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viernes, 24 de junio de 2011

No todos los muertos son buenos/ General Carlos Peñaloza /Clodosvaldo Russián fue el creador de la macabra..............


No todos los muertos son buenos
Clodosvaldo Russián fue el creador de la macabra operación llamada “Un policía diario”, que enlutó treinta hogares humildes. Sus actuaciones como Contralor corresponden a ese perfil. No será fácil encontrar otro igual.
La eulogia -oración fúnebre- y los panegíricos frente al cuerpo inerte de Clodosvaldo Russian buscaban convertir al difunto en un nuevo héroe del panteón marxista venezolano. Los oradores lucieron inspirados, como si estuvieran ante la tumba de Lenin. El propio Presidente, desaparecido en medio de un capcioso reposo, decretó 3 días de luto. Aparentemente lo hizo con tres días de retardo, pero el retraso fue mucho mayor, pues el muerto estaba descerebrado desde que sufrió el ACV. La revolución lo mantuvo respirando hasta que el virrey recibiera en La Habana instrucciones sobre cómo reemplazar al Contralor ideal. La decisión de hacer pública su muerte, luego de una desconexión piadosa, se tomó después que el emperador del ALBA dictó quien debe ser el futuro Contralor de Venezuela.
La despedida al muerto fue un irrespeto a la inteligencia de los que quedamos vivos en este valle de lágrimas. Los ditirambos nos pintaron a un Clodo irreal. Los elogios y las alabanzas normales ante un difunto mutaron hacia lo político. Las loas de una revolución vacía de épica trataron de convertir al humilde operador comunista en un adalid antiimperialista. No en balde estamos en medio de la primera Revolución del Siglo XXI. Las revoluciones son mentirosas por naturaleza. Por ello su duración es breve en términos históricos. Aunque parezcan interminables en términos humanos. Los comunistas son los grandes maestros de la historia ficticia.
 La misión de todo revolucionario es poner al mundo patas arriba por unos años y, cumplido su ciclo, volver a la normalidad. En Hispanoamérica la revolución tiene un toque de realismo mágico. Lo irreal es lo cotidiano. Por acto de prestidigitación, la revolución es una involución. En ese particular la revolución bananariana no es segunda de nadie. Los elogios a los camaradas idos crean una nueva realidad.
 José Vicente Rangel fue el primero en estremecernos cuando atribuyó al difunto la condición de eximio defensor de los derechos humanos. Russian fue uno de los jefes de las Unidades Tácticas de Combate (UTC) de las FALN durante la época de la guerrilla urbana en los años 60. Fue el creador de la idea de matar un policía diario. De esa manera sembraron de huérfanos humildes hogares. Los ejecutores eran perros de presa que dirigía Russian. Uno de los casos emblemáticos de las acciones comandadas por este adalid de los DDHH fue el asalto a 4 refugios de exiliados cubanos el 1º de Noviembre de 1961, Día de Todos los Santos. Clodobaldo envió cuatro unidades a cumplir esta misión y se sentó en el puesto de atrás del vehículo en que se iba a realizar la operación más importante: el asalto a “La Hogareña”, una casa en que habitaban 27 refugiados, en su mayoría niños y mujeres. Los atacantes iban pertrechados con ametralladoras, granadas y bombas molotov. Al llegar, dos de ellos se bajaron del carro sigilosamente para asesinar al policía de turno esa noche e incendiar el refugio. Una de esas dos personas era Livia Gouverneur, estudiante comunista de la UCV. Otro era un pistolero afro-descendiente. En el vehículo quedaron el conductor y Russian, el jefe.
 El policía, un viejo tachirense, se dio cuenta de lo que venía y abrió fuego desde el jardín de la casa, cubriéndose tras un grueso tronco. El pistolero lanzó dos granadas de guerra que explotaron en el patio y Livia empezó a disparar su ametralladora Madsen, nerviosamente. Viéndose descubiertos, corrieron hacia el carro para escapar del solitario pero valeroso agente que luchaba por su vida. Al entrar al carro un disparo salió del puesto de atrás del vehículo. Unas cuadras más allá los atacantes frustrados se dieron cuenta de que Livia tenía un tiro en la espalda. Lo primero que hicieron fue llevarla a la casa de un medico comunista, el Dr. Héctor Marcano Coello, quien dictaminó que había fallecido. De allí fueron a tirar el cadáver a la puerta de la casa de Livia en La Pastora. Al otro día El Nacional inicio una campaña promovida por el PCV, denunciando que Livia Gouverneur había sido asesinada por la Digepol.
 Dado lo expuesto, es inexplicable como alguien tan conocedor de aquellos hechos como JVR puede declarar en su panegírico en la Asamblea Nacional que:“La defensa permanente de los DD HH caracterizó la vida de Russián”. El colmo fue el remate de su oración fúnebre: “Descansa, compañero, en paz, porque no tienes nada de qué arrepentirte…”. El eulogiado era el jefe de una organización criminal que asesinó a más de 30 policías de punto y que ha podido causar una mortandad de inocentes en el frustrado asalto a “La Hogareña”.
 Al fracasar la guerrilla urbana, Russián se fue a la montaña con Fabricio Ojeda. Ambos fueron capturados por campesinos desarmados. Nunca pelearon.
 Russian fue ficha de URD hasta que se fue al MÁS. La IV República lo nombró contralor del Distrito Sucre. Estando en ese cargo fue expulsado del MÁS por irregularidades administrativas. Mis fuentes dicen que la persona que lo denunció fue Teodoro Petkoff. Pese a las acusaciones, Clodosbaldo siguió haciendo carrera como contralor. Fue contralor de la UCV antes de acceder a la Contraloría de la Nación llevado de la mano por Luis Miquilena y José Vicente Rangel.Su gestión contralora se limitó a inhabilitar adversarios del régimen que tuvieran un perfil ganador.
 Otro orador que se desahogo ante el cadáver del Contralor fue Fernando Soto Rojas, el beatífico jefe de la AN. Con el rostro acongojado dijo: “Russian dejó huellas en este país, de honestidad revolucionaria.” Para terminar Soto Rojas dejo en evidencia la verdadera causa de su tristeza: “No va a ser fácil designar a otro que lo sustituya. La alta dirección del Gobierno está pensando una persona que siga la huella de Clodosbaldo. No va a ser nada fácil”.
 Russián fue un hombre gris sin muchas aspiraciones. Gracias a la resurrección del urredismo guerrillero al principio del actual gobierno, logró un cargo previsto para que la corrupción pudiera ejercerse sin obstáculos. Fue enviado ya descerebrado a La Habana para allá ganar tiempo mientras Fidel le buscaba un digno sucesor, mientras Izarra nos mantenía entretenidos con el cuento que estaba “en franco proceso de recuperación”. Ya deben haber encontrado ese digno sucesor.
General Carlos Peñaloza