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viernes, 6 de mayo de 2011

El Traidor y las Farc // Por: Luis Fernández Moyano

El Traidor y las Farc

 Luis Fernández Moyano

4 Mayo, 2011
Es bueno que Pérez Becerra y los faracos lo comprendan. Van en picada. Dejaron de serle útil. Santos, su “amigo íntimo”, está en la cresta de la ola. Si los desencantados, traicionados, estrujados y expelidos por el magisterial oportunismo presidencial volaran, el cielo estaría nublado. Así son las cosas.

Razón tiene el faraco Joaquín Pérez Becerra en armar un berrinche por la canallada que le hizo el teniente coronel al agarrarlo en interiores y despachárselo vía certificada, aérea y expresa a su, por ahora y mientras lo necesite, mejor amigo. A la hora de la sobrevivencia, Hugo Chávez no le para bolas al internacionalismo proletario, la comunión ideológica, los compromisos revolucionarios, Tirofijo, Raúl Reyes y yerbas del mismo calado. Para Chávez, lo único
que importa es el culo en que se sienta. Cuando le llegue la hora, ya verán Diosdado, Izarrita, Nicolás Maduro, Soto Rojas y su cuerda bolivariana el aprecio, el respeto y la amistad que les tiene. Los tirará al basural como quien suelta un pañal servido. O artilugio más íntimo.
Imposible negar que la Anncol, agencia de noticias del Secretariado de las Farc dirigida por Becerra desde territorio neutral – vale decir, desde nación pendeja – se le abrió de piernas, lo alabó, elogió, endiosó y convirtió en la versión rediviva de Lenin y sus apóstoles. Para Pérez Becerra, el de Chávez es “un gobierno al que nosotros hemos apoyado, un gobierno al que nosotros hemos difundido a través de Café Stereo y ANNCOL los propósitos de la Revolución   Bolivariana en Venezuela y por lo tanto creo que esto es un golpetazo”.
Lo es. Como fue un golpetazo el que dio el 4 de febrero, cuando traicionó todos los juramentos militares hechos y por hacer. Y los que hizo, hace y hará mientras viva. No es asunto de ideología, de compromiso revolucionario, de solidaridad e internacionalismo, de fe en la causa revolucionaria y compromiso histórico con la Nación. Es su naturaleza, como la del alacrán que se monta en la ranita. No es que quiera o no quiera. Es que no puede hacer otra cosa en su vida que salvar su pellejo, aprovecharse de la ingenuidad del mundo y chupar de la teta del Poder tanto como le aguante el cuerpo.
¿No lo hemos visto disfrazado de ángel guardián, vestido de azulito, declarándole un amor eterno a la humanidad, prometiendo crucifijo en mano que rectificaría, que no volvería a ordenar el Plan Ávila, a montar otro Puente Llaguno, a respetar la Constitución como a Dios Santo y Todopoderoso? Más de un obispo de testigo, más de un cardenal
en conocimiento, más de un Papa que pueda jurarlo. Chávez miente como un descosido, traiciona como Judas, vende a la Patria y le cede la soberanía a los cubanos con una liviandad de cuerpo que asombra al más escéptico. Salvo el Poder, su Poder, todo lo demás le sabe a ñoña.
Es bueno que Pérez Becerra y los faracos lo comprendan. Van en picada. Dejaron de serle útil. Santos, su “amigo íntimo”, está en la cresta de la ola. Si los desencantados, traicionados, estrujados y expelidos por el magisterial oportunismo presidencial volaran, el cielo estaría nublado. Así son las cosas.

 IMAGEN:  Joaquín Pérez Becerra llegó a Bogotá y negó pertenecer a las Farc // COLAREBO DIGITAL