PAGINAS Y RECORTES

sábado, 8 de enero de 2011

ORO, INCIENSO Y MIRRA. Por: Vinicio Guerrero Mendez

ORO, INCIENSO Y MIRRA
Vinicio Guerrero Méndez
El mismo día que Jesús regresó del desierto, Sus padres Le prepararon una fiesta y Le entregaron los dones que los sabios Le habían traído en Su infancia. Y María dijo: "hemos guardado para Ti estos dones hasta el día de hoy”. Y Le dieron el oro, el incienso y la mirra. Y tomó parte del incienso, pero regaló el oro a Sus padres y a los pobres, y de la mirra dio a María, llamada Magdalena.

En la antigüedad existieron tres sabios que vivían cada uno en diferentes países a miles de kilómetros de la ciudad de Belén, donde nació el Niño Jesús.  Eran muy distintos entre sí; uno tenía la piel blanca, el otro amarilla y el tercero era negro. Hablaban idiomas diferentes, pero eso nada les importó, sabían que su propósito era el mismo, buscar al Salvador del Mundo que salvaría a todos los hombres, sin tomar en consideración la tierra en que vivieran o la apariencia que tuvieran.
         Cada uno viajó solo por muchos kilómetros de montañas y desiertos, sin otra guía que la refulgente estrella porque todo fenómeno en el cielo tiene consecuencias en la tierra. Se encontraron finalmente en una colina que dominaba la ciudad de Jerusalén.
         De su largo viaje, habían traído espléndidos regalos para Jesús. Al entrar al pesebre, vieron al niño con su madre María, y sin pensarlo se postraron reverentes a sus pies y de hinojos  le adoraron. Abrieron sus cofres y con dulces expresiones cada uno de ellos ofreció su presente mientras el niño lo agradecía con una frágil y cálida sonrisa.
Yo soy Melchor. Te Traigo oro. Te Aseguro que existe Dios. Él es el grande y fuerte. Todo lo sé por el lucero puro que brilla en la diadema de la Muerte.
Melchor era un anciano de piel y barba blanca. Le ofreció al niño Dios oro, representando este su naturaleza real.
Yo soy Gaspar. Traigo incienso. Vengo a decirte: La vida es pura y bella. Existe Dios. El amor es inmenso. ¡Todo lo sé por la divina Estrella!
Gaspar era  Joven  y de piel morena. Su regalo fue el incienso, que representa la naturaleza divina de Jesús.
Yo soy Baltasar. Aquí traigo La mirra que aroma todo. Existe Dios. Él es la luz del día. La blanca flor tiene sus pies en lodo. ¡Y en el placer hay la melancolía!
Baltasar era de raza negra. Su regalo a Jesús fue mirra, que representaría su sufrimiento y muerte.
         Los Magos presentaron pues, oro, regalo otorgado a los reyes, representa la riqueza y el poder de aquel niño al que adoraban, era pues, una manera de dar a conocer que había nacido el más grande, el Rey. Incienso utilizado como signo de veneración en el altar de Dios. Representa la elevación de las energías instintivas y emocionales hacia el corazón y el cerebro símbolo de adoración a Dios, por lo que al entregarlo como presente, quisieron dar a entender que le reconocían como al Dios verdadero. Finalmente la Mirra para el hombre utilizada en la preparación del cuerpo para su embalsamiento tras la muerte. Este precioso bálsamo, se confunde con las lágrimas, y representa el dolor y la capacidad humana del niño Dios.
         Con estas dádivas los magos mostraron que Cristo Jesús quería que nosotros le ayudáramos a salvar al mundo, quería que COOPERÁRAMOS con él. Para hacerlo, tenemos que darle todo lo que poseemos. Debemos darle nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu. Eso es lo que hicieron estos sabios. Le dieron oro que representa nuestra  conciencia. El incienso, nuestro cuerpo, que debemos usar para caminar tras sus huellas. La Mirra, nuestra alma, que desarrollamos siendo buenos para con los demás, especialmente con nuestros niños. Si esto hacemos entonces, ya no habrá más sombras.  “Feliz día de Reyes”

 La oración! No la dejes nunca por nada. Ella da brillo a tus ojos, ardor a tu corazón, fuerza a tu voluntad. Persevera todos los días, sin desistir y Dios te escuchará.
Afectuosamente,
         Imperfecto.

VINICIO GUERRERO MENDEZ
vinguerrero@hotmail.com
IMAGEN: Fundación Telefónica