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sábado, 15 de noviembre de 2014

La viveza criolla (Las vivencias de un escuálido) Por: VINICIO GUERRERO MENDEZ.


La viveza criolla
(Las vivencias de un escuálido)

Nuestros hábitos nos someten y esclavizan en la vida.
 
Verdaderamente desde que este paro comenzó no ha sido más que una echadera de bromas. Ahora resulta que mientras unos se quejan que no hay gasolina, otros viven contentos porque les encanta hacer la cola. Jamás como venezolanos nos hemos dejado de divertir, buscamos las miles maneras para no pasarla mal, y cuando nos falta cualquier cosa, la reemplazamos por otra; la cervecita que nos faltó en Diciembre la suplantamos por guarapita, todo el que la probaba  decía que no había nada mejor. A un amigo le pregunté cómo estaba su sacrificio con el paro y me contestó ¿qué sacrificio? Si ésto sigue así, lo que menos me mortifica es la caña porque la guarapita no me falta.
En las Urbanizaciones sobraron los  nerviosos que marcaban las casas de los amigos por la noche y les decían “mira te tienen fichao”; entonces estos se asustaban y llegaron a comprar por Internet de la agencia “ACME” trampas caseras para su defensa, electrificaron las cercas, etc. Lo más caótico que vivimos fueron esas benditas colas para abastecernos de gasolula; les confieso que pasé nada menos que 35 horas y de paso gasté “rial”  haciendo más las veces de benefactor que de la gasolula que me tocó pagar. La gente que me veía con cara de rico o de cura me pedía rial; el parabrisas del carro llevó más agua que caraotas duras, el muchacho me pedía pa´los frescos, le dí 300 bolos y me arrugó la cara. Otros hasta me conmovieron con  el asunto de que los hijos lo despertaron porque no tenían leche. Todo esto fue posible porque tuve que pasar la noche frente a ciudadanos que por no tener donde vivir se vieron en la imperiosa necesidad de invadir unos terrenitos adyacentes a la bomba y donde por  tonto decidí echar gasolula, con la promesa del dueño que la gandola ya venía. Total que mientras esperaba, todo el que me pedía incluyendo a los que ya les había dado, me veían con una cara de que si no les daba algo, me quitaban todo.  Me pareció que ellos también estaban haciendo la cola pero para pedirme rial no para echar gasolula. Mi esposa fiel a nuestras costumbres y tradiciones, hizo almorzar a los niños y para mi sorpresa me los llevó en un libre, para que al menos se entretuvieran y aprovecharan de ofrecerme solidaridad en esa interminable cola; afortunadamente me acompañaron  dos horas; en las que sin exagerar gasté unos 10000 bolos  ya que se antojaban de cuanta cosa veían; el chupi-chupi, la chicha, las empanaditas de queso y pollo, el pastichito, los tostones, y el agua con papelón y limón que se tomaron como dos jarras. Lo más extraño es que vinieron almorzados, pero que raro, en la casa no les da ni hambre.  Más tarde se nos acercó un señor vendiendo unas banderitas, pitos y una franela de Chávez con unas alpargatas “nuevecitas” en la mano que decía “póntelas porque el joropo es largo”,  éste se me presentó como el hermano de la secretaria de la bomba y nos refirió que tranquilos porque su hermana le había dicho que la gandola la llamó y viene por San Vicente. Esto fue como a las 11 de la mañana pero el hombre cada rato venia y para vendernos la información le comprábamos cualquier vainita, hasta la franela esa   tuve que comprarla a 15000 bolos y después la quemé de la rabia.
Total me vaciló como quiso  hasta llegó a decirnos  que lo disculpáramos porque  la gandola estaba accidentada porque se le espicho el caucho de repuesto y por último hasta que se había quedado sin gasolina, al fin la  gandola llegó a las 9 de la noche y mientras abastecían la bomba eran  las 11:00 con el infortunio que mi carro era el 320 y el dueño de la estación solo iba a trabajar hasta las 1200.
 Me calé toda esa noche casi frente al terreno invadido, lo que ameritó comprarles hasta clavos para armar ranchos y uno que otro zinc y algunos cartones a precios exorbitantes porque estos no tenían que comer y necesitaban rial pa´comprar algo. Mi carro parecía un camión de tanto cachivache que me vendían. Traté de dormir de la manera más cómoda que pude entre  lo incomodo de mi carro, sin contar los golpes que me di matando zancudos maracayeros, los cuales me maltrataron más que los esbirros de Acosta Carles,  y todo  pa´chupame la poca sangre que me habían dejado los buhoneros ese día. A eso de las 2 de la mañana sentí un fuerte jamaqueo en uno de los carros que se encontraba a dos del mío. El carro se  sacudía más que perro recién bañao, me acerqué  con mucha cautela pero no era más que una parejita recién conociéndose y llevando a cabo una lucha cuerpo a cuerpo y sin cuartel por posiciones no encontradas.
 A las 8  de la mañana comenzó a correr la cola y cuando iba por el número 120,  llegaron dos personas a decirme que si quería comprar gasolina porque ellos tenían 40 litros,  yo les pregunté ¿a cuanto? y me dijeron ¿cuánto tienes? Yo les dije 20.000 y me dijeron ¡Que bolas! Con eso no llenas ni un yesquero. Cuando al fin llego a la bomba solo estaban vendiendo 3000 bolívares de gasolina  con plomo; después de discutir con el soldado le dije que yo necesitaba un poco más ya que soy Médico y debía trasladarme a los sitios donde requirieran mis servicios; el soldado me dijo que si le hubiera dicho eso antes,  no hubiera tenido la necesidad de hacer cola, porque los médicos estaban “exoneraos”. ¡Que bolas!
 Llegué  a mi casa muy cansado y le pedí de favor a la cachifa  me trajera una generosa taza de café y la  descarada como es “chavista” me dijo que eso no estaba en el contrato. Cada vez que la regaño me tira puntícas y tararea “Chávez te tiene locoooooo”, y para rematarla cuando llega en la mañana (a la hora que ella quiere)   se pone  una  franela roja y al revés que solo atino a leer “ARAVEUG”. Por salío le pregunté  que quería decir esas letras y me contestó: “esostá AR-revés” y ¿pa´que quieres sabé? pues te lo voy a decir ahí dice “GUEVARA”, lo que pasa es que me la pongo AR-revés pa´ protegelme de tus malas influencias  escuálido.   No puedo botarla por la inamovilidad laboral, sin contar que cada vez que la regaño o amenazo con botarla, me saca un  librito del Ministerio del Trabajo y otro azul de la Constitución de la República Bolivariana y Revolucionaria de Venezuela con unas páginas marcadas con resaltador amarillo y rojo; que se parecen a las tarjetas que usan los árbitros de foot-ball.  Hasta me he tenido que calar al novio que llamó uno de estos días y me dijo por favor mi jefecito dile a María que se acuerde de lavame la boina y la franela roja que la metí en su cartera y que la espero en la bodega de Luis a las 5 pa inos a la marcha de y por la Reeeeevolución.
Me quedé dormido y cuando me levanté, ya mi esposa se había ido con los niños en el carro a pasear por Maracay. Cuando ésta llegó. me dijo cariño nos queda medio tanque, el carro tiene una fallita, llévalo al mecánico porque puede ser la gasolina. ¿Será verdad que estoy exonerado?
 
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. (Art.19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos)
 
         Afectuosamente
                   Imperfecto.
VINICIO GUERRERO MENDEZ