Dos semillas estaban juntas lado a lado en la fértil tierra de la primavera. La primera semilla dijo:
– ¡Quiero crecer! Quiero impulsar a mis raíces fondo dentro de la tierra que está bajo de mí, y expulsar mis brotes a través de la corteza de la tierra que esta sobre mí. Quiero desplegar mis tiernos brotes como banderas que anuncian la llegada de la primavera. Quiero sentir el calor del sol sobre mi rostro y la bendición del rocío matinal sobre mis pétalos.
Y creció.
La segunda semilla dijo:
– Tengo miedo. Sí impulso mis raíces dentro de la tierra que está debajo de mí, no sé lo que encontrará en la oscuridad. Sí me abro paso por la corteza dura que está sobre mí, puedo hacer daño a mis delicados rebrotes. Y ¿Si al dejar que mis brotes se abren, un caracol intenta comérselos? Y si abro mis capullos, un niño pequeño podría arrancarme de la tierra. No, será mejor que espere hasta que no haya peligro.
Y esperó.
Una gallina que buscaba comer afanosamente entre la tierra de comienzos de primavera encontró a la semilla en espera y rápidamente se la comió.
Maestro: aquellos de nosotros que nos negamos a arriesgarnos a crecer, pudríamos ser engullidos por la vida.
Twitter: @aragonzal
Cumaná, 27-08-2020