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martes, 28 de diciembre de 2010

RÉPLICA: Mensaje de Alírica Suárez Hernández a Hugo Chavez Frías, y a toda Venezuela. Venezuela.

FOTO: Imagen REFERENCIAL, por cortesía de Reportero24

Mensaje de Alírica Suárez Hernández a Hugo Chávez Frías, y a toda Venezuela.

Date: Tuesday, December 28, 2010, 1:31 PM

Buenas tardes.

Mi nombre es Alírica Isabel Suárez Hernández, de profesión Químico. Ejerzo labores de docencia e investigación en la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Venezuela. Agradezco la atención que tengan a bien dispensarme leyendo mi mensaje dirigido al señor Hugo Chávez Frías, presidente de nuestro país, y a todo el pueblo de Venezuela.

Quiero expresar mi más grande rechazo y repudio a las mentiras y engaños presentados ayer en el programa "Aló Presidente". Casi nunca lo veo ni escucho pero esta vez se trataba de algo que atañe a la tierra que me vio nacer, tierra que quiero, admiro y me enorgullece. Tierra que es cuna de gente progresista, honesta y trabajadora, que lucha contra las adversidades y las vence. Gente llena de principios que ama su familia y ese terruño que hoy quieren arrebatarnos.

Con mis propios ojos y oídos comprobé que su programa, señor Presidente, es una gran muestra de mentiras. Creo que cuando callamos ante las mentiras nos hacemos cómplices de quienes las dicen, y yo no voy a sumarme a esta sociedad de cómplices.

Quiero hoy decir que todo lo que usted dijo y presentó ayer sobre la hacienda Bolívar es falso. No me envían los dueños de la hacienda; ellos no me conocen y tal vez nunca escucharon mi nombre. Expreso mis propias palabras y lo hago con agradecimiento al lugar donde viví mi niñez, donde hay una hermosa escuela con maestros que, pagados por los dueños de la hacienda, me dieron mi primera educación, que me permitió venir a la capital y alcanzar mi bachillerato y luego, con mucho sacrificio, mi título de Licenciada en Química y, más tarde, el de Doctora en Química de la Universidad Central de Venezuela. Lo aprendido me permitió estar a la par de profesionales de diferentes países con quienes departí mientras estudiaba Postdoctorado en universidades del Primer Mundo.

La hacienda Bolívar no es lo que presentaron y dijeron ayer en su programa "Aló Presidente", señor Presidente. La hacienda Bolívar es, en justicia, un pequeño pueblo donde cada obrero y empleado tiene asignada una vivienda, de soltero unos, familiar los otros. Hay electricidad, agua potable, cloacas y aseo urbano (o rural), todo ello gratuito. Muchísima gente que subsiste en los barrios venezolanos quisiera vivir en las condiciones que la hacienda Bolívar provee a nuestras familias.

A mi escuela, la que me formó, van los hijos de los empleados y obreros, y todos los niños que viven en fundos y caseríos aledaños. La educación es gratuita, de calidad y hay además transporte gratuito, pagado por los dueños, que recoge los niños en sus hogares y los lleva de vuelta cuando concluye la jornada educativa.

Todos los empleados de la hacienda Bolívar reciben, a precio irrisorio, los alimentos básicos. Pueden disponer de toda la leche que tengan a bien consumir. Cada semana, por el precio que en la ciudad pagamos por un plátano, ellos obtienen un racimo de plátanos; y la carne la pagan a un precio mucho menor que el de sus tan cacareados Mercales, señor Presidente.

Sí, son miles de hectáreas, pero de tierras productivas que dan carne, leche, plátanos, y tantos otros frutos que nuestro generoso suelo sabe dar. Sí, en el Sur del Lago están las mejores tierras de Venezuela, pero no son tierras ociosas. Son la despensa de este país.

En su "Aló Presidente " de ayer presentaron las casas donde viven los dueños cuando van a la hacienda. Pero se les olvidó decir que cada vez van con menos frecuencia porque, ellos y sus familiares, son víctimas de secuestros. Se han visto obligados a alejarse de las tierras que con mucho trabajo y grande esfuerzo ellos mismos, sus padres, sus abuelos, hicieron producir.

Le oí, señor Presidente, criticando que allí hubiesen sembrado chaguaramos, como si eso fuese un símbolo de la "burguesía". Y me llenó de asombro que omitiera usted el resto de la hacienda, con sus casas pintadas, escuela, calles asfaltadas, cloacas, alumbrado, comedor, planta eléctrica (por si falla la electricidad que el gobierno suministra; todo el consumo eléctrico es pagado por los dueños) y estación de gasolina que son modelo para buena parte de nuestra ciudad capital.

Su "Aló Presidente" tampoco entrevistó a los empleados de la hacienda, hoy despojados de sus trabajos, que hasta por tres generaciones han vivido ayudándola a crecer, sintiéndola y sabiéndola propia. Es el caso de mi familia que, sépalo señor Presidente, durante 60 años ha aportado tres generaciones a esa tierra y sigue trabajándola. Allí crecimos muchos que hoy somos profesionales: médicos, ingenieros, científicos, juristas y licenciados en educación. Varios regresaron a laborar allá, y hoy pierden sus trabajos y hogares porque usted sigue creyéndose el único dueño de Venezuela. Porque sus aduladores le alimentan la vanidad y muchas gentes (pero cada vez menos) lo siguen a usted, señor Presidente, recogiendo del suelo las limosnas que lanza, apropiándose de lo ajeno y ensordecidos por las mentiras.

Las tierras del Sur del Lago, señor presidente, son muy venezolanas y muy nuestras. Y usted quiere quedarse con ellas sin haberlas trabajado. Pero eso nunca ocurrirá. Porque la tierra, según practicamos aquí, de sol a sol y día a día, son de quienes la trabajamos con los brazos, la cabeza y el corazón. No hay tierras productivas para quienes creen que trabajar es gesticular ante cámaras y vociferar por micrófonos.

Finalizo haciendo constar que la hacienda Bolívar es muestra de lo que significa el compromiso de prosperar con el crecimiento digno de los empleados. Sus palabras y actos, señor Presidente, son una descomunal injusticia contra los trabajadores, contra los dueños y contra todos los productores del Sur del Lago. A ellos quiere usted, señor Presidente, arrebatarles sus tierras. El bravo pueblo del Zulia no se amedrentará. No, señor Presidente, no somos criminales como usted ayer pretendía. Somos venezolanos. Somos ciudadanos con amor a estas tierras y llenos de orgullo por ellas.

Venezuela en mucho más mía, mucho más nuestra, que suya, señor Presidente.

Ciudad de Caracas, en la fecha del día siguiente a las mentiras.