PAGINAS Y RECORTES

jueves, 3 de marzo de 2011

Teatro bufo, de comedia // Por: René Núñez // PORTACHUELO


Teatro bufo, de comedia
Portachuelo/ René Núñez (*)
Nuevamente el pueblo fue sometido a cadena, esta vez por más de 40 horas, para ver y oír una obra mediática de pésima actuación actoral por parte de sus protagonistas: ministros, diputados del gobierno y de la oposición, aunque en descarga de estos últimos justo reconocerles lo forzado de su participación con papeles muy breves de tiempo y espacio.
 El show mostró una coreografía inusual, para estos menesteres parlamentarios, montada en los palcos del Hemiciclo con unas barras bulliciosas, amaestradas, repetidoras de estrofas caletreadas para aplaudir a unos y abuchear a otros.
 Con el escenario a reventar, y un guión preconcebido para ocultar hechos, cifras e imaginar realidades que en nada se parecen a las vividas a diario por el pueblo venezolano, se presentó esta pieza en tres fechas, para las cuales siempre se les negó la entrada a la prensa, no así a los periodistas de nómina de la compañía circense.
 La comedia tenía que ver con una supuesta interpelación a unos ministros del gobierno, que desde hace doce años no rendían cuentas al parlamento, pero, que ahora por razones coyunturales, sí se les ordenó con la finalidad de enviar una señal al mundo de que en el país de las maravillas también funcionan las libertades y la democracia.
 Según el procedimiento de ley, los ministros están obligados a entregar a la Asamblea Nacional en los primeros 60 días del año un informe escrito de su gestión pública anual, compromiso que a la fecha los jerarcas del poder no han cumplido. No tengo duda, esto habría influido mucho sobre la bancada opositora para no hacer mejores preguntas concretas acerca de las deficiencias, de las inconsistencias y de las desviaciones cometidas por los ministros; sin embargo, no la exonera de responsabilidad por no haber advertido al comienzo del espectáculo al público receptor de la calle semejante omisión constitucional.
 El guión fue montado sobre la base del ventajismo, del abuso de poder del dramaturgo principal, cuyo propósito central no tenía otro sino el de ridiculizar a sus adversarios con apoyo de las barras y los diputados oficialistas, quienes juntos con los ministros del gobierno cumplieron al pie de la letra el libreto encomendado.
 Los actores oficialistas se concentraron en hacer de las interpelaciones un debate ideológico basado en dos propuestas de modelo de país, la de ellos, la socialista-comunista la cual no asumieron por miedo político, y, la de los opositores, la democracia, la cual responsabilizaron de todos los males históricos de la nación. En este capítulo a los espectadores de TV nos hubiera gustado que un diputado demócrata aclarara que el modelo del que se ufanaron todo el tiempo los rojos rojitos fue rechazado en un referendo en el 2007 por la mayoría del pueblo venezolano cuando le dijo NO al proyecto autoritario, cuyo resultado soberano, a la fecha, la Asamblea Nacional ni el gobierno central han acatado; por el contrario, en desobediencia constitucional ambos poderes han estado imponiéndolo por parte y por leyes al mero estilo cubano.
 Durante sus actuaciones teatrales, ministros y diputados del PSUV no dejaron de rendir pleitesía al jefe supremo de la revolución, como cuidando y asegurando funciones de reparto en futuras obras similares.
 Las reglas del debate y de participación de opositores fueron exigidas al máximo en todo momento; mientras los ministros tenían todo el tiempo para desarrollar sus ideas, los opositores disponían de cinco minutos; al cuarto, ya oían la voz intimidante y coercitiva del director de debate anunciando la expiración de su tiempo de intervención.
 Para la primera fecha del drama se planificaron algunos forcejeos y golpes, provocados por un actor diputado oficialista, con la finalidad no sólo de amedrentar a sus rivales ideológicos sino también para reafirmar en escena quienes tenían la fuerza en las tablas. Las otras citas se desarrollaron con relativa normalidad, aunque siguió privando la misma estrategia bufa y mediocre de ocultar la verdad a los venezolanos, no responder las preguntas de los opositores, poner a éstos en todo momento al escarnio y al desprecio público.
 Los pobres, los desasistidos, los excluidos fueron los grandes beneficiados del discurso, llegando uno a imaginar su transformación en nuevos ricos de la sociedad por arte y magia de la revolución.
 Antes de bajar el telón y para que no hubiera confusión alguna, ocurrió lo inaceptable, todo el elenco, excepto los actores opositores, se pararon de pie para otorgar una salva de aplausos al autor, al productor de otra obra revolucionaria, como la de Muammar al Gaddafi en Libia, quien durante 42 años la mantuvo en cartelera a la fuerza; pero que desgraciadamente, en estos instantes, pasa por una situación muy crítica al rebelársele sus actores por un lado y sus seguidores por otro, hartos de malos tratos humanos, de miseria, de exclusión, de represión, de involución, donde sólo Gaddafi, su familia, y sus acólitos más íntimos podían disfrutar a placer, a sus anchas, sin rendir cuentas a nadie, los beneficios económicos generados por la revolución.
 Viendo este final de la novela, me vino a la mente el recuerdo cuando esos mismos actores otorgaron un minuto de silencio al máximo jefe de las guerrillas de Colombia: Manuel Marulanda, después de que el Gobierno colombiano anunciara su muerte.
 (*) Internacionalista
 Edición 1144. Twitter:@renenunezr Pueden oírme en Diplomacia de Micrófono, de 1:00 a 2:00 pm por la emisora La Mejor FM 91.5, acompañado del Lic. George BellO.