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lunes, 13 de octubre de 2014

Escasez continuada. Por: José Vicente Carrasquero A. Opinión. Venezuela.


Escasez continuada
José Vicente Carrasquero A.
La forma como el gobierno ha venido enfrentando el grave y generalizado problema de la escasez indica su absoluta disposición a obligar que sea el pueblo el que pague el altísimo precio de haber malbaratado el mayor y más prolongado ingreso de recursos de la historia del país.

La evidencia está a la vista. Hay dólares para pagar a los voraces tenedores de bonos venezolanos pero no para paliar el problema de escasez de alimentos y medicinas. Esto solo por nombrar dos sectores en los que los venezolanos se ven sometidos a una escandalosa depauperación y deterioro de su calidad de vida. 
 
Es claro que la escasez se hace presente en casi todos los rubros de una economía maltrecha y pésimamente manejada. Es así, que para el común de los mortales es imposible comprar un vehículo nuevo, conseguir un repuesto para un vehículo que tiene ya tiempo parado, un celular a precio asequible, un cepillo de dientes de los que tiene motorcito, una afeitadora, loción para después de afeitar, tintes para el cabello, cosméticos, detergente para lavar la ropa, repuestos para los ascensores y un largo etcétera que mejor detenemos aquí para no deprimirnos y no gastar todo el espacio del artículo en el inventario de cosas con las cuales ya no contamos.

No hace falta ser un brujo de altas calificaciones para saber que esta escasez es producto de un control de cambio para el cual el gobierno carece de los dólares necesarios. En este momento los estudiantes, profesores e investigadores y pensionados que viven fuera del país son víctimas de una sequía de divisas que nos pone ante el mundo como unos parias sin recursos básicos para costear ni lo más mínimo.

La escasez de dólares se nota en casi cualquier actividad de nuestra cotidianidad. La falta de repuestos impide que los camiones recolectores de basura cumplan con la muy importante labor sanitaria en momentos de presencia de enfermedades endémicas. Cuando hay una falla eléctrica local, el personal de CORPOELEC señala que no cuenta con los repuestos necesarios para solventarla. Cuando falla el servicio de internet, la compañía telefónica no cuenta con módems de repuesto. Cuando se daña el celular debe uno conformarse con un aparatico que si acaso sirve para llamar y a precios altísimos.

Los venezolanos se ven obligados a pagar precios exagerados por tener servicios de calidad mediocre. Los altos precios no resuelven el problema de la escasez que se ha hecho crónico e inentendible para los capitostes del régimen. 

Todo esto tiene una y solo una explicación. El gobierno es el único beneficiario de un férreo control de la economía en la cual inyecta billeticos de monopolio a placer. Es política de esta administración el mantener una altísima inflación. Es política revolucionaria el empobrecimiento permanente y continuado del pueblo venezolano.

Ante la escasez de ideas y conocimiento, el gobierno saca de baúl de los recuerdos la fracasada tarjeta de racionamiento de origen cubano que también hizo sufrir al pueblo chileno por allá en la década de los setenta. La tarjeta tecnológica, que en boca de un ministro, no impide ir todos los días al mercado, pero sí que compres todos los días un producto se convierte en la peor humillación que puede sufrir una persona que cree vivir en un país rico. 

Con el capta huella el mensaje del gobierno es claro y sonoro: la escasez está aquí para quedarse. Aún más: el gobierno no tiene intención alguna de liberar el control de cambio en la medida que esa política le permite arbitrar las necesidades de la gente a su conveniencia.

Como consecuencia de la insensatez revolucionaria, los venezolanos seguirán empobreciéndose cada vez más. Los venezolanos sufren el rigor típico de los paquetes neoliberales del Fondo Monetario Internacional: límite el consumo de la población para que garantice el pago a los acreedores.

Y todavía hay quien cree que tenemos un gobierno que se interesa por el pueblo.