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martes, 18 de octubre de 2016

Cuando la corrupción es gobierno. Por: José Vicente Carrasquero A. Opinión. Venezuela.


Cuando la corrupción es gobierno
José Vicente Carrasquero A.

Uno de los primeros casos de corrupción en los que incurrió el movimiento político que devino en Chavismo fueron los intentos de golpe de estado de 1992. En esa ocasión, miembros de las fuerzas armadas usaron en provecho particular los recursos que la República había puesto a su cuidado para procurar llegar al poder. No repararon en asesinar venezolanos, destruir infraestructura y bienes móviles usando las armas que el pueblo venezolano les había confiado.
Desde su llegada al poder, el chavismo fue mostrando sus gustos por las formas torcidas. Por poner las cosas de manera tal que beneficiaran los intereses del grupo político aunque no necesariamente a los objetivos asociados al mismo. Muy temprano en la era chavista aparecen problemas como el nunca bien investigado y por supuesto no castigado Plan Bolívar 2000. Comenzaron a aparecer ricos de la nada. Las fortunas generadas a la sombra del negocio con el gobierno son muchas más que en toda la historia de Venezuela desde su descubrimiento. Varios de los que negociaron con el gobierno pueden ser llamados fantastillonarios. Ninguno de ellos es caso de estudio de las escuelas de negocio porque se sabe el oscuro origen de sus riquezas.
El nepotismo, reconocida forma de corrupción en la literatura sobre el tema, es norma en el gobierno venezolano. El chavismo es una gran familia que se ha enriquecido de forma vulgar a través de su acceso al poder. No vale la pena nombrar los casos de corrupción más destacados. Basta con decir que no es ético nombrar a un hijo ministro o que un hijo de un gobernador, golpista del 4F, tenga negocios con la administración de su padre.
En términos de corrupción el chavismo rompe el molde con lo político y lo administrativo. Nunca una clase gobernante había abusado tanto del poder como la dirigida por Hugo Chávez. Él mismo fue uno de los que violentó el poder político de una forma grosera y arbitraria. Basta recordar su respuesta a la derrota que sufrió su fracasado intento de modificar una constitución que todavía no cumplía diez años. Fue introduciendo cambios a través de decretos gracias a poderes habilitantes que le daba una Asamblea Nacional postrada a los deseos del capataz.
Una vez pierden la mayoría calificada en las elecciones de 2010, usan los últimos meses del mandato no ratificado por el pueblo para introducir el resto de las leyes que le permitían a un Chávez ya totalmente dañado por el exceso de poder, aprobar leyes que configuraban su mamotreto socialista previamente rechazado en la urnas por el pueblo. Lo que algunos llaman astucia e inteligencia no es más que una vulgar ausencia de escrúpulos para manejar los hilos institucionales a favor de los intereses políticos privados, ajenos a lo previsto en la constitución que él mismo creó. Un caso de corrupción política que queda para el momento de escribir el papel de este sujeto en la historia venezolana.
El manejo mediático y administrativo de la enfermedad de Chávez es otro caso que deberá ser revisado desde una perspectiva ética. Lo primero, esconder la gravedad del estado de salud del presidente. Se debe entender que cuando lo privado de una persona afecta a lo público, entonces pierde su característica de reservado en cuanto a las consecuencias que el desarrollo de la enfermedad pueda acarrear al país.
La oscuridad administrativa de esta etapa del gobierno de Chávez es total. Una persona, lógicamente dedicada a luchar por su vida, pierde la capacidad de mantenerse vigilante del complejo manejo que requiere la conducción de un país. Se debió, por ejemplo, informar sobre los gastos asociados al cuidado de la salud del mandatario. Se debió informar sobre los costos del manejo del país a control remoto y que requirió entre otras cosas un puente aéreo permanente entre Caracas y La Habana.
En la fase final de la enfermedad se le mintió al pueblo sobre largas reuniones que Chávez mantenía con sus ministros. Aparecían puntos de cuenta con la firma del presidente nombrando altos cargos y seguramente habrá muchos aprobando recursos. Se aprovechó este momento para hacer y deshacer en términos de los intereses políticos privados de la cúpula gobernante.
Saltando varios años de oscuridades y trapisondas llegamos al resultado electoral del 6D de 2015. Debo señalar que no me sorprendió. Me toco explicar a muchos analistas y políticos españoles que la oposición ganaría fácilmente las elecciones y me atreví a decir que la MUD contaría con 113 diputados. Está grabado en programas de televisión. Los resultados desataron los demonios de una clase corrompida hasta los tuétanos. Llegaba al poder una gente con capacidad de auditarlos, de fiscalizarlos y de ponerlos a disposición de autoridades competentes para su debida investigación.
La corrupción se soltó el moño. Lo primero fue crear un tribunal supremo afín al partido político. Lo hace una AN al borde de la extremaunción brincando lapsos y obviando requisitos. Diputados del PSUV terminan como magistrados, abogados que no cumplen los requisitos ocupan los cargos. ¿Qué se podía esperar de unos sujetos que aceptan estos nombramientos? Inmoral y corrupta obsecuencia. Eso es lo que vivimos.
Comienza el vía crucis del pueblo venezolano. Lo primero fue desmentir que tenemos el mejor sistema electoral del mundo. Vamos para un año y la sala electoral del tsj (todo en minúsculas) todavía no resuelve el caso del Estado Amazonas. Esto permite después de distintas acciones a la sala constitucional dirigida por una ex funcionaria del gobierno de Chávez y miembro del PSUV, declarar en desacato a la Asamblea Nacional.
Un CNE compuesto por ex miembros del PSUV impide a través de prácticas totalmente inmorales la realización del referéndum revocatorio. Todavía aparece un golpista del 4F en el programa de Rangel alegando que el chavismo está en su mejor momento. Carcajadas estruendosas y prolongadas. A menos que el mejor momento se refiera al de haber alcanzado la cúspide del descaro, cara-durismo, hipocresía, insensibilidad y corrupción de una clase política en la historia venezolana.
Cuando el norte de una clase política es su interés particular en contra del bienestar del país, la corrupción será siempre el mecanismo que torcerá lo legal para poner las cosas a favor de la cúpula podrida.
Cuando la corrupción es gobierno, le queda muy difícil a los demócratas lograr objetivos con apego a la constitución.
Muchos artículos de los últimos días hablan de la dictadura en Venezuela como algo reciente. En particular a partir de la grosera imposición del presupuesto de la nación por el dictador Maduro. En la última semana de Mayo y la primera de Junio publiqué un artículo en dos entregas titulado Venezuela Sufre en Dictadura.
El reconocer el tipo de gobierno que sufrimos, lleva a repensar las estrategias y a extremar los esfuerzos por liberar a Venezuela de una dictadura de republiqueta bananera al peor estilo de mediados del siglo veinte. Es un compromiso de los venezolanos con esa generación que ya se abre paso para tomar las riendas del país.