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domingo, 20 de noviembre de 2022

IORFAN: Algunas consideraciones históricas. Por: Coronel (Av.) Alberto González Amaré. Promoción EAM-1959. Decano de los Expresidentes del instituto. Opinión. Venezuela. Mundo.

IORFAN: Algunas consideraciones históricas.

En atención a reiteradas solicitudes de algunos colegas preocupados por la situación de crisis que atraviesa nuestro Instituto de Oficiales de las Fuerzas Armadas en situación de retiro, IORFAN, dada  mi condición actual de decano de los ex presidentes, figura que aparece señalada el reglamento de su condecoración Medalla Laureada, considero prudente hacer del conocimiento de nuestros afiliados algunas consideraciones históricas que pudieran ser importantes para encontrar solución a los graves problemas que se presentan en la actualidad.
En el mes de julio de 1989, fui electo por mayoría en votación de los afiliados como presidente del entonces denominado Instituto de Oficiales en situación de Disponibilidad y Retiro OFIDIRE, que en ese entonces era un organismo público de filiación obligatoria, que había sido creado por la democracia incipiente del presidente Rómulo Betancourt con la finalidad más que todo de controlar los movimientos de aquellos oficiales desafectos a su sistema de gobierno. Por eso, aún cuando el sistema de elección por votaciones existía, siempre el ministro de la Defensa se reservaba la última palabra en su nombramiento. Por eso agradezco al ministro del momento, mi colega aviador GD Firmo López Uzcátegui, su confianza en mí, ratificando el nombramiento. Los vocales electos para la Junta Directiva por sus respectivas Fuerzas fueron los generales Jacobo Yépez Daza, Francisco León D¨Alessandro y Norberto Barroso, y el CN Pablo Lira Hidalgo.
Nuestros nombramientos fueron, sin duda alguna, consecuencia de la llegada a los centros de poder, de las generaciones formadas en democracia, refrescando con sus mentes más modernas el pensamiento militar y político de esa época. Ellos y nosotros, la nueva Junta Directiva, comprendimos la evidente obsolescencia de los postulados primigenios del organismo que, hasta ese momento, había sido utilizado primordialmente como un instrumento de control de la sedición. Con el pleno apoyo del Alto Mando, nos dimos a la tarea de pensar cómo transformarlo en una entidad que, en lugar de restringirlos y controlarlos, prestase un servicio útil a los oficiales retirados, cada día más numerosos porque las nuevas leyes los obligaban a retirarse por tiempo de servicio en lugar de ser por límite de edad en el grado respectivo. 
Tratando de identificar y jerarquizar los múltiples problemas que aquejaban a los afiliados de entonces, nos pudimos percatar que era imperativo ayudar al oficial, a transitar sin traumas desde su posición de mando militar, con todas las prebendas que conllevaba y amparado por una sólida estructura protectora que le resolvía todos sus problemas, a una situación de competencia por su prematuro y obligatorio encuadramiento laboral dentro de la sociedad civil. Ese problema lo consideramos como el más álgido. El otro que nos llamó poderosamente la atención fue la desconexión total con los colegas en situación de actividad, que llegaban a rechazarnos y hasta a considerarnos como unos pedigüeños generadores de problemas. Poco más de treinta años habían transcurrido desde la creación del instituto y ya estaba requiriendo con desesperación un cambio radical en sus estatutos por razones de sobrevivencia.
Afortunadamente, el Alto Mando Militar de la época coincidió con los integrantes de la nueva Junta Directiva de OFIDIRE en que había que cambiar el propósito y la esencia del Instituto y reorientarlo en el sentido de facilitar la transición del oficial del servicio activo a la situación de retiro, haciéndola menos perceptible, y hacer que los activos se involucren en el proceso. En resumidas cuentas, agrupar gremialmente a toda la oficialidad, condicionando el ejercicio pleno de sus derechos civiles, a la situación de retiro. Para ello, se buscó el apoyo de un grupo de juristas, encabezados por el Consultor Jurídico del Instituto, coronel Héctor Pietri Guzmán, y se iniciaron los contactos jurisdiccionales y políticos conducentes a la modificación de la Ley Orgánica.
¡Eureka! El día 10 de agosto de 1990 salió publicada en gaceta oficial la nueva ley del Instituto, rebajada a la categoría de ley normal porque ya no implicaba la gestión represiva. En ella se definía que: "El Instituto de Oficiales de las Fuerzas Armadas en situación de retiro, es un organismo de carácter público, con personalidad jurídica y patrimonio propio, independiente del Fisco Nacional, creado con el objeto de agrupar a todos los Oficiales que se encuentren o pasen a dicha situación, estimular su mutuo acercamiento y fortalecer los vínculos de fraternidad que deben existir entre los miembros de la institución armada y, a través de los organismos correspondientes procurarles medios de bienestar económico, social y cultural." Todo un triunfo para nuestras esperanzas de ver con una nueva perspectiva la situación de retiro.
Debieron trascurrir poco más de treinta años para que se precipitaran esos acontecimientos que aquí narramos y la estructura jurídico administrativa del instituto se ajustara a la época y permitiera un nuevo enfoque de carácter gremial, en el sentido más puro de la palabra, ya que, por la propia naturaleza de nuestra profesión, no era ni es todavía posible, enfrentar al patrono porque, a pesar de ya no ser nuestro empleador, nunca dejará de ser el génesis y la razón de existir de nuestra institución.
Han transcurrido desde ese entonces hasta ahora más de 30 años, en un ciclo de vida mas o menos similar. Creemos necesario hacer un paralelismo con la evolución política de nuestro país para compararlo con la situación actual. La llegada al poder de la democracia en 1958 generó la creación del Instituto como instrumento de control político; la consolidación de ese sistema político permitió su reorientación hacia metas gremiales en 1990, y la nueva doctrina de empleo de las FAN surgida en el año 2000 por efecto de la ideología política socialista del gobierno, empieza a presionar al Instituto para que revise sus postulados gremialistas y de asistencia social y retorne a su esquema primigenio de organismo ductor y controlador de una población ahora denominada "Reserva Activa", con restricciones aún mayores a las que se aplicaban en OFIDIRE cuando gestionaba el control político   de los oficiales en la afortunadamente ya inexistente situación de "disponibilidad", en su mayoría provocada por retaliaciones políticas. Da la impresión de que el Alto Mando actual le va a plantear al gremio una dicotomía inexorable de "lo toman o lo dejan", es decir, o aceptan que los controlemos verticalmente como lo hacía OFIDIRE, o simplemente hacemos desaparecer el Instituto, porque a nuestros fines, no cumple ninguna función útil. La transición del oficial hacia la vida civil ya no es su problema, porque los que ostentan posiciones de mando sencillamente, no se van, y los que no, no están haciendo transición alguna sino perpetuando su mismo estatus de mantenidos por el gobierno. Tampoco es bienvenida la iniciativa empresarial ni económica del retirado por razones obvias. Entonces, ¿para qué seguir erogando fondos en un organismo inútil? Tiremos a pérdidas toda la inversión que ha hecho la nación en esa persona que le ha servido lealmente a la patria y dejemos a su albedrío la decisión de quedarse en el país parasitando o irse al exterior a explorar nuevos horizontes. ¡Triste destino esa disyuntiva!
Como conclusión de lo que he expuesto, quiero instar a la reflexión a mis colegas oficiales activos y retirados, para que ponderen la conveniencia o no de tirar al cesto de la basura todo un entramado institucional diseñado para complementar los vacíos legales, sociales, económicos y sicológicos que intrínsecamente genera la complejidad de nuestra profesión militar, por motivos fútiles como pueden ser la carencia de recursos o una pretendida hostilidad doctrinaria. Queda en nuestras conciencias como gremio, propugnar por una decisión que verdaderamente favorezca a nuestra Fuerza Armada. 

Cnel. (Av) Alberto González Amaré. EAM 1959. 


Alberto González Amaré / 1er CEO en AGAT Consulting LLC. IESA  AGAT Consulting LLC. Sant Cugat del Vallés, Cataluña, España. Fuente:  LINKEDIN

REMISIÓN: Por bondad, y cortesía de Moises Brunstein.