Abril 01, 2011
No hay que darse mala vida por esa bicoca de diez
millones de dólares ($10,000,000.oo) regalados ejecutivamente por el
presidente de Venezuela a los Uruguayos para que construyan o doten un
hospital público. Al fin, que es una raya mas para un tigre como don
regalón. Mas bien hay que alegrarse, ya que la intención oculta del
presidente es congraciarse con ese pueblo y otros mas que han resultado
favorecidos con sus obsequios, para acondicionarse un exilio dorado
cuando deje el poder. Aleluya, Amén!
Esta visto que el presidente es un gobernante que
actúa por impulsos, y como su papá estado es rico, pues, el se da el
lujo de hacer regalos cotosos puesto que no le cuestan nada, si acaso su
popularidad con los de su casa, que dicho de paso, va en declive. Los
amiguitos que le acompañan en sus viajes de placer, le celebran sus
ocurrencias y le ayudan a gastar los dineros ajenos. Todos esos quieren
que en Venezuela impere un comunismo, pero no para ellos, sino para los
ingenuos que se comen ese viejo cuento.
Difícilmente el inquilino de Miraflores va a
querer chuparse una fruta debajo de una mata de mango después de haber
saboreado las mas ricas exquisiteces que le proporciona el poder. No va a
querer quedarse a vivir en Venezuela donde lo esperan varios juicios,
ni irse a un país del primer mundo donde lo vayan a extraditar. Al ex
presidente Carlos Andrés Pérez, por haberle obsequiado un regalito
parecido a la Sra. Violeta Chamorro presidenta de la Nicaragua
democrática, le costó el cargo, la cárcel, y un exilio forzado en Miami.
A los ministros de Gadafi que están brincando la talanquera, no los
quieren en ninguna parte; cuánto mas a los que lleguen hasta el final
con ese tigre de la malasia.
Lo triste de esta historia de amor desenfrenado
del presidente, es que los hospitales venezolanos están pagando bien
caro el precio de esos derroches. Si a eso le sumamos la plaga de la
gripe esa que amenaza con diezmar a la población, nuestra suerte podría
igualarse a la de Japón. Que Dios nos agarre confesados!
Carlos E. Méndez
IMAGEN: INFO-MUNDO