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lunes, 17 de junio de 2024

La realidad es María Corina. Por: Enrique Meléndez. Opinión. Venezuela.

FOTO: Imagen por cortesía de Monitoreamos 
La realidad es María Corina.
Enrique Meléndez.
Cuando Luis Vicente León dice que había más gente en la calle durante la época de la campaña de Henrique Capriles, que ahora en la época de María Corina Machado, días épicos que está librando esta señora, me hace recordar la salida de un profesor de filosofía, entonces yo estudiaba esta carrera en la UCV, a propósito de la pregunta de una alumna, en la que le decía que había leído, que Platón negaba la realidad.
-Mire, -le respondió el profesor-, esa es una enfermedad, de la que sufre esta familia.
Es decir, toda realidad es relativa; depende de donde se mire y, además, con qué intenciones. Pero nuestra opinión pública ya está muy avisada, con respecto a la narrativa, a la que suele apelar esta gente, para preparar un terreno, a propósito de un escenario falso, que se va a traer a colación, y así que esas consideraciones, que expresa el señor León, acerca de la desventaja en números, en cuanto a multitud se refiere, que se le ve seguir a la señora Machado, con respecto a los números de Capriles, de inmediato se interpretaron, que lo más probable, es que a continuación éste se presente con los datos de una encuesta, en la que Nicolás Maduro está muy por encima de Edmundo González Urrutia y así, al final, justificar el megafraude, que se presume que prepara esta gente. Es por esto que se dice, que en Venezuela algunas firmas encuestadoras, no son sino agencias de propaganda del mejor postor, en materia de candidaturas. Así le ha matado el gallo, González Urrutia, del famoso acuerdo que propone Maduro, de comprometerse a reconocer los resultados, que anuncie el CNE la noche del próximo 28 de julio, y el que oculta segundas intenciones:
-Si los primeros que desconocen los acuerdos son ellos.
La circunstancia es que ya, como la propia señora Machado lo ha reconocido, su liderazgo ha trascendido lo político, para ir a lo telúrico, que es lo que explica, que un viaje a Ciudad Bolívar, para ir a un mitin, signifique no sólo ese mitin, sino una parada en Anaco, otra en Cantaura, por donde va pasando en su viaje hacia el sur en su camioneta; aparte de ser también detenida en los poblados, que existen al lado de las carreteras, y entonces aprovecha la gente, para tomarse selfies con ella; decirle que le rezan mucho, abrazarla, darle besos. Lo lleva a uno al escenario de la vuelta ciclística a Venezuela, que también hace salir a la gente, que vive a la orilla de las carreteras, para ver pasar el pelotón; algo que no se observaba, para volver al señor León, en la campaña electoral de Capriles. Claro, una figura masculina genera pudor, para este tipo de contacto, que llega al abrazo más íntimo con un beso, como sucede con la señora Machado, cuando se liga con la gente en estos menesteres. El hecho es que, por ejemplo, Capriles no hacía llorar a hombres, como sucedió con un señor en esta reciente gira suya por el oriente del país, que lo vimos por las redes sociales, quien se bajó de su automóvil, y se vino en llano frente a la camioneta de la señora Machado, implorando por el regreso de sus hijos, como ella lo promete; lo que se demuestra que ya aquí lo político no entra, sino lo familiar, es decir, la familia venezolana está vulnerada, está atomizada, lo que se expresa en las lágrimas de ese señor. Hay que verle la cara a ocho millones de compatriotas, que conforman nuestra diáspora en el extranjero, que han huido de este infierno, donde no se vive, sino que se sobrevive, y en el que se manejan escenarios falsos, como el que nos presenta el señor León, como preparativos de jugadas siniestras, que vienen a continuación. Aunque como dijo, recientemente, la dirigente de Primero Justicia, María Beatriz Martínez en un programa de televisión: los venezolanos dejamos de ser pendejos desde hace mucho tiempo.
Capriles andaba libre y de su cuenta por todo el país; la señora Machado es víctima de la soberbia de un Diosdado Cabello; que, como carácter diabólico, se le devuelven esos empeños de salirle al paso a su actividad proselitista, y entonces lo dejan mal parado todas sus jugadas de abuso fuerza; porque eso termina amotinando más al pueblo a favor de la señora Machado. Mandó a cerrar el puente Angostura, para no dejarla pasar a Ciudad Bolívar. Se bajó de la camioneta, se acercó al funcionario, que la retenía, y entonces ella le preguntó que en qué artículo de la Constitución estaba establecido, que a una persona se le restringa el libre tránsito; por lo que el funcionario tuvo que abrirle puerta franca. Lo que me hizo recordar a Napoleón Bonaparte y su llegada a Francia, luego de su cautiverio en la isla de Elba, de donde se fuga, y a medida en que se adentra en territorio galo todo el mundo se le rinde; siendo por lo demás una dama, y quien hace recordar también a la famosa Juana de Arco; una gran independentista en su época, a propósito de sus luchas contra la invasión inglesa en Francia, y de allí que se hable en su caso también de una libertadora. Entre sus delirios Chávez hablaba de una "segunda independencia", y que lo que hizo fue transformarnos en una colonia de Cuba y, por ende, de Rusia, y es esa independencia, a la que se refiere el venezolano común.
¿Será que el impacto cercano de la derrota hace más errático que nunca el régimen de Maduro? Yo incluso lo tomé como una muestra de impotencia, ver a un sujeto, montado en la ventanilla de un carro, filmando una multitudinaria marcha de la señora Machado, que va en sentido contrario, al que lleva su destino, y achacársela a Maduro; porque, por lo demás, a las concentraciones del susodicho nadie va; pues ni los trabajadores de la administración pública le hacen caso a los chantajes y amenazas, ya que el miedo se ha perdido en el medio venezolano, y entonces lo que hacen es videos con montajes de escenarios de las concentraciones de Maduro; donde se ven multitudes de personas, que no estuvieron presentes allí, como lo demuestran otros videos, que sí dicen la verdad, en cuanto a la asistencia, "realidades" que nos vende el señor León.

ENRIQUE MELENDEZ