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miércoles, 31 de agosto de 2016

El miedo es libre. Por: José Vicente Carrasquero A. Opinión. Venezuela.



El miedo es libre

José Vicente Carrasquero A.

Un célebre e importante dirigente adeco inmortalizó la frase que sirve de título a este artículo. Palabras que no aceptan discusión. El miedo es consustancial a la naturaleza humana. Incluso los valientes sienten miedo en los momentos más peligrosos a los que logran sobreponerse precisamente por su arrojo.

Sin embargo, también existe el miedo que obnubila la mente e impide medir las situaciones con el debido cuidado. La cúpula roja corrompida en cuyas manos se encuentran las riendas del país está dando todas las señales de estar sumida en una situación de pánico. No es para menos.

Las empresas Datincorp, Meganalisis y Datanalisis estiman en estudios independientes que varios cientos de miles de personas participarán en la toma de Caracas. La cobardía roja, de la cual Chávez era el supremo exponente, está llevándolos a proferir todo tipo de amenazas, a inventar cualquier cantidad de historietas a culpar a los demás de lo que en realidad son sus propios defectos y errores.

El miedo de la cúpula podrida los tiene tomando acciones que ponen en evidencia no solo su debilidad sino también el carácter antidemocrático que los antecede y que ha quedado debidamente probado en diferentes momentos desde las fracasadas operaciones militares de 1992.

El cierre de los accesos a Caracas para el 1S es una acción de la dictadura que viola la constitución que en actitud farsante promovieron y aprobaron en 1999. Los otrora manifestadores de oficio que cerraban las Tres Gracias para sus prácticas violentas se dan el tupé hoy de culpar a la oposición de violenta. ¿Quién diría que líderes estudiantiles que supuestamente luchaban para liberar al pueblo se constituyen hoy en jefes de los esbirros que lo oprimen? ¿Qué pasará por las mentes de Jaua o Rodríguez para nombrar solamente dos de ellos? ¿Por qué las protestas escuálidas de ellos si eran buenas y las multitudinarias del pueblo no lo son? ¿Será que el poder los hizo ricos y burgueses y ahora tienen miedo de perder lo logrado?

El miedo los lleva a la ominosa y comunicacionalmente estúpida acción de expulsar a un grupo de políticos ecuatorianos que vinieron al país a manifestar solidaridad con los presos políticos venezolanos. La visita hubiese pasado inadvertida sino hubiese sido por la bobísima orden dada contra los visitantes del Ecuador. Pero esos son los efectos del miedo. Hacer cosas que deterioran cada vez más la imagen de un gobierno que ya en el exterior se reconoce como una dictadura.

El miedo lleva a la bobocracia roja a perseguir a los líderes de Voluntad Popular. Este miedo, hay que decirlo, no es gratuito. Fueron jóvenes como Yon Goicochea, Freddy Guevara, David Smolansky entre muchos otros quienes alzaron su voz de protesta cuando Hugo Chávez, en la cúspide de su megalomanía, decidió cerrar RCTV y emprenderla contra la constitución que el mismo promovió. Está fresca en la memoria de los escuálidos rojos de ahora aquel famoso reto de Guevara: ¡A que la llenamos vamos! Y cumplieron, la Avenida Bolívar se quedó pequeña para aquella marcha-concentración que selló la muerte por la vía de los votos de los cambios que el comediante supremo quería hacer a la carta fundamental.

Esto explica la inquina roja contra Leopoldo López y los jóvenes que se le han parado de frente a la dictadura de Chávez heredada por el poco capacitado Maduro. Lo que les queda es seguir abultando la cuenta de violación de derechos humanos. El juicio inventado al líder de VP es una muestra de la ausencia de escrúpulos de una clase política que sabe que el universo se ha reducido al territorio nacional si y solo si ellos controlan las instituciones. Caso contrario, su destino es rendir cuentas a la justicia y serían muy pocos los que no resultarían condenados.

El concepto de gobierno que manejan los revolucionarios es totalmente distinto del que espera el pueblo en general. La cúpula podrida solo busca un control total de las instituciones para imponerse por la vía de una legalidad amañada. Además su concepto de debate de ideas se reduce a la alabanza de las peroratas del líder a quien pretenden presentar como un ser erudito con un conocimiento cercano a lo divino.

Esta triste forma de gobierno se estrella contra la realidad y se hace añicos. La gente lo que espera de un gobierno es un mínimo de calidad de vida. Espera poder conseguir los productos de consumo diario, espera seguridad, espera hospitales que funcionen, espera colegios que formen a la juventud, espera servicios públicos de calidad. Y muy importante, espera condiciones para que se creen oportunidades que ayuden a la gente a crecer, a formar familia, a tener un vivienda un vehículo.

Durante los últimos 17 años todas esas condiciones fueron desapareciendo paulatinamente. Con el agravante de que durante todo este período, el gobierno recibió por concepto de petróleo y prestamos mucho más que el doble de la sumatoria de los ingresos de todos los gobiernos desde 1830 hasta 1998. Ese dinero fue dilapidado y robado por quienes hoy gobiernan a través de testaferros. Como si el botín fuese pequeño, pusieron las estructuras del país al servicio del narcotráfico del cual se benefician a manos llenas.

Estos elementos querido lector son los que al final explican el pánico que le tiene el dictador Maduro y su séquito al reclamo popular de un referendo revocatorio tal como está previsto en la carta fundamental. Y ese miedo los lleva a cometer disparates de todo tipo.

Y en medio de ese terror cometen dos errores que dan cuenta de su debilidad. El primero y muy graves es que los capitostes del régimen sacaran a sus familiares del país. Unos a Australia, otros a Madrid y unos camino a Rusia. Un indicador de miedo clásico de aquellos gobiernos que se saben derrotados y caídos. El segundo error lo comete un vacilante y casi tartamudo ministro de la defensa (intencionalmente con minúsculas) que denuncia un posible golpe de estado de las fuerzas armadas promovido por el gobierno norteamericano. Semejante bobería no puede ser otra cosa que producto de una culicardia que desconecta la lengua del cerebro.

El 1S constituye un momento histórico en el que el pueblo venezolano, protagonista de la gesta libertadora del proceso independentista, asume el protagonismo para recuperar la libertad de su país.