Cesar Guillén Citterio
EL COMUNISMO, RAICES DE UN FRACASO. (5)
La historia demuestra que nada ocurre por azar. Con
anterioridad a los hechos de Francia, se produce la revolución de Inglaterra
del 1688, y que vinculó a la burguesía y a la aristocracia terrateniente. Estas
clases sociales sustituyeron sin destruirlas a la Monarquía absoluta y al poder
de la Iglesia.
Establecieron un gobierno representativo no tan democrático
como se entiende ahora, pero lograron reformarlo y ampliaron el espectro de
participación. Esto puso fin a la
hegemonía en los asuntos del estado y despejó el camino para democratizar el
capital a través de la participación en la economía de los particulares, antes de dominio exclusivo
de la realeza y de la aristocracia del sistema feudal.
(Nada diferente al
llamado capitalismo de estado socialista, donde un grupo reducido tal como lo
hacía la monarquía, es la dueña de la riqueza nacional)
La revolución francesa por su
parte dejó como legado la idea de que la política del estado no debía
limitarse a defender y administrar la sociedad, sino que debía configurarla y
conducirla. La burguesía revolucionaria ilustrada es la que va a
capitalizar el resultado de ese proceso pues tenía una clara conciencia de la
realidad económica que le daba su fuerza y que determinó su victoria.
El
feudalismo como sistema económico dio paso a la transición sin proponérselo al
capitalismo burgués, y no al gobierno
del proletariado. Lo único que demostró claramente la revolución francesa al
final, fue que: “la naturaleza del hombre
no puede ser modificada por la ideología”.
El
mismo Robespierre antes de ser guillotinado pretendió ser adorado como “un dios”, y el fanático radical de jean
Paul Marat, fue asesinado por un miembro del pueblo, horrorizado por la
obsesión de Marat de guillotinar a todo aquel que considerara “Contrarrevolucionario”. Esto se repetirá una
y otra vez en las venideras revoluciones comunistas hasta
el presente.
"Adhuc Stantes"
César Guillén Citterio cesarguillencittrerio@gmail. com