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miércoles, 9 de febrero de 2011

¿Democracia con Unidad Nacional? O ¿Socialismo-comunismo con Chávez? // Por: René Núñez // PORTACHUELO


PORTACHUELO/ René Núñez (*)
¿Democracia con Unidad Nacional?
O ¿Socialismo-comunismo con Chávez?
miércoles, 09 de febrero de 2011
En lo personal, no tengo dudas que la democracia es el mejor sistema humano de vida, a pesar de los desaciertos y los errores cometidos por quienes la administran bajo el supuesto de proporcionar una mejor suma de felicidad social a sus ciudadanos, por lo menos así lo expresa la Constitución venezolana del 99. Poder elegir libremente a sus dirigentes, contar con un sistema de libertades amplio y seguro, respetar los derechos de cada quien, son entre otras, las características esenciales requeridas para garantizar la superación y el crecimiento humano. No se trata solamente poder elegir cada cierto período a sus gobiernos: nacional, regionales y locales, sino también hacerlo bien y correctamente, bajo la supervisión constante, imparcial y equilibrada de los poderes públicos como contrapeso a las violaciones de normas, y a las posibilidades de anarquía. La única igualdad social seria y posible que debe ofrecerse es la garantía de acceso a los servicios públicos sin distingo de ninguna naturaleza, quienes deben dar respuestas diáfanas, oportunas, racionales y objetivas apegadas a la norma y a la razón.
 Hasta ahora, para defenderse de las denuncias y las críticas a sus gestiones maulas, los gobiernos democráticos han apelado al concepto de la legitimidad de origen; sin embargo, cada día toma mayor fuerza la importancia de la legitimidad en ejercicio; cuando el Estado, y sus gobiernos no tienen apoyo mayoritario en las ejecutorias públicas, llegando al extremo del abuso de poder y la imposición a la fuerza de sistemas reprobados que no son objeto de las cartas magnas legitimadas por el soberano. Para ellos, los ciudadanos se deben al Estado y no el Estado a los ciudadanos, como debe ser. Este es el caso, nuestro.
 Ya uno no sabe si está en democracia, o en el comienzo de una dictadura socialista comunista o en la génesis de una eventual anarquía. Oír, por un lado, a los altos directivos de la Asamblea Nacional afirmando sin recato alguno que ellos están allí para aprobar las leyes socialistas ordenadas por Miraflores, o que van a sesionar desde un barrio para formar socialistas; y por otro, escuchar a la máxima autoridad del TSJ aclarando a la opinión pública que todas las leyes aprobadas desde el 99, es decir desde la llegada de Chávez al poder, tienen un contenido y un fin ideológico, son razones ciertas para uno estar desorientado, confundido y desconfiado por el orden interno establecido sin el consentimiento y la aprobación de las mayorías nacionales.
 Si nos vamos por el análisis de logros sociales, traducidos en calidad de vida integral (educación, salud, seguridad, empleos, viviendas, libertad de elección de gustos) este gobierno de doce años está reprobado en casi todas estas materias, con una calificación muy baja, inexplicable porque ha contado en ese período con un billón de dólares, monto suficiente para habernos posicionado en el camino de la prosperidad, de la seguridad y de la paz social. Como gerente privado, ese señor a los seis meses los propietarios del negocio lo hubieran despedido por inepto; aunque tampoco hubiera tenido posibilidades de escalar ese nivel jerárquico gerencial por no reunir los requisitos no sólo exigidos para el cargo sino también para el perfil candidato. Empero, a nivel político-público, la realidad es otra, privan otras condiciones: carisma-populismo.
 Con ocasión de las elecciones presidenciales, regionales y municipales del 2012, a los venezolanos se nos presenta una nueva oportunidad de cambiar las cosas, o dejarlas como están. Quienes somos partidarios del cambio, no debemos darnos el lujo de equivocarnos. Se hace imprescindible e impostergable lograrlo, primero, para detener la caída de la economía actualmente muy frágil y recesiva, restableciendo la jerarquía y normalidad de las instituciones públicas, otorgando la libertad inmediata de presos políticos, atendiendo con sentido de emergencia los problemas sociales posibles de soluciones a corto plazo; y segundo, ejecutando un plan de desarrollo nacional a corto, a mediano y a largo plazo, hablándole claro al país de su viabilidad y de los beneficios esperados, para los cuales se requiere del apoyo y el concurso de todos los agentes políticos, económicos y sociales. Haciendo énfasis en valores y principios morales y éticos, para combatir desde el principio la corrupción y la delincuencia a todo nivel y contemplación.
 ¿Cómo ofrecer estas luces y esperanzas a la Venezuela polarizada, desconfiada e insatisfecha por el país que tenemos? ¿Cómo recuperar la fe y el amor de un importante sector social que confió en este gobierno en la mejoría de sus condiciones sociales y de progreso humano y no lo hizo? ¿Cómo explicar a la gente que bajo el esquema político socialista-comunista no hay posibilidades reales y ciertas para progresar sino a través de la democracia? Son retos por cumplir.
 La reconquista de la democracia pasa por la construcción de una unidad nacional seria, creíble y viable. La complejidad, los contratiempos y los sacrificios son los obstáculos a vencer por los actores políticos democráticos. Sabemos lo complejo del mecanismo unitario, de las asperezas y los sinsabores iniciales para alcanzarla, sin embargo se debe entender que sin la unidad nacional más allá de partidos será difícil vencer a Chávez. Partidos y dirigentes deben asimilarla, y ponerla en práctica revisando la experiencia chilena, un valiosísimo ejemplo para entender la conveniencia de esa necesaria amplitud y la perspectiva de subsanar errores e injusticias.
(*) Internacionalista.Edición 1141. Twitter:@renenunezr Pueden oírme en “Diplomacia de Micrófono”, de 1:00 a 2:00 pm por la emisora LaMejor FM 91.5, acompañado del periodista Armando Gruber.

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