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jueves, 23 de noviembre de 2017

El carro de Drácula. Por: Pablo Aure. Opinión. Venezuela.


Hasta cuando!
El carro de Drácula

Mientras sigamos con mentalidad populista y nos entusiasmemos aplaudiendo shows de gobernantes, estaremos condenados a permanecer sumergidos en este barrial de corruptelas y atraso.

El famoso “carro de Drácula”, popularizado por el humorista Emilio Lovera con el cuento del malandro caraqueño que fue para Birongo (estado Miranda) y ahora, utilizado como símbolo de persecución contra el hampa por el gobernador de Carabobo Rafael Lacava, demuestra lo mal que estamos como país.

Lo lamentable de esto, es que esa pobre perspectiva la observamos en diversos sectores. De hecho, muchos que hasta ayer les parecía Rafael Lacava como un ser despreciable por su alocada campaña electoral, ahora, convertido en gobernador, le elogian sus espectáculos, le hacen carantoñas, lo ven de lo más simpático y lo demuestran saltando de emoción para tomarse selfies o deleitándose con miradas embelesadas. El día trece de noviembre, el Forum de Valencia fue testigo de lo que aquí escribo. Eso es una palmaria demostración de la incoherencia de la cual hemos hablado y escrito muchas veces.

Volvamos al “carro de Drácula”. Circula por las redes un video que muestra una carroza fúnebre que transporta una jaula, y en ella van encerrados dos presuntos “bachaqueros”, lo que más asombra de ese video es que el vehículo con los detenidos lo maneja el excéntrico gobernador de Carabobo. Varios se han alegrado porque sienten que alguien se está ocupando del enojoso asunto que significa los “bachaqueros” ¡Cuán equivocados están! Esa no es la solución para abaratar los precios. Esos sujetos “enjaulados”, por cierto, sin el debido proceso, son humildes buhoneros, son mulas que cometen delitos de bagatela (si es que acaso eso es delito). Acá todos sabemos que a los “bachaqueros” que generalmente detienen son de poquísimos recursos económicos. Algunos son choferes, otros tienen tarantines de comida o, trabajadoras de casas de familia, que escudriñan la manera de rebuscarse algunos “churupitos” para poder subsistir.

Esos “bachaqueros” que inhumanamente exhiben como trofeos, y expuestos al escarnio público nada tienen que ver con que el carton de huevos esté en ochenta mil bolivares, el kilo de carne cerca de los cien mil, el queso blanco y la pechuga de pollo a setenta mil bolivares. Asi como lo leen, apresar a esas personas no hará que el salario alcance para adquirir la canasta basica, ni para comprar los estrenos de diciembre y quizá tampoco sean suficientes para el detergente con el que se lavará la ropa vieja, porque el kilo de Ariel ya ronda los cincuenta mil bolivares.

Lo que hace Lacava con ese carro, son acciones estudiadas por el derecho penal simbólico, porque pretenden dar la sensación que se combate la delincuencia cuando la realidad es otra.

La culpa es del socialismo.-
En efecto, los “bachaqueros” son el último eslabón de una larga cadena de corrupción, y son ellos los que tienen la menor responsabilidad en ese crimen (si es que están cometiendo algún crimen). El asunto es que ellos son los que dan la cara frente al consumidor necesitado. Que conste, no estoy defendiendo ese tipo de conductas asumidas por los “bachaqueros”, lo que trato es de exponer, que ellos son la consecuencia y no la causa del encarecimiento de los productos. Cuando hay tantos controles se generan ideas para burlarlos o lograr provecho de ellos. Es común que eso ocurra en este tipo de regímenes socialista/comunistas. Los mercados negros son los primeros en proliferar cuando se instauran los controles. Los cubanos pueden darnos mayores explicaciones sobre esa modalidad.  

No habría “bachaqueros” si no existiesen tantos obstáculos para la producción o, si los productores y comerciantes tuvieran plenas garantías y seguridad jurídica. Esa dañina práctica la ha generado este régimen con sus políticas que han destruido la economía del país. Los bachaqueros” no son los culpables de que todo esté caro, ni tampoco de la escasez de algunos rubros. Detrás de ellos están los militares que son los que deciden hacia cuál zona van los productos. A los “bachaqueros” los surte algún “chivo rojo rojito”, bien sea uniformado o civil, pero lo cierto es que ese capo está enchufado en el guiso de la distribución.

Si es cierto que el gobernador Rafael Lacava quiere combatir a esas mafias, puede dar una vueltica por las instalaciones militares, son ellos quienes tienen mucho qué aclarar porque poseen el monopolio de la distribución de alimentos. Hace quince días trató de hacerlo con el exgobernador de Carabobo pero desde Caracas le halaron las orejas, porque pisó unos cayos en el alto gobierno ¿o no?

Desde esta trinchera exhorto al gobernador Rafael Lacava a cumplir con la Constitución, no tengo por qué dudar de sus buenas intenciones, pero debo decirle que cuando una intención va acompañada por un mal procedimiento, pues entonces no es tomada con seriedad. En este particular le transcribo lo que establece el artículo 46 de la CRBV:

 “Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral; en consecuencia: 1. Ninguna persona puede ser sometida a penas, torturas o tratos crueles, inhumanos o degradantes…2. Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano…” Esto se traduce en que lo que hace el gobernador con el carro de Drácula es una flagrante violación del texto constitucional. Y escribo solamente esto para no referirme a la “ley contra el odio” porque es un instrumento “odioso” ya que fue elaborado por un ente fraudulento.
                                    
Drácula es esclavitud.-
Venezuela comenzará a reconstruirse cuando el capital privado se sienta seguro, cuando se premie el trabajo de los ciudadanos, el día que se entienda que quien más trabaja tiene derecho a ganar más, y que quien más estudie y se prepare es de suponer que tendrá más responsabilidades y en consecuencia mayor será su remuneración. De esto no saldremos con ridículos carros de Drácula sino con incentivos a la producción y al empleo. Cuando se acabe el nefasto estilo de hacer política mediante ofrecimientos populistas, si señores, desde ese momento podremos hablar de prosperidad. El día que los gobernantes se dediquen a lo básico de la función pública esto es, que dejen de meter sus narices en empresas o en asuntos que solo deben ser manejados por entes privados veremos avances hacia el bienestar. Pero mientras sean los gobiernos quienes definan los precios de la comida, el precio del dólar o de todo lo que se le ocurra y no sea la Ley de la oferta y la demanda quien lo haga, seguiremos camino a la consolidación de la  esclavitud.     


Pablo Aure  

IMAGEN SUPERIOR: Por cortesía de Analítica