PAGINAS Y RECORTES

lunes, 2 de mayo de 2022

Una payasería de congreso. Por: Enrique Meléndez. Opinión. Política. Ciudadanía. República. Venezuela.


Una payasería de congreso

Enrique Meléndez

         Por supuesto, no dejó de considerarse que estamos ante la ratificación de la Nomenclatura, que se ha hecho cargo de este país; a propósito del Congreso del Partido Unido Socialista de Venezuela, que viene de realizarse en el Teatro Teresa Carreño, y donde hemos visto las mismas caras de siempre; un evento tan insignificante que nadie estuvo al corriente del mismo; a diferencia de los congresos, que realizaban las maquinarias partidistas durante la época de la República civil, que entonces se llevaban un amplio centimetraje noticioso en los medios de comunicación, y allí había contenido, tesis política, a propósito del tipo de discurso, que se manejaba entre la dirigencia.

         Daba gusto oír hablar a Rómulo Betancourt; un hombre de una voz atiplada, con un lenguaje de quincalla, como le endilgaba Uslar Pietri, aunque gracioso e incisivo. Manuel Caballero decía de Gonzalo Barrios, que lo caracterizaba una cierta elegancia florentina en su discursiva, quizás impregnada de Maquiavelo, el padre de la ciencia política; de allí lo de lo florentino. Incluso, el propio Barrios opinaba de Pérez, que necesitaba un poquito más de ignorancia. He allí la ironía, con la que se manejaba el tema de la ilustración de nuestra clase dirigente. No se diga del otro lado, de los copeyanos: Rafael Caldera fue un brillante orador; lo mismo se pudiera decir de Luis Herrera Campins y su capacidad de reflejar la realidad a través de refranes; que era caldo de cultivo para los cómicos de la televisión. Tanto Acción Democrática, como Copei contaban con institutos de formación, que hacían parte del adoctrinamiento de la militancia; puesto que eran maquinarias con doctrinas o tesis políticas. De modo que había debate de altura; confrontación de ideas; lo que atraía a los medios de comunicación que se encadenaban ante un evento de esta naturaleza.

         Por lo demás, allí acudía la militancia en una forma espontánea; se disputaban las delegaciones, para asistir a esos congresos, y en donde se ratificaban (que es lo que ha hecho Henry Ramos Allup en Acción Democrática durante todos estos años), o se renovaban las autoridades partidistas en todos los rangos; de modo que era una voluntad de participación organizativa muy identificada con un color, un himno, una bandera y un símbolo. Entonces, había instituciones en este país y, en ese sentido, los partidos funcionaban como un capitulo institucional de ese Estado de democracia liberal; aun cuando no dejaban de existir los fraccionalismos, las guerrillas internas, los codo a codo, el arribismo o el mismo continuismo de un Ramos Allup, como decíamos, a partir de componendas, y que fue lo que vino a minar la estructura de estas organizaciones, que nacieron a raíz de lo que Huntington conoció como la segunda ola de los procesos de democratización de los países, sobre todo, occidentales; luego de la II Guerra Mundial; que se fueron fraguando en la primera mitad del siglo XX, para consolidarse al comienzo de la década de los sesenta, y que funcionaron durante los 40 años de República civil, bajo el esquema de lo que se conoció como el Pacto de Puntofijo, unos 40 años que se pudieran calificar como la edad dorada del Siglo XX de Venezuela, tal cual calificaba Juan Vicente González esa etapa de nuestra historia que va de 1830 a 1868, lo que significa que nuestro devenir republicano marcha en altibajos, que es lo que viene a ratificar este congreso del PSUV.

         Si uno se pusiera a comparar pelo a pelo aquella dirigencia adeco-copeyana con ésta, presencia una pelea de tigre contra burro. Aquella dirigencia contaba con obra publicada; empezando por Rómulo Betancourt y su famosa Venezuela: Política y Petróleo; además de trayectoria pública destacada. Esta gente llegó de la mano de un aventurero, que estaba en el lugar indicado y a la hora indicada, y se coló por los palos en un país, que se deja llevar por las pasiones, y lo emociona cualquier encantador de serpientes. Chávez no fue sino un charlatán; como toda esa gente que participó de ese congreso psuvista.

         Empezando por la temática que se abordó allí: la corrupción de “nuestra gente”, y entonces Nicolás Maduro trajo a colación el caso de un alcalde de Anzoátegui, a quien le descubrieron un mercado negro de gasolina y así que, como decimos en criollo, le pusieron los ganchos; que no ha sido interpretado en la opinión pública sino como pases de factura; muestras de la guerra interna, que hay en esas filas, es decir, cachicamo diciéndole a morrocoy conchudo. Obsérvese que por las redes sociales circula un video; donde se observa que Chávez desenmascara a Diosdado Cabello, siendo éste ministro de Infraestructura, frente a Henry Falcón, siendo éste gobernador de Lara y, desde luego, delante de todo el país, a propósito de la construcción de una obra en dicho estado; donde se observa el sobreprecio, con la que recarga la factura de la misma el susodicho ministro. Empecemos por ahí: ¿cuánta obra no ha sido financiada; que no ha sido construida, y ha desaparecido el dinero?

         El hecho es que Chávez gobernó sobre una cleptocracia; lo que dio lugar a un régimen de mafias o la típica Nomenclatura; que se caracteriza por ser un régimen de ricos frente a un pueblo pobre; a partir del quiebre de las instituciones; de modo que ese proceso de desinstitucionalización partió del PSUV; que en la práctica no existe, salvo para participar en los procesos electorales, y que no deja de ser una minoría más dentro del espectro de nuestros partidos políticos y, luego, chispeó a los de la oposición, que terminaron prostituyéndose; donde estuvo de por medio la judicialización de la política, para el quiebre de las voluntades y/o lo que se conoce como la Operación Alacrán; aun cuando, ha quedado una reserva moral allí, y que es la que se ha venido agrupando alrededor de la figura de Juan Guaidó. El teatro del cinismo fue lo que se desplegó en ese congreso, y donde no dejó de ser celebrado el supuesto éxito de la revolución.

- - - - - 






Enrique Meléndez: Periodista,  Escritor y Reportero, venezolano,  Licenciado en Comunicación Social y Filosofía, en la Universidad Central de Venezuela; con estudios de post-grado en el Instituto de Altos Estudios de la América Latina de la Universidad de La Sorbona, París III, de Francia, Columnista del Semanario La Razón, en Venezuela, y autor de un diario político-filosófico, titulado:  Diario de la Quinta República: cronología de la destrucción de Venezuela”, cuyo primer volumen  está publicado en la biblioteca virtual de Amazon. 

Correo: melendezo.enrique@yahoo.com

Twitter: @emelendezo 

ANEXO: Una payasería de congreso.doc