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lunes, 20 de junio de 2011

Aventura “obligada” por el Istmo Caribe // Por: Gliceria Gil



Aventura “obligada” por el Istmo Caribe 

Por Gliceria Gil 
@Glimargica
Días atrás, de regreso de Caracas a Puerto La Cruz, por la rotura de la Troncal 9 me vi en la necesidad de tomar el desvío de la carretera Boca de Uchire-El Hatillo-La Cerca también llamada Istmo Caribe. Al inicio el disgusto fue grande pero no teniendo otra opción pues la carretera de los Llanos está en peores condiciones, emprendí mi travesía.
Como no todo es tan malo, con una música oriental de fondo y armada de mucha paciencia me dispuse a atravesar la vía lo que se convirtió en toda una odisea. Sin embargo, el recuerdo de amigos oriundos de la zona y la belleza subyugante del paisaje me ayudaron a sobrellevar la ruta. Todavía deliro al recordar que fui escoltada por el vuelo de algunas garzas corocoras cuyo rojizo color harían palidecer a la propia Scarlet O´Hara y casi tuve que pedirle permiso para seguir mi rumbo a unas garzas blancas que muy señoronas y sintiéndose las amas del lugar, atravesaban el camino para saciar su sed en el agua de la laguna de Unare cuyas orillas están cercadas por enigmáticos manglares. Solo me faltó tropezar los flamingos, las garzas grises, las garzas paletas y algunas de las más de doscientas especies de aves migratorias que acuden a este reservorio.
El trinar de algunas gaviotas se descifraba entre el bullicio formado por la caravana que cruzaba el lugar y no muy adentro de la laguna los lugareños se disponían a pescar los camarones cuyos alevines provenientes del mar pasan por sus bocas donde se alimentan y crecen debido a la gran cantidad de compuestos orgánicos allí depositados. Los que no son capturados regresan al mar para su reproducción, los otros se convierten en delicioso condumio que honra el paladar de quien los consume. Con las larvas de los peces sucede casi igual y por ello se puede comer lisa y lebranche de un gusto muy particular.
El mar de un lado, la laguna del otro, el fresco verdor de la montaña en lontananza como todo un guardián inundando no solo el paisaje sino también nuestros ojos, conspiran para ofrecernos un verdadero espectáculo y un indescriptible placer al contemplar uno de los lugares más hermosos de nuestro país.
Qué alegría sería para nosotros si el gobernador que más ha hecho por Anzoátegui le pusiera un poco de cariño a esta localidad. Les aseguro que como destino turístico, a nuestro estado ningún otro le ganara.