad, no ha existido ser humano que no haya pretendido satisfacerla a su manera con sus convicciones, posibilidades y conveniencia. Decía Aristóteles “Hay que gozar la vida todo lo que se pueda, pero sin abuso”. El problema se presenta con los abusos. Por desviaciones humanas se han cometido y se siguen cometiendo crímenes de todo tipo, de norte a sur y de este a oeste en todo el planeta, siendo los más abominables los cometidos desde el poder  del Estado por no compartir ideales o pensamientos únicos. Inaceptable e intolerable desde todo punto de vista. El sacrificio y la reducción de espacios de libertad de los ciudadanos, la criminalización de las protestas son crímenes de lesa humanidad. Por esos excesos humanos, han caído millones de vidas inocentes en el mundo, sin contar los discapacitados y los sometidos a torturas, vejaciones y privaciones de libertad en condiciones absolutamente inhumanas.
  Paralelamente a esa realidad represiva y criminal histórica, se ha estado creando otra similar como la de pobreza crítica. Un estado social carente de servicios y de oportunidades, plagado de miseria y de escasez, con exclusión social. Las estadísticas dicen que las tres cuartas partes de la población mundial se encuentra bajo estas condiciones. Para desgracia, esas condiciones han sido manipuladas y explotadas política e ideológicamente por dirigentes para alcanzar el poder y desde allí satisfacer sus pretensiones y necesidades económicas y de mandato, ignorando e irrespetando a los electores que confiaron en las promesas de cambios  para mejorar su calidad de vida integral.
  Basta revisar la situación social de América Latina, para uno darse cuenta de esta triste realidad humana. Con muy pocas excepciones,  casi todos los países latinos presentan  características políticas, económicas y sociales de exclusión similares, caracterizadas por un cambalache permanente.
  Venezuela, uno de ellos. No se explica como un país como el nuestro, rico en recursos naturales y económicos estratégicos, condiciones y ventajas geográficas, no hayamos reducido a la mínima expresión la pobreza; por el contrario, se ha incrementado las desigualdades sociales; a pesar de los 950 mil millones de dólares recibidos por el régimen de turno en los últimos once años por concepto de renta petrolera; sin contar los ingresos por deuda pública, llevada por el gobierno -dizque revolucionario- de 36 mil millones a 95 mil millones de dólares. Cuando se coteja ingresos vs. resultados, sale a relucir un déficit inexplicable pero justificable cuando se evalúa el nivel de confiabilidad humana de los funcionarios al frente de las instituciones del Estado, sin duda, muy baja: poca capacidad profesional, poco conocimiento de las materias de Estado que administran, y escasa voluntad de servicio para cumplir sus funciones de manera correcta y oportuna. No hay excusa alguna para no haber gerenciado la bonanza petrolera invirtiendo en progreso y desarrollo nacional. Lo más difícil era contar con presupuestos y los que hoy nos dirigen los tuvieron de sobra.
  Se está en un momento crucial para hacernos los venezolanos una autocrítica sería y objetiva, con la finalidad de exigir mediante el voto el 26S la conformación de una nueva Asamblea Nacional mejor preparada, pensante, democrática, plural y confiable, capaz de hacer cumplir la constitución del 99 y poner en su sitio a los violadores reincidentes. No más diputados  sinvergüenzas y maulas en el cumplimiento de los deberes constitucionales. Ya basta de mentiras, evasión de responsabilidades, y  de una cultura de antivalores democráticos y humanos.
  Todo gobierno o funcionario se debe a una sociedad, sin distingo de clase y credo. Velar por la vida de todos, su mayor responsabilidad. Combatir la pobreza ha de ser la lucha permanente con ideas proactivas, positivas, constructivas, bajo el contrapeso de unos poderes públicos autónomos e independientes, garantizando a todos la igualdad  en el trato y  las oportunidades ante la ley. Estimulando la productividad de las economías privada y pública, desde la más pequeña hasta la más grande.
  Hay 3 razones de peso que explican marcadamente el por qué del atraso social de la Venezuela de hoy: 1) Populismo, una conducta política poca seria y responsable, caracterizada por promesas engañosas, inviables, personalistas, cuya gestión pública al final conduce al fracaso por los malos y oscuros manejos administrativos de la cosa pública, alto gasto público, alto endeudamiento, inflación, devaluación constante y creación de dinero inorgánico (artificial) no derivado de la inversión productiva, abuso de poder; 2) La ideología, como excusa de eficiencia de gestión pública de los llamados revolucionarios. Nada más absurdo en estos tiempos modernos de espacios integrados. La ideología por si sola no resuelve problemas sociales, los problemas sociales se resuelven con una gerencia eficaz y transparente, capaz de reunir equipos de trabajo conocedores de la materia asignada. Con profesionales y técnicos solidarios y de probado éxito y vocación de servicio. Con gerencia: planificación, control, organización y dirección. y 3) Militarismo. La educación de un militar, por lo general, se basa en obediencia absoluta a superiores, disciplina rígida, un mando vertical, preparados para la defensa integral del territorio. Se excluyen los estudiosos de la política, de la economía, de la gerencia pública.

(*) Internacionalista
 Edición 1122, hasta el próximo miércoles.  

IMAGEN de Hugo Chávez// Anarkismo.net