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domingo, 23 de junio de 2019

¿Quiénes son los infiltrados? Por: Pablo Aure


¡Hasta cuándo!
¿Quiénes son los infiltrados?
Es común leer en las redes sociales los epítetos: infiltrados, divisionistas, G2, envidiosos, cizañeros, asalariados del régimen, y en fin, una retahíla de calificativos que intentan desacreditar ante el sector democrático ciudadano que de buena fe cree en los que se convierten en líderes o voceros del status quo opositor. Me refiero a los voceros de la MUD o del devenido Frente Amplio. Se ha llegado al extremo de etiquetar como “secta” a quienes se les ocurra discrepar de las decisiones o acciones de la agrupación que funge como escudería del presidente Juan Guaidó.
Lo cierto del caso es que el régimen aunque se perciba (y esté) débil se presenta unido, con poco apoyo popular, pero con suficiente fuerza militar para sostenerse.
La situación venezolana es sumamente extraña. El más enconado enfrentamiento lo observamos en el sector que supuestamente adversa al régimen. Entonces la pregunta de rigor sería la siguiente: ¿la oposición en Venezuela está desunida? A simple vista pareciera que la respuesta es afirmativa, pero si analizamos la situación la respuesta no es tan sencilla.
¿Qué es la oposición y quiénes son opositores?
¿A qué nos oponemos, por qué nos oponemos y quiénes nos oponemos? Tres preguntas claves  para entender si la oposición está verdaderamente dividida.
Si solamente nos oponemos a Nicolás Maduro, pudiéramos decir que ciertamente la oposición está dividida, porque no nos hemos puesto de acuerdo para sustituirlo, o para apoyar a Guaidó en todo lo que él diga, ya que de acuerdo al artículo 233 de la CRBV es a él a quien le corresponde ejercer las funciones de presidente de la república. Pero, si no es solo a Maduro, sino a todo el sistema de mafias y al modelo socialista de empobrecimiento que Maduro representa y que se ha apoderado de todas las instituciones, al que nos oponemos, diríamos entonces, que la oposición no está dividida.
Nadie debería dudar que el socialismo es miseria.-
Lamentablemente en algunos países todavía no se ha asimilado. Lo mismo para el populismo. En este sentido, el régimen que está en el poder en Venezuela no solo es un enjambre delictivo, sino que es populista y “socialista” de alma cuerpo y corazón.
Quizá les parezca rudo lo que les diré, pero ese sector opositor que se erige como el infalible, el ungido de los dioses, o sea, el que no se le agua el ojo para catalogar como “secta” a quien lo contradiga, también es socialista, populista y, no lo duden, algunos (no todos) para colmo, también son mafiosos. No me pidan nombres, y si lo hacen, los remitiré a los que definen el orden del día en la Asamblea Nacional.
Dicho esto, para responder a la pregunta sobre la división o no de la oposición, necesariamente concluiríamos en decir que tal división no existe, porque una cosa es oponernos a Maduro y otra es oponernos al régimen, incluido desde luego Maduro.
El estatus quo se opone a Maduro pero no al régimen.-
Esto hay que entenderlo porque quiere decir que la MUD (Frente Amplio) no es oposición de principios sino de personajes. Que quede claro, a los que dicen ser opositores pero son socialistas y populistas no los considero opositores, porque son más de lo mismo.
Es menester que nos ubiquemos para entendernos. Me consta que la inmensa mayoría que apoya a Guaidó lo hace por fe más que por convicción. Fe de que las cosas cambien y nos guste o no, Guaidó es el llamado para suplir la falta absoluta del presidente de la república, con la única misión de organizar unas elecciones para elegir al próximo presidente.
Guaidó no es candidato: es presidente.-
Aquí comienza el juego de las dudas, pues Guaidó no es candidato, es el presidente.
No es una presidencia compartida con Maduro ni con sus colegas diputados, es él de manera unipersonal el presidente. Pero no. No se comporta como presidente así más de 50 países lo empujen a comportarse como jefe de Estado.
Lo vemos como en una suerte de candidato en campaña electoral, y a Maduro como al gato que juega con el ratón dejando que Guaidó recorra el país sembrando falsas esperanzas. Para luego, el usurpador recoger la cosecha de la mentira que se traduce en oxígeno para la tiranía.
Espero que quienes siguen con furor y de buena fe, las palabras y/o convocatorias del presidente interino, analicen lo que aquí describo. El asunto no es sustituir a Maduro sino a todo el sistema que nos hundido en la miseria y desolación porque el socialismo y el populismo representan el atraso, y los que nos oponemos queremos algo distinto para Venezuela, algo indudablemente mejor.
Pablo Aure