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jueves, 15 de noviembre de 2012

CONDENADOS A SER LIBRES . Por: CESAR YEGRES M.



 15 de noviembre de 2012. 18:35


 CONDENADOS  A SER LIBRES

La libertad es uno de esos conceptos que todos defienden en lo abstracto, pero que con frecuencia rechazan en la práctica. 

No hay político en el mundo al que no le guste o le atraiga incluir en su discurso algún homenaje a la libertad. Para ellos es un concepto “vendedor”. La palabra misma es hermosa y sonora. Muy pocos están dispuestos a pronunciarse públicamente contra ella. 

Sin embargo, esos mismos políticos que manifiestan en las tribunas su apoyo a la libertad, aquellos que suelen rendir tributo a los héroes independentistas de antaño, propugnan con frecuencia medidas que buscan restringirla en todos los aspectos prácticos de la vida: sea en lo económico, político, cultural, religioso y moral. Se llega al extremo de que los enemigos de la libertad la usan como excusa para negarla. Una extraña pero común perversión, hace que muchos gobernantes que afirman estar defendiendo la libertad, promueven medidas destinadas a disminuir e incluso eliminar las libertades individuales. 

La libertad es un derecho natural del individuo. Para algunos filósofos, de hecho, es la esencia misma del ser humano. Cuando alguien pierde la capacidad de decidir, se queda sin una de las características fundamentales de su humanidad. Jean Paul Sartre dijo: “El hombre está condenado a ser libre”.  Los enemigos de la libertad han inventado en los últimos tiempos nuevas ideas para combatirla, sin reconocer o admitir nunca, que ese es su propósito. Así, han inventado lo que llaman los “derechos colectivos”, los cuales no son más que un  arma contra los derechos individuales y en particular contra la libertad misma. 

Nos dicen que la sociedad tiene derecho a limitar la libertad individual si con ello logra un beneficio social. Pero cuando se lleva este argumento a sus consecuencias lógicas, se obtienen resultados perversos. Si a la colectividad le conviene, entonces, se puede violar impunemente los derechos de los individuos o de las minorías. Lo anterior ha ocurrido muchas veces en la historia. Los derechos colectivos se han convertidos en excusa para despojar a las personas de su propiedad e incluso de sus vidas. Este ha sido el argumento de los tiranos, de los dictadores, de los autócratas, quienes afirman que cualquier daño que hagan es compensado por el beneficio de la comunidad. Incluso los genocidas han tratado de justificar sus crímenes por los beneficios colectivos que supuestamente están logrando. 

No es  nuevo que los tiranos combatan la libertad con la excusa de defenderla. Desde el espartano Lisandro hasta el romano Julio César, desde el francés Napoleón hasta el ruso Lenín, desde Hitler hasta Stalin. Muchos han sido los gobernantes en el mundo que han establecidos dictaduras con el pretexto de defender la libertad. Esta tradición se ha fortalecido en las últimas décadas. En el caso de nuestra América hablan de libertad Fidel y Raúl Castro, Chávez, Correa, los Kirchnner, Evo, Ortega. Son gobernantes que restringen la libertad diciendo que lo hacen para construir más sociedades democráticas y libres. 

Poco importa que la libertad implique riesgos, temores o tropiezos. El peor castigo es perderla. Manuel Azaña, Presidente de la Segunda República Española decía con mucha claridad: “La libertad no hace felices a los hombres: los hace simplemente hombres”. El dilema venezolano ante el 16 de Diciembre es: “O vivimos en libertad o fallecemos en las comunas”.

CESAR YEGRES M.


REMISIÓN: Marcos Dietrichm

IMAGEN SUPERIOR: Cortesía de Gabriela Elena Díaz Velázquez en Facebook