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domingo, 22 de mayo de 2011

Gonzalo Himiob Santomé: A los diputados y demás funcionarios electos // La Patill

Gonzalo Himiob Santomé: 

A los diputados y demás funcionarios electos

mayo 22, 2011 10:33 am
 
Sentaré aquí mi opinión sobre si es procedente, válido o adecuado que quienes el pasado 26S fueron favorecidos como diputados por el voto popular, e incluso quienes han resultado electos alcaldes o gobernadores en las regionales, se postulen ahora en las “mega elecciones” de 2012, como cualquiera que sea la expresión y según cada caso: “presidenciables”, “gobernadeables”, o “alcaldeables”.
Destaco primero que soy profundamente demócrata y que siempre he sido un defensor del voto como herramienta para el cambio político. Eso implica que los cuestionamientos que siguen no pueden ser interpretados bajo ningún contexto como un llamado a la abstención, y también que no le desconozco a nadie el derecho a postularse y a ofrecer sus empeños en donde sienta que mejor puede prestar sus servicios a la nación.
Sin embargo lo anterior también implica que como ciudadano es mi deber reclamar de quienes yo elegí y hasta de los otros, los que fueron favorecidos con el voto oficialista –por ejemplo Erika Farías, recientemente designada, contra lo que fue la voluntad popular chavista, como Ministro del Despacho de la Presidencia- coherencia y responsabilidad. Ningún funcionario público, electo o designado, milite donde milite, está exento de rendirle cuentas a sus electores.
Así, me pregunto si no es un grave error que los diputados electos, especialmente los opositores, pretendan ahora proponerse para otros cargos distintos de los que lograron, con tantos esfuerzos y sacrificios, porque así lo decidió confiada en el buen criterio de la unidad, la ciudadanía. ¿Un error? Se preguntarán algunos ¿Y por qué?
La respuesta es sencilla: La Ley de Partidos Políticos, Reuniones Públicas y Manifestaciones (¿Recuerdan? La ley “contra el salto de talanquera”, en lo seguido, LPP) en sus Arts. 26 y siguientes dispone que es posible considerar, que existe “fraude electoral” cuando un diputado asume una postura contraria o diferente a la de la “oferta política” que debió haber consignado al inscribir su candidatura, en su “programa de gestión” y en su “compromiso electoral”, ante el CNE.
Esto es inconstitucional, lo reitero porque ya empezaron desde hace algunos días a llover los ataques de los “fundamentalistas” de la unidad, esos a los que cualquier crítica a la MUD, por fundada que sea les parece un “pecado mortal”. Los diputados, lo dice la Constitución, no sólo son libres de postularse al ejercicio de cualquier desempeño público, sino que se deben como legisladores única y exclusivamente a su conciencia. Pretender abroquelar sus actos a programas fijos e inamovibles, ajenos al cambiante devenir político y social es manifiestamente contrario al ejercicio democrático.
Lo anterior se denunció en su momento, pero lamentablemente –y aquí el “pero” es muy importante- esas normas quedaron plenamente vigentes, y ese estimados amigos es precisamente el punto. Si la LPP dice lo que dice, cuando un diputado favorecido con la confianza popular incumple su programa de gestión, y en ejercicio del cargo que le fue confiado por el pueblo decide –por legítima que sea su “aspiración sobrevenida”- postularse a otro mandato distinto del que le había sido conferido originalmente
¿No está con ello –al menos en la lógica Kafkiana del régimen y de su sistema de “injusticia”- cometiendo un “fraude electoral”? Respóndanse queridos lectores ustedes mismos la pregunta, con base a lo que dispone el Art. 28 de la LPP, que reza: “Constituye fraude a los electores y electoras, por parte de quienes resulten electos como diputados o diputadas a la Asamblea Nacional, toda conducta reiterada que en el desempeño de las funciones parlamentarias, se aparte de las orientaciones y posiciones políticas presentadas en el programa de gestión como oferta electoral”.
La norma es sumamente amplia precisamente porque era su ambigüedad lo que interesaba al régimen en su aplicación e interpretación, ya que así son más fáciles los abusos y la arbitrariedad. Lo más grave es que el Art. 30 de la LPP, dice que la consecuencia del “fraude electoral” es la suspensión, o peor la inhabilitación política del diputado. Siendo así, especialmente los diputados opositores que ya habían conquistado a sangre, sudor y lágrimas esas curules ¿No las están poniendo –vista la realidad de las cosas, que no de lo que es el “deber ser”- innecesariamente en peligro? Yo creo que sí, y sin necesidad además.
Digo “sin necesidad”, porque otro aspecto que preocupa de esta oleada de “aspiraciones sobrevenidas” es que pareciera, erradamente, que en la oposición, cual ocurre en el oficialismo sólo se tiene un número limitado de “fichas” con las que hacer el juego democrático, lo cual en ambos bandos es falso.
Los diputados opositores y oficialistas electos parecieran estar mandándole al votante que confió en ellos dos mensajes muy negativos: Primero, que no quieren cumplir las órdenes que el pueblo les impartió –que “ya no les gustan” pues los puestos para los que fueron elegidos, y que otros ahora les parecen “más apetecibles”- y luego, que sólo ellos son los que tienen derecho a participar en elecciones y a postularse a los cargos que se obtienen mediante el voto.
Dicho con crudeza, muchas personas muy valiosas y tan o más capacitadas que muchos de los funcionarios elegidos de bando y bando, tuvieron que sacrificar sus legítimas aspiraciones a favor de la “unidad” en el caso opositor, o de los intereses personales del presidente, en el caso del oficialismo, y ello ocurrió tanto en las elecciones a alcaldes y gobernadores como en las parlamentarias ¿Por qué no dejarles a éstas ahora que asuman los puestos que serán disputados el año que viene sin poner en peligro los espacios ya conquistados?
En el caso de los opositores, la cosa es más grave, porque noto cierto “triunfalismo” obtuso que desconoce uno de los escenarios posibles. En todos los casos, encuestas y demás sortilegios en mano se oye a los opositores pregonar que “ya Chávez se va” y otros asertos similares. En otras palabras, se parte de la base, no necesariamente cierta aunque deseable de que Chávez perderá las elecciones en 2012.
Si así fuera, y si retornara entonces el Estado de Derecho, no habría nada que temer y quienes fueran diputados, alcaldes o gobernadores por la oposición y se hubiesen postulado a otros cargos, de no resultar electos podrían retomar sus puestos sin comprometer lo ya logrado; pero ¿Qué pasaría si Chávez merced su incuestionable habilidad electoral o su propensión al abuso, resulta –por vía de los votos o por vía de hecho- presidente de nuevo en 2012?
¿Creen que “se quedaría con esa” y dejaría volver por ejemplo a los diputados opositores, y hasta a los gobernadores y alcaldes, a sus curules o a sus posiciones según el caso sin tratar de inhabilitarlos? Yo, amigos míos, pienso que no. Creer lo contrario supone obviar la verdad, el tamaño y los manejos del monstruo contra el que nos estamos enfrentando.
FUENTE: La Patilla