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sábado, 6 de julio de 2019

¡El arma militar! Por: Enrique Prieto Silva











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¡El arma militar!

Enrique Prieto Silva
Viernes, 5 de julio de 2019
Luego de ver el desfile del 5 de Julio, ¡Día de las Fuerzas Armadas!, percibimos muchos cambios en la presentación del mensaje institucional, sinceramente vacuo, pérfido y sin sentido. La única percepción que podemos deducir es la de una manifestación patriota de adentro hacia afuera, como si quisieran Maduro y el vertiginoso mando militar, eliminar las destemplanzas generadas por el bajo perfil prudente de la Oposición, que con Juan Guaidó al frente de la Asamblea Nacional, conduce con verdadera y prócera peculiaridad, el designio del mantra que ha divulgado.

Vimos un desfile realmente vistoso y cargado de fábula y centelleo, que quiere cambiar la fórmula del ¡Chávez vive!, por un renaciente paradigma cargado de una máxima destemplanza. Sin lógica real, solo mediática, se quiere hacer creer que la Fuerza Armada venezolana, contagiada con una miserable clapsera milicia, puede cambiar su rol histórico, hoy constitucional, por una suerte de soldados pretorianos, que invocando al “eterno comandante”, quisieran con ello logar el presagio de una mejor patria, que como él se los propuso, sería la continuación de la obra de Bolívar, pero a la vista está su logro, una patria destruida y una sociedad destempladamente dividida y enemistada.

Pero por mucho que se propugne lo contrario, no cesará el fin de las fuerzas armadas en Venezuela, las que quiérase o no, tiene como fundamento preparar las armas de la República para su defensa, es decir, para la guerra de defensa ante un ataque real contra su soberanía. No se preparan para una lucha “antimperialista” y mucho menos para la defensa interna, como se quiere hacer ver con la preparación para el “orden interno” que ha sido mal entendido por las nuevas generaciones en doctrina militar.

Sin dudas, vivimos en un mundo de cambios difíciles y complejos nunca vistos en la historia. No sabemos cuál será la nominación histórica de la época, pero de lo que si estamos seguros es que se le conocerá como el mundo de la generación experimentada en la envolvente de la ciencia y la tecnología sin parangón.

Como lo hemos visto en la historia hasta el presente, nunca antes han existido cambios tan rotundos y violentos, que revolucionan el quehacer del hombre día a día, hora a hora y hasta minutos y segundos inmersos increíblemente en un mismo momento. Por eso coinciden los historiadores en que la ciencia y la tecnología han transformado nuestras vidas, nuestro trabajo, los ratos de esparcimiento y tal vez hasta la misma índole de nuestra organización social, así como los valores humanos. Sin embargo, aun cuando nos maravillemos de la rapidez de estos cambios y gocemos con los nuevos descubrimientos, existe un fenómeno social tan viejo y eterno como la humanidad misma: el fenómeno de la guerra. Para eso son las fuerzas armadas, para mantenerse preparadas para la guerra, y para eso son sus armas, las armas militares.

Bien es cierto que en Venezuela el término guerra fue abolido de la Constitución y legalmente solo existe en los textos militares, por ser obvia su función principal de prepararse para hacer la guerra, aunque eufemísticamente se la justifica como un medio para lograr la paz y, constitucionalmente se justifiquen las fuerzas armadas como un medio para la defensa nacional.

Pero, aun cuando negación o justificación, políticamente el venezolano se ha vuelto guerrero y violento, dando rienda suelta tanto a la palabra como a la acción para, en cualquiera de sus formas agredir al opositor, sea éste adversario o compañero.

Desde que se instauró el actual sistema de gobierno autodenominado socialista, la guerra como idea y amenaza ha estado a flor de labios en el presidente de la República. Todas sus acciones políticas y de gobierno las han planificado, programado y manejado bajo un criterio militarista. Sin embargo, esa no es la guerra para la cual se preparan las fuerzas armadas, que orgullosamente desfilan, creyendo que es una guerra política, olvidando la expresión de Clausewitz, que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, pero esa no es la guerra que queremos y por eso es que hay que buscar el encuentro que permita mantener la política como lucha interna, dejando a las fuerzas armadas para su misión constitucional. 
@Enriqueprietos