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sábado, 15 de julio de 2023

EL BIENAMADO DE RUSIA. Por: Nelson Vielma. Historia. Francisco de Miranda. Venezuela. Mundo.

EL BIENAMADO DE RUSIA
Por: Nelson Vielma.

Son muy escasos los venezolanos que conocen la larga trayectoria que en tres continentes protagonizó Sebastián Francisco de Miranda  Ravelo Rodríguez.

La mayoría de nuestros compatriotas apenas conocen de su expedición en 1806 y los nefastos sucesos de 1812 en nuestra patria, desconociendo sus proezas y hazañas en otras latitudes.

Sin embargo este venezolano ejemplar  participo relevantemente en las tres grandes revoluciones de la época que le toco vivir.

Francisco de Miranda además de su idioma natal, también hablaba fluidamente el inglés y el francés además que estaba asimilando con tesón el griego, el latín y el ruso, fue crítico de arte, geólogo, matemático, medio alquimista, físico, geógrafo, botánico y músico. Alcanzo importancia y notabilidad en las cortes europeas, ejemplo de ello lo encontramos en su estadía en Rusia.

La Rusia imperial, se desvive por nuestro futuro Generalísimo.

En 1786, Miranda viajo a Rusia provisto de un pasaporte que le dio el Ministro de Austria en Constantinopla, al cual complemento con un título autoimpuesto de "Conde de Miranda".

Es de imaginar que él pensaba, que para ser Conde lo que hacía falta era parecerlo y a él le sobraban la prestancia, títulos, educación y buen gusto, además Miranda sabía que jamás un hijo de la América española había ingresado en esos círculos sociales, donde él era figura relevante.

Con una gran preparación intelectual llegó a Rusia, pasó unas semanas en una casa a orillas del río Dnieper y luego prosiguió viaje a Kherson.

De esta manera lo encontraremos el 31 de diciembre,  visitando la mansión del conquistador de la península de Crimea, Gregorio Potemkin, quien esta convertido en Príncipe de Táuride.

Potemkin impresionado por la serenidad y los conocimientos de aquel venezolano le invito a Kiev y lo presento personalmente a la Zarina, que estaba en una gira triunfal por la región meridional de su imperio.

La admiración de la Zarina Catalina II.

En enero de 1787, con 36 años de edad, en compañía Potemkin atravesó las estepas rusas y estuvo en Inkerman y Sebastopol.

En Kiev conoce a "La Gran Catalina II", que contaba 58 años de edad. La Zarina, quedó extrañamente subyugada con aquel avasallante personaje y le invitó a su mesa, donde se habló largamente sobre la América española y sobre la Inquisición.

En el alojamiento de la condesa Branicki, la Zarina interrogó a Miranda sobre muchos temas, el venezolano le expreso que se proponía hacer el largo viaje hasta Moscú, ella le contestó que no permitiría que se ausentara de Kiev en esa estación, porque se consideraba peligroso el cruce de los ríos.

Fue entonces cuando Miranda escribió en su diario: 
"este acto de su buen corazón, hizo tanta impresión en el mío, de terneza y agradecimiento, que no podré olvidarlo jamás".

Con motivo de otra recepción él volvió a conversar con ella y escribió en su diario:

"Me preguntó Su Majestad, varias cosas durante el juego, a cerca de nuestra América, de los jesuitas, de las Lenguas, de los Naturales del país y me dijo como la Corte de Madrid le había negado estas noticias, diciendo que era secreto del estado, para formar un Diccionario que quería publicar de todas las Lenguas conocidas".

La Emperatriz le interrogó también sobre las antigüedades de Grecia e Italia. De aquí descendimos al estado de las artes en España, célebres pinturas que debía haber en los Palacios del Rey, Autos de Fe, y la antigüedad de Granada…¨ Miranda tomó nota: "….la bondad de su Corazón, humanidad, instrucción y nobles sentimientos de su espíritu….¨

Sin duda que el venezolano se había ganado el corazón de la Emperatriz, porque todos en la corte observaron el enorme favor que le dispensaba en todo la caprichosa soberana. En su diario también apunta que el conde de Ségur juzgó halagüeña su recepción y le calificó de "gran Cortesano".

En el libro de William Spence Robertson sobre Miranda, se lee lo siguiente: "Poco después de regresar Miranda a Kiev, advirtió que Catalina II, le miraba con no poco favor.

Su chambelán le sugirió que no regresara nunca a las posesiones españolas y que se quedara en Rusia".

Después de referirse a una partida de "whist" que jugó mientras estaba en el alojamiento del Conde de Branicki, Miranda expresa lo siguiente en su diario: "Mamonov me hizo sentar junto á el con mil cariños…. Y concluido el juego me llamó a parte, y dijo que la emperatriz, le había encargado me significase que quería que yo me quedase con ellos, pues temía que en mi País no me trataran bien … yo le respondí que nadie seguramente que amaba más á la emperatriz que yo, ni era más sensible a su Real bondad; más que me hallaba en tales circunstancias en el día, que hacían la Cosa casi imposible….que finalmente yo se la comunicaría bajo inviolable secreto, para que informase á Su Majestad y que haría lo que a ella le pareciese justo…"

El temor a la persecución española.

El príncipe Potemkin informó a Miranda que cuando la emperatriz se enteró que podría ser víctima de la Inquisición si regresaba a su tierra natal, "habló de su persona con ternura de madre".

Aunque los propósitos que acariciaba Miranda con respecto a la América española le impulsaron a declinar un ofrecimiento tentador de entrar al servicio de Rusia, el Conde Mamonov le informó que "su imperial ama le daría su protección en todas partes del mundo".

Miranda sugirió entonces, que para estimular la realización de su obra, le vendría muy bien a fin de emplearla en caso de necesidad, una letra de crédito de 10.000 rublos.

Parece que, audazmente, esbozó sus ideas revolucionarias a la zarina. En un artículo que ayudó a redactar para la prensa muchos años después, declaró haber revelado sus ideas sobre su tierra natal a Catalina II, la cual, según dicen, manifestó el más vivo interés por la realización de su proyecto y le aseguró, en caso de que triunfara, que sería la primera en apoyar la independencia de la América del Sur.

Normandes, el ministro de España en Rusia, escribió a Madrid y declaró que Miranda gozaba de alto favor ante Potemkin y la emperatriz, más que cualquier otro forastero que se encontrase en la corte rusa.

En su diario, alega Miranda que en cierta oportunidad, mientras Catalina se dirigía a misa, le dijo en voz baja que le protegería contra las intrigas españolas.

A principios de agosto, escribió que Mecanaz había ya repetido su pedido de que se le entregara a España, pero Bezborodko le había dado la misma respuesta que en julio, es decir, que "Su Majestad, me había acordado su protección y la estima que le profesaba era personal, y no por rangos, ni títulos…"

Miranda escribe en su diario "la emperatriz esta mañana le había ordenado que me diese Cartas muy expresivas, y de fuerte recomendación, para todos sus Ministros en países extranjeros que me protegieran, prestasen auxilio en su nombre  y que si yo hubiese de necesitar alguna cosa más que le avisase, si volvía aquí seria siempre muy bien recibido y que si pensara venir a establecerme en Rusia, que me daría un acomodo ventajoso con sumo gusto."

El conde de Bezborodko le informó a Miranda por esta época que estaba convencido del cariño que le tenía la Zarina, de su celo y que estaba dispuesta a recibirlo en cualquier momento que él lo considerase conveniente, Su Majestad Imperial autorizaba a Miranda a vestir el uniforme de sus ejércitos, y proveyó de una carta circular a los ministros de Rusia en Viena, París, Londres, La Haya, Copenhague, Estocolmo, Berlín y Nápoles, en que les ordenaba en caso de necesidad, prestar la imperial ayuda y protección al portador.

También se le confió una carta secreta del conde de Bezborodko a los ministros Rusos de Berlín, Nápoles y Viena, que dice lo siguiente: "El conde Miranda, coronel al servicio de Su Majestad católica, habiendo llegado a Kiev durante la estada de la emperatriz en ésa, tuvo el honor de ser presentado a Su Majestad Imperial y de conciliarse por sus méritos y cualidades distinguidas – y entre otras cosas por los conocimientos que ha adquirido por sus viajes en los distintos continentes del globo- el sufragio de nuestra Augusta Soberana.

Continúan las recomendaciones de Catalina II hacia Miranda, por medio de Bezborodko:

"Su Majestad Imperial, queriendo dar al Sr. Miranda una prueba señalada de su estima y del interés particular que por él se toma, ordena a V.E., cuando reciba la presenta carta de mi parte, tributar a este oficial una acogida conforme al aprecio que Ella misma tiene por su persona, testimoniarle todos los cuidados y todas las atenciones posibles, acordándole su asistencia y protección cada vez que la necesite y quiera él mismo recurrir a ella, y, finalmente, ofrecerla cuando venga el caso, su propia casa como asilo"

"La Emperatriz al recomendar a Vd., Señor, este Coronel, de un modo tan distinguido, ha querido demostrar hasta qué punto siente cariño por el mérito, dondequiera lo encuentre y que en un título infalible, ante ella, para poder aspirar la preferencia a sus bondades y su alta protección, consiste en poseer tantos méritos como el Sr. Conde de Miranda."

Después de llegar a San Petersburgo el Ministro español Normandes, las intrigas contra el "criminal de estado", como se catalogaba a Francisco de Miranda, parecen haber declinado.

En un despacho fechado el 9 de agosto de 1787, el conde Cobentzel informó a Viena que Miranda vivía en la intimidad de los diplomáticos extranjeros, así como de la Corte rusa.

De esta manera se expresaba Cobentzel: "Es un hombre de temperamento grosero y vastos conocimientos, que habla muy libremente de todo, pero denuncia particularmente a la Inquisición, al gobierno de España, al Rey y al Príncipe de Asturias. Hace muchas alusiones ofensivas a la ignorancia española."

Preparando desde Rusia la Libertad.

El Conde Bezborodko, aconsejó alerto a Miranda de los españoles y le envió una letra de crédito sobre el banquero inglés de la Zarina, por valor de dos mil ducados. Además se le concedió el derecho de llevar el uniforme de Coronel de un Regimiento.

En vísperas de su partida de la capital, Miranda dirigió una carta muy diplomática a la zarina; agradecía las numerosas gentilezas que había tenido con él y le declaraba serle profundamente adicto, agregando que "Únicamente un grande y tan interesante objeto como el que me ocupa actualmente, sería capaz de hacerme diferir el grato y dulce placer de poder por mis servicios satisfacer en parte lo que debo a la benevolencia de V.M. y de compartir con sus súbditos las ventajas preciosas e inestimables que la Sociedad goza bajo su ilustre y glorioso reinado".

Decíale además que la "Carta de Crédito que V.M. ha tenido a bien agregar todavía, será juiciosamente empleada."

El dilema que se había planteado a los Ministros Imperiales fue certeramente pintado por el Conde de Segur: "No se atreven a hablar contra el viajero a la Emperatriz, que lo protege y persiste en la creencia de que es inocente y oprimido".

Otros puntos de vista sobre la estadía de Miranda en Rusia se encuentran en una carta del sabio Doctor Guthrie, cirujano inglés que estaba al servicio de la Emperatriz, al Doctor Duncan de Edimburgo:

"Permítame presentarle a un viajero sumamente liberal e ilustrado, de la parte del globo que Vd. Menos esperaría: a un noble mexicano que, a pesar de todas las góticas barreras impuestas al conocimiento que puede inventar el Santo Tribunal, ha encontrado medios secretos de adquirirlo, y ahora viaja para instruirse más. También, es difícil descubrir en que rama de la cultura antigua o moderna puede ser incompetente.

El conde de Miranda se propone poner término en Edimburgo, a su gira por Europa, las Américas del Norte y del Sur y una parte de África, y creo que pocos han aprovechado tanto sus viajes…

Vino al Imperio, vía Kherson, desde Constantinopla, y después de visitar la Crimea con el príncipe Potemkin, nuestro primer ministro, acompañó a la Emperatriz en su famoso viaje. Esta inteligente dama pronto distinguió al Conde entre el amplio grupo de nobles extranjeros que ha acudido a Kiev por el placer de verla, y las señaladas distinciones de que le hizo objeto honran igualmente a ambos…contesta al historiador, al filósofo o al naturalista todas las preguntas que pueden arrojar luz sobre sus respectivas investigaciones.

Esto ha llamado la atención, incluso a las testas coronadas, en el mismo sentido porque nuestra Gran Señora ha estado bromeando con el acerca de las llamas de la Inquisición y aun le ha invitado a quedarse en Rusia, honor que rara vez se confiere a un oficial, por distinguido que sea".

Nunca hubo un venezolano más universal, fue realmente gloria del mundo y de todos los revolucionarios del planeta. 

IMAGEN SUPERIOR: Por cortesía de Biografías y Vidas