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viernes, 10 de noviembre de 2017

ANTONIO JOSÉ DE SUCRE Y ALCALÁ. Por: HUMBERTO MARCANO RODRÍGUEZ @Hmarcanor NARRACIONES HISTÓRICAS CONTEMPORÁNEAS


NARRACIONES HISTÓRICAS CONTEMPORÁNEAS


HUMBERTO  MARCANO  RODRÍGUEZ

A mí siempre apreciado, distinguido amigo y paisano Oswaldo Sujú Raffo, General de División del ejército de la República de Venezuela, por  su constante dedicación a la defensa de nuestra soberanía  y fronteras  patria.

La mayor calamidad pública para una nación, es cuando tropas extranjeras se mezclen en las disidencias de ese Estado.
Tengo gran miedo de  estos Congresos Constituyentes que no teniendo reglas ni ley alguna, hacen lo que les da la gana.
Antonio José de Sucre y Alcalá. Gran mariscal de  Ayacucho

ANTONIO JOSÉ DE SUCRE Y ALCALÁ
General en Jefe  y Gran Mariscal de Ayacucho

Antonio José de Sucre y Alcalá, el Abel de Colombia  como lo calificó el Libertador  Simón Bolívar cuando recibió la  infausta  noticia en su lecho de moribundo del alevoso crimen cometido contra este magno prócer de nuestra  independencia y de  Sur América, acto criminal  ordenado por  el coronel José María Obando. No es tan fácil  aunque lo parezca  hablar del Gran Mariscal de Ayacucho, hablar de Sucre  es hablar de ese gran estado cuna de tantos próceres  civiles y militares, es hablar del General en Jefe  José Francisco Bermúdez, del General en Jefe Santiago Mariño,   de Salmerón Acosta, de Andrés Eloy Blanco, de Andrés Mata, de ese gran compositor y músico Luis Mariano Rivera y de tantos  otros, que  es una extensa y rutilante lista, pero a la vez  es un gran reto a la búsqueda de la verdad histórica, sobre este  prodigioso  ser, soldado  siempre victorioso, filósofo, diplomático por  naturaleza propia, estadista y un gran humanista, del cual  aún se estudia el borrador que  presentó para la regularización de la guerra  con la firma  del armisticio entre Bolívar y Morillo (entre España y Venezuela). Dijo Simón Bolívar de  este  documento que puso fin al Decreto de Guerra a Muerte: Es el más bello  monumento de la piedad aplicado a la guerra, ya  que el mismo marcó un hito en el Derecho Internacional, pues  se fijó el trato humanitario  que  habría de darse  desde entonces a los vencidos  por parte  de los vencedores  en la guerra, trato  que  es  el aplicado posteriormente  a los  vencidos en la Batalla naval del lago de Maracaibo al firmarse la Capitulación.

Nace  Antonio José de Sucre y Alcalá, en la ciudad de Cumaná, capital de la Provincia de Nueva Andalucía,  hoy Estado Sucre, el 3 de febrero del año 1.795, fueron sus padres Don Vicente de Sucre y Urbaneja y  Doña María Manuela Alcalá y Sánchez, quien murió  cuando apenas Sucre tenía 7 años de edad, haciéndose  cargo de su educación un tío de nombre  José Manuel hasta la edad de 15 años, cuando es  enviado a Caracas a estudiar en el colegio militar de ingenieros, donde  se especializa en matemáticas y  fortificaciones y por  su efectividad militar en el año 1.810 es  ascendido al grado de Alférez del ejercito, en el año 1.812 estando  bajo el mando del General Francisco de Miranda, éste por  sus dotes lo asciende a Teniente, destacándose en sus servicios  en la lucha contra las fuerzas realistas. Al caer la Primera República se retira hacia la Isla de Trinidad, donde  junto a otro grupo de patriotas exiliados regresa a Venezuela en el año 1.813 a las órdenes de Santiago Mariño por Guiria emprendiendo lo que ha de llamarse la invasión de oriente, por  su valiente  actitud en los encuentros con las fuerzas enemigas es  ascendido a Capitán y  recibe la comisión de reorganizar  el ejército de oriente, pero al perderse en el 1.814  la Segunda República  emigra hacia Cartagena de Indias, de donde se traslada de nuevo a Trinidad regresando a Venezuela en 1.816, de nuevo bajo las órdenes  del General Santiago Mariño es ascendido a Teniente Coronel  y nombrado comandante de la Provincia de Cumaná,  posteriormente  Simón Bolívar lo nombra  gobernador de Guayana La Vieja  y comandante militar del Bajo Orinoco, en 1.817  Simón Bolívar lo comisiona para que se encargue de reducir  a su antiguo jefe Santiago Mariño  que  se  estaba  declarando en rebeldía, apelando a la persuasión y a sus dotes  de estadista, no solo alcanza su cometido  con Mariño  sino  que logra convencer a todos los jefes orientales  de reconocer la autoridad única de Simón Bolívar.

En 1.817 Bolívar lo asciende  a Coronel y en 1.818 regresa a Angostura al cuartel general del Libertador, convirtiéndose  desde ese momento en uno de  sus  mejores lugartenientes, dando comienzo entre ellos una verdadera  amistad que ni la muerte  pudo separar. De  sus familiares, Pedro un hermano es fusilado en el año 1.814, Vicente y Magdalena, hermanos  mueren también victimas de Boves  y otros  tres hermanos más  también se consumieron en la hoguera de la guerra independentistas, otros   catorce  familiares más muy directos de Sucre mueren también durante la guerra  de independencia, sin embargo  era Sucre  de alma tan noble que ninguna de  estas desgracias lo llevaron al odio y así lo demostró  al redactar  el documento de la regularización de la guerra.  En agosto de 1.819  el Vice Presidente de la Gran Colombia  Francisco Antonio Zea lo  nombra  General de Brigada, grado  que va  a ratificar el Libertador en febrero de 1.820,  posteriormente  por instrucciones  de Bolívar viaja a las Antillas  en misión de adquirir materiales  de guerra, comisión  que cumple  a plena  satisfacción, desempeñándose  ese mismo año interinamente  como Ministro de Guerra y Marina  y de jefe   titular del Estado Mayor  del Libertador.

En Enero de 1821  en Bogotá, Sucre es nombrado por  el Libertador  Comandante del ejército del sur, en reemplazo del General Manuel Valdez, esta  era la fuerza republicana  que estaba operando en los departamentos  de Popayán y Pasto, Sucre no llegó hacerse cargo de  este mando porque  sobre la marcha Bolívar lo instruye  dándole  órdenes  de  que se dirigiera Guayaquil y reemplaza  al general José Mires, asumiendo a la vez la misión de lograr  que  esa provincia que se había  independizado de España se integrara  a la Gran Colombia, llegando a Guayaquil  el 6 de abril, logrando  el metido encomendado y para el 15 de abril del mismo año se firmó  el acuerdo entre Sucre por Colombia y por Guayaquil, José Joaquín de Olmedo,  Francisco Roca y Rafael Jimena, de esa manera Sucre fue facultado para abrir la campaña contra los realistas y contaría con los recursos disponibles para liberar a Quito, dándose  a continuación la batalla de Yaguachi el 19 de agosto de 1.821, venciendo Sucre  a los españoles y asegurando la independencia definitiva de La Provincia libre de Guayaquil. El 24 de mayo de 1.822 en las faldas del volcán Pichincha cerca de la ciudad de Quito (El Ecuador  actual), se enfrentó Sucre  a las fuerzas del Mariscal de Campo Melchor Aimerich, logrando vencer  a las fuerzas realistas y el 25 de mayo entra triunfante a Quito, donde aceptó la rendición de todas las tropas españolas establecidas en ese territorio, de esa manera posteriormente  hizo El Libertador  su entrada a Quito el 26 de junio de 1 822, incorporándose  tanto Guayaquil  como Quito a la unión de la Gran Colombia  el 13 de  julio de ese mismo año.

Para el 18 de junio de 1.822, Bolívar asciende por sobrados méritos a Sucre a General de División, con apenas 29 años  de edad, ejerciendo en Quito La Comandancia General del ejército y la Intendencia General del ejército republicano y en ese mismo año conoce  a la bellísima mujer que ha de ser su esposa, Mariana de  Carcelan, Marquesa de Solanda, en noviembre del mismo año se pone en campaña contra los rebeldes pastusos, venciéndolos  tanto en los  encuentros de Guaita  como en Yaquanquer, regresando una vez más victorioso a Quito en enero de 1.823, pasando luego a Guayaquil.

Así para el año 1.824 con apenas 29 años  ostentando el grado de General de División, con una carrera meteórica de triunfos a su haber, Bolívar lo pone  al frente de las tropas Gran colombianas en la región, encontrándose  rodeado  de un numeroso grupo  de oficiales rutilantes y veteranos  de la guerra independentista, entre los que descollaban, Córdova, Lara, Heres, Silva, Necochea, Sandor y Miller entre otros, pero entre tanto  los  veteranos jefes  españoles han estado  agrupando  a  las tropas reales, nucleadas alrededor  del aguerrido y veterano General  José de Canterac y del Virrey  José de la Serna, quien va  a ser el ultimo Virrey español en tierras americanas. Bolívar para  comienzos de octubre decide  concentrar sus esfuerzos  en la zona costera y deja a Sucre que ya es General en Jefe al mando de todas las fuerzas de la sierra, con facultades  para actuar  y proceder de acuerdo a su criterio,  Sucre entiende  perfectamente la enorme responsabilidad  que le ha  entregado El Libertador y basado en ello procede con todo su genio militar, después  de varias semanas de guerra de posiciones llevada a cabo  muy metódicamente  con mucha precisión  y serenidad por parte de  Sucre quien planifica milimétricamente la próxima batalla, rodeándose  de los mejores jefes militares y de un especializado grupo de mensajeros,  llega  al 9 de   diciembre, fecha memorable  cuando se da la gran batalla de Ayacucho, que con el triunfo de las  armas republicanas y la capitulación del resto del ejército español, cesa  la presencia de cualquier autoridad española  en el continente americano, quedando  solo presencia en Cuba y Puerto Rico. 

Para la batalla, Sucre organiza  su  ejército en tres divisiones, la primera  al mando  del General Jacinto Lara, la segunda al mando  del General José de la Mar y la tercera   bajo el mando del General José María Córdova, la caballería  bajo  el mando del aguerrido y experto General Guillermo Miller y un grupo de tres piezas de artillería con un total de 6.780 hombres. Mientras que el ejército realista  estaba  bajo el mando  de los veteranos Generales La Serna y Canterac, quienes también habían dividido  su ejército en tres divisiones, con dos  brigadas de  caballería y un  grupo de artillería  de 14 piezas con un total de 10.000 hombres, el resultado  de la batalla  se puede resumir de la  siguiente manera: Los españoles  tuvieron 1.800 muertos, 710 heridos, 2000 prisioneros de tropa, dos Tenientes Generales, Canterac y La Serna, los Mariscales  de Campo Valdez, Carratalá, Monet, Villalobos, Cacho, Otero,  Landazábal, Pardo y Tur, 16 Coroneles, 78 Tenientes Coroneles, 484 mayores y otros  oficiales  subalternos, mientras   que las pérdidas para el ejército patriota  fueron de: 310 murtos y 606 heridos. Otra cosa de vital importancia, es  el hecho histórico que en el propio campo de batalla redactó Sucre el documento de la Capitulación que dado las condiciones  honrosas y humanistas del mismo fue aceptado y firmado allí mismo por el Virrey La Serna.

De la Batalla  de Ayacucho  dijo Bolívar: La Batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana y la gran obra del  General Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta y su ejecución divina, maniobras hábiles y prontas desbarataron en una hora a los  vencedores  de 14 años y a un ejército perfectamente constituido y hábilmente manejado. Ayacucho es la desesperación de nuestros enemigos. Ayacucho, al igual que Waterloo decidió el destino de Europa, ha forjado la suerte de las naciones  americanas. Las generaciones venideras contemplarán y bendecirán la victoria de Ayacucho y la tendrán en el trono de la libertad, dictando a los americanos  el ejercicio de sus derechos y el Sagrado Imperio de la Naturaleza. El General Sucre, es el padre  de Ayacucho y el redentor  de los Hijos  del Sol, es él que ha roto las cadenas  con que envolvió Pizarro el Gran Imperio de los Incas.  

La guerra había concluído de hecho en Hispanoamérica, La batalla de  Ayacucho  puso  fin a ella y en buena lid  se había ganado el General en Jefe Antonio José de Sucre y Alcalá  el título de GRAN MARISCAL DE AYACUCHO, en todas  partes  a su paso es recibido  como un gran héroe, posteriormente al crearse  la República de Bolivia  es  elegido  como su primer presidente, el 26 de mayo de  1.826, gobernando  con magnanimidad y desprendimiento, demostrando  sus dotes  de humanista y de ser un gran estadista, pero proponiéndose  gobernar  solo por  dos años hasta  1.828, así el 2 de agosto presentó su  mensaje  al Congreso de Bolivia y emprendió  el regreso a Quito donde lo esperaba  su esposa La Marquesa de Solanda, pero poco  dura  esos momentos  de sosegada vida familiar el deber lo llama y debe marchar al sur  del Ecuador a comienzo  de 1.829 donde había  varios  focos  de  alzamientos, sabe  Sucre salir  victorioso de todos  esos  alzamientos y logra la pacificación entre los grupos saliendo inmaculado de ellos y al él se debe  la famosa  frase  que hace realidad, la victoria no da derechos entre hermanos, restablecida la paz debe marchar a  Bogotá pues ha sido   elegido Diputado al Congreso Constituyente, que abre  sus  sesiones  en enero de 1830. Allí se esfuerza en mantener la unidad de Colombia La Grande, herida ya de muerte, aceptando la misión de trasladarse  a Venezuela, donde  soplan  fuertes  vientos  de fronda separatistas, pero las entrevistas  que  sostiene en Cúcuta  con su antiguo jefe  el General en Jefe Santiago Mariño, no conducen  a ningún acuerdo. Sucre desilusionado regresa entonces  a Bogotá y a pesar de los ruegos  del Libertador, el 13 de mayo emprende la marcha  hacía Quito, ya decidido  a dedicarse únicamente  a su vida familiar y a gozar de la presencia y el amor  de su bella  esposa y de su hija y a pesar de los  consejos  de  que se hiciera  acompañar de un fuerte  grupo de militares, decide  emprender la marcha  apenas  acompañado de un muy pequeño  grupo de  sirvientes, el 4 de junio infausta fecha cruzando la selva de Berruecos en el sur  de la actual República de Colombia  es vilmente asesinado por  órdenes del Coronel  José María Obando, de inmediato la noticia se propaló y llegó a Simón Bolívar  en Cartagena, quien en medio del dolor  que le causaba exclamó. “Gran Dios  han matado al Abel de Colombia”, en realidad de inmediato entendió  que  había  muerto el único hombre capaz  de  adelantar y mantener  la paz y la estabilidad de la Gran Colombia,  allí se dio cuenta  que  su  sueño se  terminaba.

Apenas 35 años  de  edad tenía Antonio José  de Sucre y Alcalá, General en Jefe a los  29 años  y Gran Mariscal de Ayacucho, cuando  fue vilmente  asesinado, pudo más  la envidia  de  los  que lo adversaban que entender  que  en realidad se retiraba definitivamente   a la vida privada. Antonio José de Sucre y Alcalá  es uno de los más brillantes y meritorios como militar y como persona que pueda  encontrarse en todas las épocas y en todos los países. Como paradigma moral  su figura hallará difícilmente parangón, la América Hispana  aún está en deuda  con este héroe.

Antonio José  de Sucre y Alcalá  se casó  con una de las mujeres más bellas  de Quito, Doña Mariana  de Carcelan y Larrea, Marquesa de Solanda y  Villarocha, en ella tuvo  una hija María Teresa de Sucre y Carcelan, que  apenas  duro dos años, de igual manera   antes  de  su matrimonio tuvo tres hijos, los cuales fueron: Simona de Sucre Bravo, José María de Sucre Cortez y Pedro César de Sucre Rojas, los restos  de Sucre  actualmente reposan en la Catedral Metropolitana de  Quito, de  acuerdo a una disposición testamentaria del Gran Mariscal.

BIBLIOGRAFÍA  CONSULTADA
Lecuna, Vicente: Crónicas razonadas de las guerras de Bolívar
Gil Fortoul, José: Historia Constitucional de Venezuela
Villanueva, Laureano: Vida de Don Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho
Ceballos García, Gabriel: Historia del Ecuador
Vargas Ugarte, Rubén: Historia del Perú
Mendoza de Hernández, Lina: Sucre un hombre para la patria

10 de noviembre  de 2017.


Escudo de armas de la familia Sucre


IMAGEN SUPERIOR E INFERIOR: Por cortesía de Wikipedia