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sábado, 3 de junio de 2023

Un elefante en una vidriera. Enrique Meléndez. Opinión. Venezuela.

 


Un elefante en una vidriera

Enrique Meléndez

          Este Lula Da Silva que estamos viendo es mucho más decadente, que el anterior, y recuérdese que el anterior pasó por una presidencia, de donde sale con una orden de arresto, y estuvo un par de años en prisión, acusado de corrupción administrativa. Lo digo no sólo por lo que ha señalado que “la supuesta dictadura de Nicolás Maduro es una narrativa mal construida”; que me lleva a pensar mal en términos económicos, es decir, qué andará buscando este tercio por ahí; sino, además, porque se ha venido a plegar al llamado eje del mal, que lo encabeza Vladimir Putin y tiene como centro de atención en este momento la guerra ruso-ucraniana, frente a la cual este Lula se inclina hacia Putin, y que ha demostrado ser un genocida implacable; razón por la que la Corte Penal Internacional (CPI) lo declaró como tal, y ordenó su detención, teniendo como respuesta por parte de éste una orden de arresto contra el famoso fiscal de la CPI Karim Khan; lo que dio a entender que el tipo se vacila al mundo, dicho a lo criollo; que es la misma política que ha sostenido Maduro, esto es, aliado de Putin.

          De inmediato se entendió esa expresión de Lula, como que le quiere lavar la cara a Maduro, y que le valió un repudio internacional hasta del presidente chileno Gabriel Boric; porque como dijo Felipe González no se debe blanquear lo que no se puede. En primer lugar, Maduro no goza de legitimidad. Fue electo en una forma fraudulenta; aprovechándose de todas las ventajas del caso, desde el punto de vista electoral; ha convertido los poderes públicos en organismos de terror; ha propiciado la fuga de casi 7 millones de venezolanos, huyéndole al hambre y a la miseria, a consecuencia de unas políticas económicas erráticas, que ha aplicado con toda la ignorancia del caso, desde que asumió el poder; alberga en sus mazmorras más de 200 presos políticos; algunos de los cuales han muerto por efecto de las torturas, que se les aplica, o por enfermedades desatendidas. Pero, además, la CPI también está a punto de declararle la categoría de genocida, a partir de las denuncias, que se han introducido en dicha instancia internacional por parte de las que han sido víctimas de sus cuerpos represivos, en ese sentido. La banalización del mal: he allí lo que persigue Lula. Lo mismo actúa con Putin; lo mismo actúa con Xi Jimping; lo que no se explica en una persona, que gobernó en forma democrática, pues si algo caracteriza el tipo de régimen, que encabeza esta gente, es que son totalitarismos, que tienen la misma factura del comunismo, del nazismo, del fascismo; cuya ideología la constituye la adoración al caudillo; pues Putin no deja de ser un zar; lo mismo que Xi Jimping, un emperador que quiere, incluso, anexar a la China a Taiwán a la fuerza; así como Putin pretende anexar a Rusia a la fuerza a Ucrania.

          Pero es que, además, a la manera del Quijote, Putin quiere volver a lo que fue la época de la Unión Soviética, y como tal comenzaría por anexarse a Ucrania, luego a Georgia, luego a los países bálticos y así sucesivamente, si es que lo dejan; que, al parecer, lo contrario; lo pararon; sobre todo, porque se vino a demostrar que la tecnología rusa es obsoleta; lo mismo que la estrategia, para llevar a cabo los objetivos, no le funcionó; tiene, además, una oposición interna que hace poco logró penetrar la seguridad del Kremlin, y con unos drones disparar contra el palacio de gobierno; es decir, detrás de Putin está también su deseo de imponer un modelo de gobierno de carácter dictatorial e ir contra los procesos de democratización, que se llevan a cabo en el mundo entero, y para lo cual cuenta con aliados, como Maduro, que se ha cuadrado con el susodicho en esta guerra, y uno nuevo que se llama Lula Da Silva.

          Lula promete incorporar a Venezuela en el famoso grupo de los Bric (Brasil, Rusia, India y China), esto es, las nuevas potencias emergentes; el hecho es que aquí habría que preguntarse a la venezolana: ¿con qué culo se sienta la cucaracha? Obsérvese, Rusia está allí porque es una potencia nuclear y una potencia petrolera; pero su PIB no pasa de igualarse al de España. Me imagino que cuando Lula le dice estas cosas a Maduro, éste se sopla de lo más orgulloso. Creo que hasta la hora de su muerte Chávez pregonaba que Venezuela iba a ser una potencia. Por supuesto, son carantoñas que le hace Lula; para sacarle, por ejemplo, un suministro eléctrico, que se acaba de anunciar, con motivo de la visita de Maduro a Brasil, donde se entrevistó con el tercio; aun cuando fue muy repudiado: un elefante metido en una vidriera, y que se constató en el hecho, de que uno de sus guardaespaldas agredió a una de las periodistas, que cubrían los respetivos actos oficiales en el marco de dicha visita; además de las manifestaciones públicas de algunos voceros relevantes.

          Ahora, ¿por qué quiere Lula que Venezuela entre al Bric? Para crear una nueva moneda, capaz de competir con el dólar, como referente monetario; lo que traduce en el fondo, intentar quebrar la primera economía del mundo; lo que no deja de ser también, como en el caso de Putin, un objetivo tercermundista: una mesa donde están sentados esos cuatro comensales, arriba nombrados, y unos mirones, que son Bielorrusia, Corea del Norte, Arabia Saudita; parte de la Liga Arabe, que ahora acaba de reincorporar a Siria, a la que había expulsado años atrás, Turquía, Irán, Cuba, y que como en el caso de Rusia no son sino países monoproductores; muchos de ellos dependientes de la economía de los EEUU. Por supuesto, esto conforma una nueva geopolítica mundial; sólo que en términos de ciencia, tecnología y, sobre todo, armamento, como se acaba de demostrar en esta guerra ruso-ucraniana, todavía los EEUU conservan la hegemonía. No hay que pasar por alto que durante la segunda mitad del siglo XX no dejaron de formarse agrupaciones internacionales, como la de los Países No Alineados, que al final no tuvieron mucha relevancia en las circunstancias del momento. Ahora: ¿podrá nuestra economía adoptar dicha moneda?