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miércoles, 16 de octubre de 2019

ATERRIZAJE EN VILA TEPEQUÉM, BRASIL. Por: Coronel ® (FAV) Sammy Landaeta Millán. Anécdota FAV. Venezuela




ATERRIZAJE EN VILA TEPEQUÉM, BRASIL.  
Por: Coronel ® (FAV) Sammy Landaeta Millán. 
Anécdota FAV.

Como hemos relatado en escritos anteriores, la República Federativa del Brasil y la Dirección de Fronteras del Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE) de la República de Venezuela, eran las encargadas de densificar, posicionar, construir y mantener hitos fronterizos, en los límites de ambos países. Los helicópteros de la Fuerza Aérea Venezolana (FAV) prestaban su apoyo y los tripulantes de los equipos Franceses Alouette III (Al-III) fueron protagonistas del cumplimiento de la misión asignada a  la FAV y al Grupo Aéreo de Operaciones Especiales No 10 (GRUOPEDIEZ) donde hasta hoy LOS COBRAS, somos humildemente, un referente histórico, de la institución, por lo cual relato: ATERRIZAJE EN VILA TEPEQUÉM, BRASIL.

Vila Tepequém ó Villa Tepequém en idioma Español,  se localiza en La Sierra de Tepequém (en portugués: Serra do Tepequém) que es una cadena montañosa ubicada en la ciudad de Amajari en  Roraima (idioma pemón: roro imã, "montaña del loro", pronunciación en portugués: /ʁoˈɾajmɐ/) es uno de los veintiséis estados que, junto con el distrito federal, forman la República Federativa del Brasil. Su capital es Boa Vista. Está ubicado en el extremo norte de la Región Norte del país. Limita al noroeste y norte con Venezuela mediante la divisoria de aguas de las cuencas del Orinoco y Amazonas, al éste con Guyana (concretamente con el territorio de la Guayana Esequiba, en litigio entre Guyana y Venezuela), al sureste con Pará y al sur y oeste con Amazonas. Con 800 habs. en 2014, es el estado menos poblado y con 2,23 hab/km², el menor densamente poblado. Fuente: Wikipedia.
Recuerdo que estábamos al final de la campaña de demarcación. Era Teniente de la Aviación  y me despeñaba como piloto al mando de un Al-III, mi copiloto era el Teniente (Av) Leonardo Méndez Martínez y el Jefe de Máquina, el ST2 (Av) Alfonso Pineda. Concidencialmente, era  2 de Noviembre de un año final de la década del 70, dia de los fieles difuntos, y fuimos a Boa Vista para buscar al Coronel del  Ejército Brasileño, Director de Fronteras, del vecino país. El traslado del helicóptero NO fue problema, pero el idioma sí, nos comunicamos con la torre de control y todo estaba en orden, porque para la recepción de las comunicaciones aeronáuticas, le colocamos un casco de vuelo al Señor Dilermando Deí, Jefe de la misión Brasileña, quien me indicaba en Español en función de la aproximación, el sitio de rodaje y rampa de estacionamiento del aeropuerto de la Ciudad de Boa Vista, donde aterrizamos sin novedad, por el poco tráfico aéreo, que había en la capital de Estado de Roraima.
Regresamos al campamento que se encontraba cerca de Icabarú en el Estado Bolivar y comenzamos el repliegue de los equipos de trabajo que estaban distribuidos en los diferentes Hitos de demarcación fronteriza que se denominan BV (Brasil-Venezuela) y el número que corresponda en  la secuencia de los limites binacionales. Es de hacer notar, que en cada viaje trasladábamos 3 personas y los tripulantes éramos tres, con sitios distantes de hasta una hora de vuelo y el helicóptero tenía 2 horas, 30 minutos de autonomía. Habíamos estado inoperativos porque el combustible de la cisterna de Fronteras, se contaminó, pero  también tuvimos la grata visita del C-123 de las FAV al mando del Capitán (Av.) Mario Escalante Ramírez, quien nos traslado los pipotes de combustible JP1, hasta Icabarú, embasados en tambores de 200 litros por el Servicio de Abastecimiento de la FAV (SABAFAV) necesarios para terminar la misión,
Refiero que siempre me ha gustado cantar y entre viaje y viaje, lo hacía para aliviar un poco la carga emotiva que producía la responsabilidad de hacer esos vuelos con personas propias y ajenas abordo, donde las posibilidades de sobrevivencia a un accidente aéreo, eran casi nulas.  Dividía las piernas de ruta de navegación, que así se llaman, en periodos de media hora, por lo tanto, media hora volaba el Teniente Méndez Martínez y yo cantaba,  y la otra media hora, yo ejecutaba mis funciones como piloto al mando.
Era un trayecto maravilloso sobre Serranías y Selva virgen, en su inmensa zona verde donde a veces solo se podía distinguir un eventual color amarillo, que asumimos podía ser de un Araguaney. En esa inmensidad de árboles, que superan los 40 metros de altura,  NO cabía ni una aguja, cuanto más, un helicóptero, con un ADF como  ayudas a la navegación, sin comunicaciones de radio, sin equipos de supervivencia, sino operado por la voluntad, la responsabilidad, el patriotismo y el sacrificio personal, profesional y familiar, de tres tripulantes, al servicio de la Nación Venezolana y en defensa de su territorio nacional, donde para darnos ánimo hacíamos trasmisiones en blanco: “Para las aeronaves en frecuencia en el area de Icabarú, y el territorio de Roraima, éste el Helicóptero Al-III, siglas 1325 de la FAV, en ruta de tal a cual sitio, en determinada altura y el tiempo estimado de vuelo, desde o hasta, Icabarú”.
En oportunidades llevábamos abordo una lata donde antes venían las galletas de soda, con comestibles NO perecederos, por si acaso sobrevivíamos a una Emergencia real o se accidentaba el helicóptero en un paraje solitario de esos INHÓSPITOS LUGARES donde con el tiempo, algunos tripulantes de la FAV, en función de hacer empatía con la sinonimia utilizada con la bases operacionales de la Fuerza Aérea,  las denominaron  BACOMA, que estimo, esas nociones coloquiales, afines;  NO llegaron a conocimiento de  los altos mandos de la FAV, porque precisamente respondían a la abreviatura de una Base Aérea ubicada en el medio de la nada, donde el maligno perdió su gorra y  estaba localizada precisamente en algun lugar donde "toño el amable" era su anfitrión. Con las debidas disculpas, a los distinguidos lectores.
Llegué a opinar que esos maravillosas tierras donde el relieve se hace ilusión y la soledad se convierte en bondades naturales, al observar cascadas y bellezas de la Amazonía,  si se nos apagaba la turbina y sobrevivíamos al caer a tierra en autorrotación (maniobra de emergencia en helicópteros)  tendíamos que integrarnos a una comunidad indígena, si la conseguíamos, y hacer vida con  los Pemónes, Yanomanis o Maquiritares, hasta que algún dia pudiésemos  ser casualmente rescatados, a los mejores estilos de la película, El Náufrago, de época reciente.
Para culminar esta misión llegó desde Maracay el Capitán (Av) Roberto Vicente Vásquez en otro Al-III, su copiloto era el Teniente (Av) Humberto Mijares Henríquez y el Jefe de Máquina era el ST2 (Av) Edgard Flores Lugo, quienes  se integraban para cumplir con los tiempos de final de campaña, pre acordados con Brasil.  Los puestos más lejanos los dejamos para final  y salimos los dos helicópteros, a cumplir nuestra misión de una hora de vuelo, una de regreso y 30 minutos de combustible para la reserva operacional.
Cargamos 2 brasileños en cada helicóptero, con su equipaje y herramientas. El Capitán (Av) Roberto Vicente Vásquez despegó primero y nosotros, en el otro helicóptero,  los hicimos después,  y avanzamos en línea visual de máquina a máquina, para regresar al campamento. Pero de repente se nos presentó un frente lluvioso que nos impedía ver hacia adelante, nos mantuvimos a distancia visual y de comunicaciones, hasta que pudimos, y al tratar de bordear el mal tiempo, perdimos contacto visual y de comunicaciones.
Nuestro curso de regreso estaba en aproximadamente los 90 grados y en el desvió para bordear el mal tiempo, nos fuimos saliendo al Sur, donde solo veíamos Selva y mas Selva. Sabíamos por tiempo, donde estábamos, pero NO podíamos cruzar hacia el campamento y comenzamos a volar en un rumbo de 120 grados aproximadamente, donde estaba claro. Luego de casi 45 minutos avistamos una Serranía y le dije a Teniente Méndez Martínez, esa es la Serranía donde está la Villa Tepequém, que por el mapa y la altura podíamos identificar como tal.  Decidimos ir hacia esa zona donde se veía menos nubosidad y después de volar cierto tiempo, vimos un poblado y unas personas, en una cancha, jugando futbol.
 Ahí aterrizamos, para reevaluar que deberíamos hacer, y por supuesto, se acabó el partido de futbol.  Preguntamos si eso era Villa Tepequém y nos dijeron que si, pero teníamos  de nuevo el problema, que se nos presentó en Boa Vista, el Portuñol que podíamos pronunciar los tripulantes, NO lo entendían y por dificultades de la radio VHF, NO nos comunicábamos  con el otro helicóptero y menos con campamento. Les dijimos a nuestros pasajeros que les indicaran a esas personas la razón de la presencia de ese helicóptero militar, en esa población del territorio Brasileño. Pero de repente alguien dijo que ahí vivía un garimpeiro (minero) venezolano, y lo fueron a buscar quien se alegró de ver a sus paisanos, y nos facilitó entendernos con las personas y nos ubicaron que al norte de ese sitio, y de  acuerdo con el mapa, estaba la población de Icabaru, nuestro pautado, destino.
Sacamos cálculos en el computador manual del helicóptero por peso, distancia contrastada con la carta aeronáutica de la zona y estábamos como a 40 minutos al Sur, pero la nubosidad todavía se veía al Norte. Esperamos casi 2 horas y prendimos para irnos con seguridad pero NO se podía pasar y apagamos, nuevamente. Despejado después de 3 horas, en horas de la tarde, cuando decidimos viajar, la selva tupida había cambiado a Selva con Praderas escasas, lo que indicaba que podíamos aterrizar si el helicóptero se apagaba.
Volamos con suficiente altura, buscando el campamiento hasta que nos quedaron treinta galones de combustible y el helicóptero consumía 1 galón por minuto, por una milla náutica de recorrido. En nuestro vuelo le dije al Teniente Méndez Martínez que llevara el helicóptero mientras yo recalculaba en el aire e identificaba la zona que era perfectamente nuestro territorio venezolano.  Pero se nos presentó otro inconveniente. Se prendió la luz intermitente de bajo nivel de combustible que avisa que a la aeronave le quedan 20 minutos para acabarse la reserva. Tomé el control de la nave y le dije a Méndez, que llevase él, el control por tiempo de la luz, mientras yo ubicaba a los lejos el sitio del campamento. El tiempo parecía que se había detenido, pero el helicóptero consumía el combustible aceleradamente, y luego cuando la luz se puso fija, que avisaba  que teníamos  10 minutos de vuelo, el ámbar de bombillo indicador era similar al amarillo de los Araguaneyes que supuestamente había avistado en plena Selva.
Aseguré mi patrón directo a pierna final para aterrizaje en el helipuerto. La luz de bajo nivel de combustible ahora en forma fija determinaba que  había que tener sangre fría y la tripulación la tenía. El dominio, la destreza y el conocimiento, se imponía para determinar el procedimiento a ejecutar, que NO era otro sino hacer una autorrotación en cualquier pradera, si se apagaba la turbina.  
Pero ya en la fase final el helicóptero se comportaba muy liviano, temía porque la cantidad remanente en el tanque tuviera impurezas, por la contaminación que habíamos experimentado en el campamento y la máquina se me apagase en cualquier momento, antes que llegase,  al sitio de aterrizaje.
Estábamos en esos momentos de recordar a nuestros instructores de vuelo el Mayor (Av.) Julio Rodriguez Pimentel y el Capitán (Av) Bernardo Thomas Estrada: Si se apaga aquí, lo pongo allá, si se apaga allá, lo pongo más allá y así sucesivamente recordar que con  la luz amarilla de bajo nivel de combustible fija,  NO se podía someter a la aeronave a posiciones o virajes fuertes o bruscos.
Lo llevé hasta la fase final de aterrizaje en el helipuerto e hice un Hover (Vuelo estacionario) y le dije al helicóptero: “Si quieres te apagas aquí.” Pero NO ocurrió, y desde ahí vi que ya mi  Capitán (Av.) Roberto Vicente Vásquez había regresado con su tripulación quien posteriormente me comento, que hizo un aterrizaje de precaución al Norte, en la carretera que conduce desde  Icabaru hacia el Paují y Santa Elena de Uairen, donde encontró un espacio abierto y pudo esperar, mientras se despejaba la nubosidad en Icabarú.  

A final nos reunimos todos, en el campamento, los Venezolanos agradecíamos a Dios y a la virgen del Loreto, patrona de los aviadores,  por habernos conducido sanos y salvos, hasta Icabarú y también expresamos nuestra eterna gratitud, al Cristo Redentor o Cristo del Corcovado,  que nos mostraban los Brasileños en estampitas, porque aseguraban que él, nos había acompañado de regreso,  después del  ATERRIZAJE EN VILA TEPEQUÉM, BRASIL.

Cita: “Para el logro del triunfo siempre ha sido indispensable pasar por la senda de los sacrificios”.
Simón Bolivar


Coronel  ® FAV) Sammy Landaeta Millán
Naguanagua, 16 de Octubre de 2019

Gracias a Dios y a la  Fuerza Aérea Venezolana, por permitirme relatar aspectos de su Historia, NO contada.



FOTOS SUPERIOR E INFERIOR: Frontera de Venezuela y Brasil, en Santa Elena de Uairén y Vista do alto da Serra do Tepequém, no norte de Roraima, en el Articulo, Serra do Tepequém, por cortesía del blog: Os 1000 dias de Anna Biselli