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lunes, 10 de octubre de 2022

César J. Sánchez – León. (78) CRONICA DE LOS LUNES. Independencia, soberanía y gobierno. Opinión. Ciudadanía. Política. Justicia. Venezuela. Mundo.

César J. Sánchez – León.

(78)  CRONICA DE LOS LUNES. 10 de octubre de 2022.

Independencia, soberanía y gobierno.  

Tema espinoso es este que trata de abordar la independencia, la soberanía y el gobierno del Estado con visión conjunta. Particularmente, si se hace dentro de la actual situación en Latinoamérica, dividida entre el ejercicio de gobiernos populistas y gobiernos progresistas, estos, con autentico formato democrático; que lo aceptan de verdad, como forma de vida. Desde el principio de su ejercicio de gobierno, se observa en los primeros, casi siempre la tendencia cuando no la conducta franca, de cambiar el texto constitucional y de incluir en el nuevo, supuestos o reales derechos sociales de diversa laya, a veces exagerados y hasta impuestos bajo el pretexto de la independencia y la soberanía popular cuando, en realidad, lo que se busca es entronizar la autocracia. Siempre, hasta ahora, “el remedio es peor que la enfermedad”.

La independencia del Estado y su manifestación más inmediata, la soberanía, son conceptos perfectamente estudiados por la Ciencia Política y encuadrados dentro de los Principios del Derecho Internacional (DI). Alejados así de cualquier concepción producto de la elaboración equivocada de quienes los vocean y repiten; además de erróneamente reiterados como eslóganes en “manifestaciones de esquina” (populacheras). Para colmo, manipulados en algunos discursos de los gobiernos o de los opinadores que repiten según su interés personal o de ocasión. 

Independencia no es bravuconear el gobierno de un Estado ante los demás, haciendo ver que, aunque irrespetando el Derecho Internacional y también el derecho interno, nadie puede impedirlo. No puede el gobierno del Estado, violentar los DD.HH. alegando independencia y soberanía y calificando de intromisión en sus asuntos internos, la condena de otros pares ante el abuso e irrespeto a la persona y sus derechos. Independencia, por el contrario, es actuar con moderación y acatamiento al Derecho; con firmeza para actuar, pero según los postulados del DI y su propio derecho interno, proporcionando así seguridad jurídica. Es decir, si cada país se ha dado su propio orden jurídico, como manifestación de los principios del DI, su gobierno y sus ciudadanos deben respetarlo y así proveer de seguridad jurídica a nacionales y extranjeros todos, con los beneficios que ello trae.

Soberano, según lo dicho, en el Estado democrático, es el pueblo que toma sus decisiones libérrimamente según las leyes que previamente se dio. Y lo hace el pueblo de un país independiente. El que no depende del tutelaje exterior de ningún otro. 

Como es sabido, en el concierto internacional todos los países independientes son jurídicamente soberanos e iguales. No resta nada a lo dicho, la necesaria relación económica entre ellos, que los obliga a un mayor o menor grado de dependencia entre sí. Es la lógica consecuencia en los hechos, en que ningún país es económicamente autosuficiente. Ninguno. Una vez más, la guerra Rusia-Ucrania lo confirma al dejar, como consecuencia, el primero en buena parte, sin energía a Europa; sin gas; y así obligarla a tomar medidas de urgencia ante la ya inminencia del invierno. A lo mejor muy crudo.

Pero también y de conjunto, hay independencia y soberanía, al actuar gobierno y sociedad con dignidad colectiva al no aceptar que el poder de otro Estado, cualquiera sea, se deje sentir dentro de nuestro territorio o haga valer sus leyes nacionales fuera, en el escenario internacional, contra otros Estados, incluido el nuestro, como si los tratados internacionales válidamente celebrados por él, no tuvieran valor jurídico alguno o como si los que no convienen a la posición política o económica del país pretendido rector imperial, los pueda incumplir alegando, a veces, que oye el clamor de pretendidos demócratas. El DI es uno sólo y para todos, y tiene establecido en los tratados internacionales qué o cuáles recursos han de ejercerse ante la violación de los DD.HH. por ejemplo, si es el caso. Un Estado en particular no puede erigirse en juez y paladín de la justicia internacional y así, con ello, premiar y sancionar fuera de sus fronteras, según sus conveniencias y sus intereses. 

Incluso también es inicuo y reprochable expresarse en lo personal con actitud genuflexa ante las acciones contrarias al DI de una potencia. Y más vergonzoso aún para quien lo acostumbra, es ver y expresarse en las redes de manera complaciente, ante actitudes groseramente abusivas de Jefes de Estado y/o de Gobierno, en un sentido u otro, contra la ley internacional. 

Finalmente, conviene resaltar y recordar que la amenaza del uso de la fuerza o de su uso, prohibidas por el DI, conducen a agravar las cosas. Ante la situación belicosa, probado está que las mejores herramientas para prevenir el conflicto armado, están alejadas del uso de las armas que crean o pueden crear una guerra de proporciones devastadoras para la humanidad; aún en la convencional por oposición a la nuclear.  

Dentro del marco de lo hasta hora dicho, cerremos nuestro texto de hoy advirtiendo, y en razón auténtica de pretendido observador neutral, que en nuestra América Latina puede constatarse una marcada tendencia en los gobiernos populistas, mediante el alegato precisamente de la  independencia y la soberanía y la supuesta garantía que dan los otros principios del DI (libre determinación de los pueblos, no intervención en los asuntos internos de otro, etc.), de intentar el logro de la superación  de los fracasos, reales  o no, de gobiernos anteriores, por la vía del abuso al derecho, imponiendo visiones políticas que ocasionan desajustes mayores en la sociedad; que generan sufrimiento colectivo, al tratar de cambiar el ordenamiento fundamental de algunos Estados, con el alegado y aparente tinte (argumento) de una justicia social. Ya la experiencia fundada en los hechos nos ha indicado que tales caminos no son exitosos. Todo lo contrario.

César J. Sánchez – León, es Doctor. en Ciencias Políticas de la UCV, Venezuela; profesor investigador de Pre y Postgrado, abogado especialista en Derecho Público y ademas, es columnista de Hey Diario Digital, donde se encuentran publicados, varios articulos de su autoría.   

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