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martes, 6 de marzo de 2012

En serio. Por: José Vicente Carrasquero A.



En serio
José Vicente Carrasquero A.
La campaña electoral de 2012 ya arrancó de una forma u otra. Los candidatos han adelantado lo que serán las líneas de acción para conquistar el voto de los venezolanos. Se vislumbra una contienda bastante reñida en la que la temperatura política puede subir a niveles peligrosamente altos.
Hay que comenzar obligatoriamente comentando la situación de salud del presidente Chávez. Como él mismo anunció en días pasados, no estaba curado, la propaganda que se montó alrededor de su sanación quedó totalmente desvirtuada. En este momento, muchos de sus seguidores querrán creerle que está nuevamente de regreso en plenitud de facultades físicas. Sin embargo, importantes sectores de la población tienen razones para ser escépticos.
El manejo de la enfermedad del presidente ha sido bastante apegado a una visión primitiva de la sociedad. Desde esta perspectiva se piensa que los seguidores y adversarios del presidente se mueven básicamente por emociones. En ese sentido, se comete el error de suministrar informaciones incompletas que no llenan las necesidades de saber del auditorio. Como consecuencia natural de lo anterior, se crea un terreno extremadamente fértil para la proliferación de todo tipo de rumores. No responde este fenómeno a una mera actitud morbosa de las personas. Es más bien, producto de un deseo de reducir los niveles de incertidumbre que se generan con esquemas comunicacionales que buscan preservar un secreto como si de eso dependiese algo más importante que la vida del líder mismo.
Aquí corresponde hacer el primer llamado a la seriedad. La enfermedad del jefe de Estado no es un asunto trivial que puede ser tratado con programitas donde se cuentan chistes y se trata de minimizar la gravedad de la cuestión. Lo cierto es que, dicho por el presidente, padece de cáncer. Una enfermedad que es responsable de más de seis millones de muertes anuales alrededor del mundo.
Trivializar esta enfermedad y su sufrimiento para mantenerse en el poder, es simplificar en grado extremo la política, el cargo de la presidencia de la república y todos los asuntos que están asociados a tan delicada materia. El manejo de la enfermedad del presidente tiene que ser, desde el punto de vista comunicacional, más completo, más veraz y sobre todo muy respetuoso del público al que se le da la información, que es después de todo el que representa el poder soberano de la nación. No hay espacios para remilgos personalistas. No es momento para pensar en mantener el poder a toda costa. Es propicio sopesar todos los elementos que rodean esta situación y tomar la decisión que mejor sirva a los intereses del pueblo venezolano.
El día domingo 4 de marzo de 2012 unos pistoleros arremetieron a tiros contra un grupo de personas que acompañaban una caminata del candidato presidencial de la Unidad Democrática Henrique Capriles Randonsky. Este acto salvaje, característico de algunas tribus africanas debe ser condenado al unísono por toda Venezuela, independientemente de parcialidades políticas.
No es posible que ya en la segunda década del siglo XXI algunos pretendan hacer política por medio de la barbarie que caracterizó a seres diabólicos como Atila. Es inaceptable que existan, al abrigo del partido de gobierno, grupos armados que atacan a mansalva a personas que están haciendo proselitismo político bajo las elementales normas de la democracia.
La falta de seriedad en el tratamiento de este asunto vino nada más y nada menos que de las dos personas más importantes del ejecutivo nacional. Cual muchachos que parecieran estar dirimiendo una peleíta en una caimanera de beisbol, ambos funcionarios se dedicaron a dar explicaciones y declaraciones que competían por insulsas y carentes de sentido de Estado.
Aquí la falta de seriedad se hace patente en el nombramiento de dos individuos que demuestran en sus acciones y en el rendimiento de sus respectivas gestiones que no tienen calidad alguna para ser parte del tren ministerial del presidente Chávez. Estos personajes no están a la altura de los acontecimientos. A lo mejor eso explica la tozudez presidencial de no delegar ni por equivocación en estos individuos.
Lo cierto es que el 4 de marzo de 2012 pudo haber pasado a la historia como un día fatídico en el cual hordas oficialistas pudiesen haber asesinado al candidato presidencial de la fuerza política más importante que se opone al gobierno de Chávez. Un escándalo que hubiese puesto a esta administración en el banquillo de los acusados como promotora de acciones que van en contra del libre ejercicio de los derechos políticos más elementales de los venezolanos.
Al final presidente Chávez el mensaje es para usted. Póngase serio. Las cosas no están para juego. Reflexione y tome las decisiones que le garanticen a los venezolanos, que no a usted, un país sin sobresaltos en el cual pueden aspirar a una vida cada vez mejor. 

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