PAGINAS Y RECORTES

jueves, 24 de marzo de 2011

Hagamos de Venezuela un país alto promotor de la imaginación…/ Por: René Núñez / PORTACHUELO.



PORTACHUELO/René Núñez (*)
23 de marzo 2011

 Hagamos de Venezuela un país
alto promotor de la imaginación…
 En estos tiempos tan exigentes y competitivos ya no se habla de países subdesarrollados y de países desarrollados. Se habla de países altos promotores de la imaginación y países bajos promotores de la imaginación. Una nueva concepción para interpretar y diferenciar, sin duda alguna, la clase de dirigentes y de gobiernos trabajando en equipo para mejorar con resultados tangibles la calidad de vida integral de sus nacionales. Muy lógica, porque solo creando bienes, obras y servicios eficientes se puede cumplir con esa misión contenida en casi todas las cartas constitucionales del mundo pero que la mayoría de los dirigentes-gobiernos no terminan de internalizar como estrategia de evolución social...
 Esa imaginación se facilita con democracia, con libertad, con igualdad en cuanto al trato ante la ley; aceptando la convivencia como una necesidad inteligente para crecer con dignidad, respeto, organización, orden sin exclusión social alguna.
 Si en algo los venezolanos debemos preocuparnos, es en el hecho de no estar transitando el camino de esa dirección como sociedad democrática; a pesar de contar con una naturaleza bendecida por doquier para el compromiso de país. En cambio otras naciones sin recursos naturales ni orografía favorable han logrado el avance y la redistribución de la riqueza de manera satisfactoria; y saben ¿por qué? por la imaginación creadora promovida por gobiernos serios, responsables que supieron integrar los pueblos a los compromisos de prosperidad social de sus naciones.
 Acá en Venezuela la historia ha sido otra, se ha perdido mucho tiempo en discusiones bizantinas, que en nada han aportado valor agregado -ni siquiera- para superar las trabas del populismo el cual nos sigue sometiendo al esquema de país monoproductor, rentista petrolero. Con economía de puertos.
 Se sigue sin entender que mientras se continúe produciendo materias primas, seguiremos atado a los precios de materias primas. Por ende, a la dependencia externa. En estos últimos doce años la situación nacional ha empeorado, involucionado, llegando a niveles de deterioro no solo socioeconómico sino moral y ético por la desatinada conducción de un gobierno interesado en primar, defender y proteger, a costa de lo que sea,  su interés personal de permanecer en el poder de por vida, bajo la excusa de que solo él y con el apoyo de un ejército revolucionario popular armado se puede garantizar la mayor suma de felicidad social. En otras palabras, solo él y con él se puede imaginar y crear el país del “futuro edén”.
 Pensar en semejante estupidez ideológica, es sinónimo de mediocridad, enajenación y sumisión. Los países con mayor calidad de vida dejaron de lado el sentimentalismo nacionalista, ideológico, religioso. Se lanzaron al riesgo y a la aventura ¿Saben de qué manos? De manos del comercio exterior. Entendiendo por éste no solo saber vender sino saber comprar. Los pueblos que se atrevieron comprendieron su significado. Aguantando el hambre y los sacrificios necesarios para emprender el reto, un reto nada fácil pero alcanzable cuando de por medio la imaginación creadora y confianza de gobiernos y gobernados son capaces de concertar esfuerzos y sabiduría como equipo unido y no como se insiste en la mayoría de los pueblos latinos, africanos y árabes alrededor de “un Mesías”.
 Competir con otros mercados en estos tiempos de espacios integrados, no es nada fácil. Pero lo peor es “dejar hacer”, “dejar pasar” y no atreverse a dar el paso adelantado para la integración nacional. Seguir buscando culpables adentro y afuera del país tampoco es la solución. Quienes crean que los mercados internacionales se inspiran en términos de justicia están equivocados. Guste o no allí priva la ley del más fuerte, derivada de la libre competencia. De la batalla de la eficiencia (precio-entrega-calidad). Mientras los dirigentes de partidos, de gremios profesionales y técnicos, de sindicatos, de ONG, de gobiernos, etc., no entiendan esa realidad la situación de país no va a cambiar por mero hecho de elegir otro gobierno. De allí la ineludible e impostergable obligación que tenemos los ciudadanos de hacerla cambiar mediante la participación y la exigencia a nuestros líderes independientemente de los ambientes políticos, económicos, laborables, sociales, religiosos, culturales y deportivos en juego... De seguir pasiva nuestra actuación ciudadana -repito- las cosas seguirán igual.  Nuestro desagrado social aumentará.
 Se requiere -entonces- una cruzada de concienciación nacional, regional, municipal, parroquial, para hacer del país nuestro compromiso creador. Hay gente pensando y trabajando en esta dirección; pero no lo suficientemente convencida. Acá en Guayana mismo hay movimientos nacientes sumando voluntades a pesar de la resistencia a los cambios de partidos u otras organizaciones laborales y sociales. Se habla mucho de falta de planes y de proyectos. Sin embargo, soy de los que piensa que nos hace falta más bien voluntad política para hacer las cosas en su momento, bien y correctas. Harto estamos de leyes y ministerios. De diagnósticos. De dirigentes populosos y corruptos. Interesados solo en servirse asimismo y no servir a la gente como lo establece las competencias constitucionales. De lo que se trata es de un problema de gerencia pública eficiente y transparente, conducida por líderes capacitados, conocedores de sus funciones y con la voluntad de compromiso moral y ético con el país; capaz de rodearse con los mejores pensadores y creadores de bienes, obras y servicios.
Twitter: @renenunezr(*)InternacionalistaPueden oírme en Diplomacia de Micrófono, de 1:00 a 2:00 pm por la emisora La Mejor FM 91.5, acompañado del Lic. George Bello.
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