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domingo, 16 de febrero de 2014

VENEZUELA: Entrevista a un torturado. Andrés della Chiesa entrevista a Banderley Tomalá. La verdad SÍ será comunicada.



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Entrevista a un torturado – La verdad SÍ será comunicada


Andrés della Chiesa entrevista a Banderley Tomalá. 

En todo el territorio nacional vienen sucediéndose actos de protesta sobre los cuales recaen diversas denuncias, casi en su totalidad referidas al trato de las brigadas antimotines de la Guardia Nacional Bolivariana y los efectivos del CICPC para con los estudiantes. El entrevistado ha sido uno de los cientos de detenidos tras los sucesos del 12 de Febrero. Se trata de un procedimiento atropellado e incómodo —él debe seguir manifestando, yo debo seguir documentando un enorme flujo de información que llega constantemente—. Ambos conocemos el olor del gas lacrimógeno, el sonido de los perdigones resueltos hacia un objetivo, fulminantes.
Permanecen en la memoria colectiva las imágenes de la Policía de Aragua golpeando a una joven hasta el hartazgo o destruyendo las instalaciones del Centro Médico de Maracay. Hay reclamos en Caracas, jóvenes que dicen haber sido rociados con gasolina o torturados con electricidad. Las acusaciones se multiplican peligrosamente.
Banderley Tomalá fue expedito en sus declaraciones. Tras ser liberado en horas de la madrugada de este 15 de Febrero, nos revela con temeridad lo que ha sido el doloso e insólito proceso al que él y decenas de estudiantes capturados han sido sometidos. Estas declaraciones, formuladas para responder las preguntas que le he realizado, casi sin anestesia, constituyen datos precisos y fundamentales para comprender la situación actual del país, y sobretodo, las gravísimas faltas a los Derechos Humanos cometidas hasta ahora.
Espero que el lector desconocido sepa apreciar el trabajo que presento a continuación. De la misma manera, las aptitudes del entrevistado, quien exigió resueltamente que sus datos no fueran obviados, pues no tiene nada que esconder.
— Tú tienes una denuncia grave, Banderley. ¿Puedes explicarnos de qué se trata?
— Fuimos víctimas de torturas. A mis compañeros los trataron mal, nos golpearon. Puedo asegurar que los derechos humanos están siendo violados aquí.
— No quisiera ponerlo en duda, pero necesitaré que seas más específico. ¿En qué situación se vieron envueltos? ¿A qué tipo de trato haces referencia?
— A muchos los atraparon y les echaron gas pimienta, era un spray. Mientras nos agarraban nos venían golpeando y nos arrastraban por los pelos. Era la gente del CICPC. Una vez adentro, fuimos agredidos verbal y psicológicamente. También físicamente.
— ¿Qué tipo de cosas les decían?
Banderley no tarda en responder. Su tono de voz cambia, intentando replicar una inflexión amenazante.
— Cosas como “te vas a morir, maldito”, “se los van a coger en la cárcel, porque van presos” o “les van a dejar el culo grande”.
— ¿En dónde fuiste apresado, exactamente? Y en lo particular, ¿adónde fuiste conducido?
— A mí me agarraron en Bellas Artes. A los otros en Parque Carabobo y la Avenida México. Me llevaron primero al CICPC de Parque Carabobo, después nos remitieron a los calabozos que quedan en San Agustín. El “Bai” o algo así.
Banderley hace referencia a las mazmorras de la Brigada de Asuntos Especiales, BAE, adscrita al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, y ubicadas en el sector Vuelta El Casquillo, en San Agustín del Sur.
— Allí nos trataron peor —continúa—. Nos metieron en un calabozo de cuatro por dos a dieciséis estudiantes. Muchos estaban medio enfermos porque había muchas moscas y cucarachas.
— ¿Qué les dijeron allí?
— Que no íbamos a salir, que no teníamos derecho a nada. Que éramos más mierda que la mierda.
El entrevistado agrega con lentitud:
—No nos permitieron llamar a nuestros abogados ni familiares. Ayer fue que pudimos contactar, pero a escondidas. Todo gracias a un reo que nos ayudó.
No da el nombre, parece ser un asunto menor.
— ¿Un reo, dices?
— Sí. Si no, no contactamos. Hubiéramos tenido juicios injustos y una condena igual de injusta. Era un preso, se encontraba en los calabozos y tenía un teléfono escondido.
— ¿Qué condena les querían dar? ¿Se les mencionó algo acerca del proceso al que estaban siendo sometidos?
— No. Nada de eso. Nos culpaban de terrorismo, conspiración, traición a la patria, desorden público y delincuencia organizada.
— ¿Les dijeron acaso adónde los querían enviar? —pregunté después de pensar un momento la siguiente pregunta.
— Nos decían que nos querían enviar a Rodeo, pero a los que sentenciaron bajo privativa los enviaron para el penal de Chacao.
— ¿Sabes a cuántos se les dio sentencia? ¿Siguen aun con medida privativa de libertad?
— Sentenciados de mi grupo, seis, pero de los demás no.
— ¿Cuántos eran en tu grupo?
— Dieciséis, y salieron diez.
Tras la siguiente formulación, empieza a notarse la prisa en el entrevistado. Es un muchacho ansioso. Está en continuo movimiento.
— ¿Bajo qué términos fuiste puesto en libertad?
— No puedo salir de Caracas. Tengo que presentarme cada 30 días en los tribunales.
— ¿Te permiten o no te permiten dar declaraciones?
— En mi caso en particular, no me dijeron nada específico sobre eso.
— ¿Dónde fuiste procesado?
— En el CICPC de Parque Carabobo, fui trasladado al BAE y después en el Tribunal Supremo de Justicia, en el centro. Ahí fui procesado.
— Se ha estado hablando acerca de la utilización de electricidad como método de tortura en contra de los detenidos. ¿Qué opinión te merece la acusación?
— Mira, yo no vi que se utilizara electricidad, pero sí sé que ellos (funcionarios del CICPC) estaban colocando una cosa en las manos en forma de palito de chupón.
— ¿Tienes idea de cuál era el objeto de este instrumento?
— Dejaba como unos huequitos en las manos. Era, al parecer, para saber si habíamos disparado o si teníamos algún químico en las manos. Querían saber si habíamos quemado las patrullas, pero no sé más que eso.
— De los que estaban contigo, ¿alguno denunció algún otro tipo de maltrato?
— En el Tribunal denunciaron, junto a sus abogados, pero fue a puerta cerrada, así que no sé exactamente lo que manifestaron.
— Hace poco, la abogado de Luis Boada, otro de los detenidos, extendió una acusación realizada por su cliente. Luis argumentó que se le había rociado gasolina. ¿Sabes algo de eso?
— Sí. Le echaron gasolina para inculparlo de hechos que no había cometido, ya que no hay pruebas, en su caso particular, de que haya siquiera participado en la marcha. A Luis Boada lo sacaron de su edificio.
— ¿Dices que no estaba manifestando?
— No. Él se encontraba en su edificio y estaba ayudando a los manifestantes a entrar, porque eran hostigados por las balas de grupos de colectivos. También por las balas del SEBIN.
— ¿Llegaste a tener contacto con él?
— Él estuvo conmigo en las mazmorras. Los dieciséis siempre estuvimos juntos.
— ¿De qué se le intentó inculpar exactamente al rociarlo con gasolina?
— De haber incendiado el Ministerio Público y las patrullas del SEBIN.
— ¿Te gustaría agregar algo sobre ese tema en particular?
— Hay videos en donde se muestra claramente cómo funcionarios del SEBIN arremeten contra la marcha, hiriendo y matando a un estudiante.
— ¿Te refieres a Bassil Dacosta?
— Exacto. Él murió a manos de funcionarios del SEBIN o de cubanos disfrazados con ese uniforme. Así lo creo.
— Banderley. ¿Cómo ves el panorama? ¿Crees que se intensificará la situación?
— SÍ. Cada vez es peor, gracias a nuestra presión.
— ¿Fuiste interrogado por el CICPC?
— Para nada, no tuvimos ni eso.
— ¿Algo más que te gustaría agregar para quienes te leen?
— Sí. Dos cosas más. La primera: no sé si sabes que había un militante del PSUV entre los detenidos. Lo agarraron porque simplemente buscaban culpables. Estaba dentro del grupo de los dieciséis. Lo segundo, quiero dedicar unas palabras. No se rindan. Esta lucha es por nuestra libertad, por un cambio, por una identidad, por una nación. Ya no se trata del chavismo o de la oposición, sino de venezolanos contra un régimen dictatorial cuyo objetivo es tiranizar al pueblo, a la gente, a los venezolanos. Esta lucha es por nuestra seguridad, nuestra libertad y nuestros derechos. Como en toda lucha, debemos de afrontar pérdidas, sacrificios y dolores, pero sin ellos nunca podríamos enfrentar a este régimen opresor.
Inmediatamente, el entrevistado anuncia su urgencia. Sé que la conversación ha llegado a su fin. Aunque me queda la amarga sensación de poseer muchas preguntas sin formular. Creo, sin lugar a dudas, que los próximos días serán de revelación. Ya veremos qué pasa…

FUENTE:
Artículo Original de su Autor: Andrés della Chiesa/ Entrevista a un torturado – La verdad SÍ será comunicada

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