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viernes, 30 de octubre de 2020

EL ALUMNO. Por TCnel (Av) Juan Nelson Salazar. Relato FAV. Opinión. Historia. Venezuela


EL ALUMNO

Por TCnel. Juan Nelson Salazar

 La FAV se preparaba a celebrar con bombos y platillos su aniversario en el venidero mes de diciembre, por lo que organizaron una feria aeronáutica que se denominó Aero expo en la base escuela “Mariscal Sucre” de Maracay y varias exposiciones estáticas previas de aviones con demostraciones aéreas en varias bases aéreas del país, y la culminación sería una parada militar con una demostración aérea en la base “Mariscal Sucre” el día 10 de diciembre. Me correspondió hacer las demostraciones aéreas del F16 en las bases aéreas “Teniente Vicente Landaeta Gil” de Barquisimeto, “General Rafael Urdaneta” de Maracaibo, “Mayor Buenaventura Vivas” en Táchira y en la Aero expo de Maracay.

Para la demostración aérea del 10 de diciembre le sugerí al comandante del Grupo 16 que ya era tiempo que se les cediera esa responsabilidad a los otros pilotos antiguos del grupo. A los pocos días de esa conversación hubo una reunión del alto mando de la FAV en la base El Libertador e inesperadamente se me indica que el general Jesús Aveledo comandante general de la aviación quería verme. Rápidamente me acerqué al Grupo de Caza 11 donde se llevaba a cabo la reunión y me presenté ante el general Aveledo, quien al verme extendió sus brazos y me saludó muy afablemente. Ya muy cerca de él me dijo: “¿Tienes algo contra mí?” Me sorprendí e inmediatamente le contesté que no. Entonces me dijo: “¿Por qué no quieres volar la parte del combate a baja altura en esta oportunidad?” Le expliqué que ya lo había hecho varias veces en los años anteriores y pensaba que ya era tiempo que otros pilotos se ocuparan de esa rutina. “Déjate de vainas Salazar, más vale pájaro en la mano que cien volando. No voy a arriesgar los eventos del aniversario con un novato, así que ponte tus arneses y vuela ese día.” Y sonriendo continuó: “Lo único que necesito es que lo hagas tal como lo has hecho en las oportunidades anteriores, nada más” “Entendido mi general” le contesté, “Lo haré con mucho gusto”. “Así se habla piloto” me contestó. Y nos despedimos.

Durante noviembre alterné las demostraciones aéreas del F16 durante varios fines de semanas en las bases aéreas designadas con las prácticas de desfile aéreo del acto central del aniversario de la FAV. No recuerdo en cuál demostración, ni en cuál base aérea, me conseguí con el coronel Agustín Borges, quien era el jefe de Seguridad Aérea de todos esos eventos. Me llamó aparte y con amabilidad me dijo que había roto las alturas mínimas de la demostración aérea con el F-16, que para las futuras demostraciones respetara las alturas, “Indio, todo luce muy bien, no tienes que bajar tanto ¡te queremos vivo!” Tomé nota de sus advertencias de seguridad y me prometí no dejar que las emociones me obnubilaran, ciertamente podía perder la vida por un inexcusable descuido.

Prácticamente el evento del combate aéreo a baja altura contra un Mirage “incursor” sería uno de los primeros sucesos del show aéreo, que contemplaba posteriormente bombardeos y ametrallamientos con todos los aviones de ataque de la FAV a “objetivos” ubicados a poca distancia de la tribuna principal y del público invitado. Después del despegue de la base El Libertador me correspondía ascender por la izquierda a una posición al Norte de la base que se identificaba por la más alta cresta montañosa de esa serranía, donde haría un patrón de espera por la izquierda de piernas de un minuto. A la orden de radio del controlador aéreo me desprendería de mi posición, en vuelo descendente hacia Maracay y posteriormente tomaría una ruta recta a muy baja cota que me colocaría en frente del Mirage justamente delante de la tribuna principal, con ambos aviones sobre el eje de la pista 05-23 de la base aérea Mariscal Sucre. Se simulaba un combate de dos aviones aproximando de frente a muy altas velocidades, cada quien negando espacio de maniobra y señal infrarroja al adversario, de manera que después del cruce “neutral” les correspondía a los pilotos maniobrar sus aviones para conseguir una “solución de tiro” que eliminara a su adversario. Después del cruce frente a la tribuna a escasos metros sobre el terreno yo debía aprovechar las ventajas del F-16 para colocarme en posición de tiro de misil lo más pronto posible, mediante un abrupto viraje de hasta 9 gravedades por mi derecha, que aunque drenaba bastante energía, me permitía colocarme en el cuadrante trasero del Mirage rápidamente, además la muy baja altura y el potentísimo motor del F-16 me ayudaban a acelerar para el “disparo de misil” y luego para el rápido acercamiento al Mirage que estaría virando por su izquierda, negando espacio de maniobra, y desde la percha acercarme para lograr un “tiro de cañón” que fuese espectacular, es decir que ocurriera frente a las tribunas, antes de que el Mirage haya conseguido virar los 180° de viraje después de nuestro cruce. Mientras tanto los narradores del evento iban diciendo por los parlantes al público los eventos que estaban ocurriendo frente a ellos. Inicialmente finalizaba la “interceptación” del Mirage con un pasaje de tiro de cañón (nosotros sabíamos lo preciso y potente que era el F-16 con su cañón Vulcan, que con una sola ráfaga nos había permitido derribar el dardo durante el entrenamiento de tiro aire-aire en Margarita) pero el comandante del Grupo 16 me ordenó que hiciera varios pasajes. Así lo hice. Después de repetidas entradas de tiro de cañón me correspondía acelerar y subir hacia el Sur para reunirme con el resto de los aviones F16 que se preparaban para el desfile masivo. 

Las diferentes prácticas de esos eventos me permitieron corregir algunos detalles del show y sobre todo a tener claro en el mapa del radar abordo  la posición de la rampa de base Sucre donde debía ocurrir el cruce neutral con el Mirage, de esa manera y con los datos que proporcionaba la computadora de tiro abordo respecto al acercamiento con mi adversario, pude pulir toda la navegación desde el punto de espera hasta el cruce con el Mirage exactamente frente a la tribuna principal con la energía (velocidad y potencia) requerida para hacer vistoso el show, en particular lo referente al estruendoso ruido del F16 al encender postquemador segundos antes del cruce neutral y la visión espectacular de su viraje hacia el Mirage a tantas gravedades.

En los años siguientes el ingeniero José Vicente Zapata, regaló a mi hijo un buen programa de computador del F-16. Juan Manuel, mi hijo, no perdía oportunidad para virar el avión a las máximas gravedades y quedar detrás de su “enemigo” listo para derribarlo, pero tuve que explicarle, con el mayor detenimiento, el inconmensurable efecto sobre el cuerpo del piloto de las “gravedades” tan altas a las que nos sometíamos en esos abruptos virajes. Creo que lo entendió cuando abordó los carruseles de altas velocidades de los parques de atracciones de Orlando, Florida. “Y allí no experimentas más de 3 gravedades hijo” le comenté en esas ocasiones. “Imagínate lo que significa para un piloto soportar 9 gravedades (9 G’s) y quedar en condiciones de seguir volando, para ganar el combate”. Equivocadamente mucha gente dice que los pilotos se someten a “mucha presión” por la altura; y sucede que el sistema de clima abordo resuelve todo el tema de la presión atmosférica a satisfacción del piloto de caza. Menos mal que cada día se han mejorado los aditamentos y la vestimenta para volar jets, como el traje anti G que ayuda a soportar y superar el exigente ambiente de las altas gravedades durante el vuelo de entrenamiento y/o combate aéreo a bordo de los aviones de caza.

En el auditorio del Grupo de Caza N° 11, el día del aniversario FAV, al finalizar la charla del comandante general a las tripulaciones, acompañado del alto mando de la aviación, el general de división Justo Saavedra se me acercó y me encomió por el trabajo que venía haciendo durante los eventos del show aéreo. “Eso es lo más impactante, lo verdaderamente espectacular del show, y tu buena mano le permite al público ver cómo se vuela bien el F16. Tú pones en alto nuestro gentilicio y nuestra capacidad de pilotos y técnicos para operar eficientemente los F16. Te felicito de antemano” Se lo agradecí y le dije: “A usted le estaré eternamente agradecido por haber tenido el coraje de apoyarnos cuando entramos nuevecitos como pilotos de Mirage, y sobre todo por haberme enseñado a volar ese exigente avión. Me hice piloto de caza gracias a su interés, a su audacia y empeño conmigo. Siempre lo recordaré. Le dedico este show mi general, a usted, mi instructor de vuelo de Mirage”.

Después del todos los eventos terrestres y aéreos del día de la FAV, todos los aviones comprometidos fuimos a aterrizar a la base aérea El Libertador, donde ya estaba preparado un avión de transporte Hércules C-130 para trasladar a las tripulaciones a la base escuela Mariscal Sucre, ya que en los predios de la Escuela Técnica de la FAV se estaría llevando a cabo el brindis con el presidente de la República por el LXVII aniversario de la FAV. Se nos indicó que debíamos dejar los aperos de vuelo, pero que podíamos asistir en braga de vuelo. Todos los tripulantes (¿?) abordamos el C-130 y procedimos a la base Sucre. Si hubiese ocurrido un grave accidente, la FAV hubiese perdido a su capacidad de combate sin que el adversario disparara un solo tiro. En la rampa de base Sucre varios autobuses nos trasladaron hasta el comedor de la Escuela Técnica. Desde que nos bajamos del bus mi compañero Daniel Zapata me escoltó, con sus permanentes chistes y ocurrencias. Siempre he disfrutado de su agradable compañía. Y esa tarde no fue diferente.

Al entrar al comedor un teniente asimilado barinés, amigo de mi compañero Luis Reyes, que trabajaba en la tropa de la base Sucre, se me acercó y me dijo que quería que conociera a alguien. Como no observó interés en mí, me dijo que se trataba del senador Arístides Beaujon, presidente de la comisión de defensa, que se encarga de evaluar los ascensos a coronel de los oficiales. “No es mala idea que lo conozcas Indio” me dijo mi interlocutor. Daniel asintió, y me dijo: “¡Se supone que luego tú me presentarás al senador gran carajo!” Me dio risa esa ocurrencia de Daniel y los tres nos dirigimos hacia donde estaban varias personas bien vestidas con vasos de licor en la mano. El teniente le dijo al senador, a quien reconocí por las fotos de periódicos y sus apariciones en los noticieros de televisión, “Senador, le presento al mayor Juan Nelson Salazar, piloto de F16, del F16 que hizo la demostración de combate a baja altura”. Y dirigiéndose a mí, dijo: “Mi mayor, le presento al senador Arístides Beaujon” Nos estrechamos la mano y yo presenté a mi compañero al senador Beaujon: “Le presento al mayor Daniel Zapata, quien es el responsable del mantenimiento de los aviones F16.” Alguien nos obsequió sendos vasos de licor y establecimos una conversación con el senador y sus pocos acompañantes. De repente se acercó un oficial y me dijo: “Mayor Salazar, lo andamos buscando porque el presidente lo quiere saludar.” El senador Beaujon se apresuró a despedirnos y salimos Daniel y yo detrás del oficial hacia donde se suponía que estaba el presidente de la República.

Estábamos llegando a donde había una aglomeración de altos jerarcas de la aviación y de otras fuerzas, cuando el ayudante del general Aveledo se me acercó y me condujo hacia donde estaba el presidente. El general Aveledo que estaba a su lado le dijo al presidente: “Señor presidente le presento al mayor Juan Salazar” Yo me acerqué y en actitud marcial saludé al presidente de la República Jaime Lusinchi, quien lucía un traje gris azulado con corbata oscura sobre una camisa clara. Él extendió sus brazos sonriendo y yo me acerqué aún más y lo abracé. Comprobé que el presidente era gordo como se veía en la televisión, pero me impactó su hablar campechano, llano y directo. Me dijo mientras me abrazaba: “El pueblo venezolano está muy orgulloso de sus fuerzas armadas, y con demostraciones como la de hoy la juventud militar enaltece aún más el gentilicio y la confianza de sus conciudadanos. Te felicito por esa extraordinaria demostración de capacidad de hoy paisano.” Le agradecí sus palabras y luego ya para despedirme le dije que efectivamente éramos paisanos orientales, pero yo era de Maturín, y que conocía a Clarines donde había ido a pasear durante fines de semana. El presidente me dijo que conocía bastante a Maturín, que la había visitado mucho en los avatares políticos y que tenía allí buenos amigos. Cuando lo saludaba para despedirme vi a mi izquierda al general Justo Saavedra sonreído. Giré y me dirigí a saludarlo, una vez que saludé estrechando la mano del general Aveledo y otros generales. “Tú si tienes instructores hijo” me dijo el Papi Saavedra mientras nos abrazábamos. “Yo le comenté a varios generales que este show me lo habías dedicado como instructor de vuelo tuyo que fui hace unos años atrás. Y ahora todos dicen que fueron instructores tuyos, ¿qué te parece?” Sólo sonreí por la ocurrencia del Papi, que siempre ha tenido fama de no guardarse nada, pero no emití comentario alguno. Pero ciertamente oí a un general comentarle a otro lo que había tenido que bregar para que yo avanzara como su alumno. ¡Jamás en mi vida volé con ese señor! El Papi veía mi cara de asombro y se reía. Y repitió en voz alta: “¡Salazar tú si tienes instructores!”. Nos despedimos y salí hacia otros sitios del convite acompañado de Daniel Zapata, quien no cesaba de decirme: “¡Indio, no sabía que tenías tantos instructores!”.

Algunos oficiales estaban acompañados de sus señoras e incluso de sus hijos, bien ataviados. Pero Marisela no pudo superar los obstáculos de la enorme cola que se formó para salir del aérea de la rampa de Base Sucre y entonces decidió seguir hasta nuestra vivienda, con los familiares a bordo de nuestro inolvidable Malibú Classic azul. Yo quería que mi familia, Marisela, Lisseth y Juan Manuel, estuvieran conmigo en ese brindis, quizás les habría presentado al presidente y a mi instructor Papi Saavedra. Entonces seguí deambulando por los pasillos llenos de gente y compartí con muchos compañeros de trabajo en esa jornada. De repente se me acercó el coronel Agustín Borges. Me dije: “Por lo menos serán dos presentaciones, campaña y deportes, porque vine ‘raspando el piso de la rampa’ frente a todo el mundo”. El piloto del Mirage vino a muy, pero muy baja altura, en la aproximación desde la laguna de Los Tacariguas hacia la pista 05-23 donde ocurriría el “combate”. Yo pude venir a esa interceptación con altura mayor sin problemas, porque mis instrumentos abordo y la computadora de tiro me daban desde hacía millas náuticas atrás toda la información que requería sobre el Mirage, pero no se iba a ver bien, ni mucho menos espectacular, ese encuentro así con el Mirage “incursor” frente a la tribuna presidencial y el exigente público maracayero. Entonces desde que pasé sobre los alrededores de Caña de Azúcar y El Arsenal cuando divisé el avión adversario, justo en la cajita designadora del HUD (la mira del F-16), bajé a escasos metros del terreno. Abrí desmesuradamente mis ojos y me puse muy atento a los obstáculos en la ruta a la base Sucre. Sentí que podría estar levantando remolinos al pasar sobre los techos y pajonales (como los Mirages cuando hacían el pasaje de despedida en el polígono de tiro de Carrizales) y probablemente muchas personas mencionarían a mi progenitora ya difunta por los efectos sonoros del vuelo bajo de mi F-16. Pero ya estaba hecho. “A lo hecho, pecho” me dije. Con actitud marcial contesté el saludo del coronel Borges, quien para mi sorpresa me dijo: “Te felicito Indio. El show salió impecable.” Me salvé.

Muchos años después, mi amigo el coronel Roberto Vásquez, piloto instructor de helicópteros y mi primer comandante de patrulla de la Escuela de Aviación Militar en 1971, me dijo que el Papi Saavedra siempre le preguntaba por mí. En esas conversaciones me enteré que Roberto le había dado instrucción de vuelo de helicóptero al Papi, quien hasta voló solo. Me dio el número del Papi y empecé a conversar con él. Finalmente acordamos una visita a su residencia en La Victoria, donde el Papi vive con su hija menor. Cuando me saludó en la entrada del edificio el Papi me dijo: “Siempre te estaré agradecido por haberme dedicado aquel magnífico show de combate aéreo de base Sucre” Y yo volví a abrazarlo en retribución a su inolvidable gesto de conducirme por los deliciosos caminos de la aviación de caza como su alumno de Mirage.

Turmero, 20 de octubre de 2020 




RESEÑÁ PROFESIONAL: El Teniente Coronel de la Fuerza Aérea Venezolana (FAV) Juan Nelson Salazar egresó de la Escuela de Aviación Militar (EAM) con el Grado de Subteniente el 5 de Julio de 1975, como integrante de la Promoción: Stte. Piloto (+) Francisco José Osorio, es Piloto de Caza de los Sistemas de Armas Mirage III/V y F-16 Fighting Falcón y piloto de caza entrenado en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) en Aviones T – 38 / Talon. 

IMAGEN SUPERIOR: Fotografía del Ciudadano General  de División (Av) Justo Evaristo Saaveda (El Papi Saavedra) en compañía de su alumno el Teniente Coronel (Av) Juan Nelson Salazar, de la Fuera Aérea Venezolana.

IMÁGENES INFERIORES: Relativas a la actividad aeronáutica del Teniente Coronel (Av) Juan Nelson Salazar, en operaciones, de la Aviación de Caza, de Fuerza Aérea Venezolana. 

REMISIÓN: Coronel (Av)  Antonio Cecilio Brizuela Dímas

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