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domingo, 11 de agosto de 2024

Picaresca electoral. Por: Enrique Meléndez. Venezuela.

Picaresca electoral.
Enrique Meléndez.
"De cualquier malla sale un ratón", reza la canción de Cheo Feliciano: ¿malla o maña? Por supuesto, ellos deben estar celebrando a lo grande la hazaña: se vacilaron a esos gringos de "merde"; no cumplieron con ninguno de los Acuerdos de Barbados: mientras que el gobierno de Biden le entregó la joya de la corona: Alex Saab. A continuación fue víctima de toda clase de atropellos María Corina Machado por parte, sobre todo, de Diosdado Cabello, así como Edmundo González Urrutia, en especial, a lo largo de la campaña electoral; donde se puso de manifiesto el descontento, que siente la gente, a propósito de la vida miserable, que llevamos; unido a la emoción, que despertaba el liderazgo de la señora Machado. Fueron días de gloria; de exaltación del espíritu venezolanista, que se manifestaba en las concentraciones, que realizaba la señora Machado y González Urrutia por toda la geografía nacional.
Entonces el oficialismo, hablaba de que "el pobre embajador" casi andaba, que lo tenían traqueado hasta los tequeteques; aparecía éste en un fotomontaje sentado en una silla de hospital, al lado de su esposa, sostenida sus piernas por una cinta negra frente a una concentración. Fue feroz esta gente. Se le salió lo grosero del venezolano. No se olvide que estamos ante un pueblo, que en la época de nuestra guerra de independencia se apostó por la crueldad; lo que originó el famoso Decreto de Guerra a Muerte. Es decir, una sociedad de muy bajos instintos, como se acaba de demostrar, con este arrebatón, que nos acaban de propinar; donde lo que prevalece es el cinismo, la arrogancia, la soberbia, la represión. Nicolás Maduro prometió que el 29 de julio iba a convocar a un gran diálogo nacional, y lo que ha hecho es sembrar odio en el medio venezolano. Ya va una veintena de muertos desde el pasado 29 de julio, cuando el pueblo salió a las calles a reclamar su victoria, y en las protestas se infiltraron malandrines, al servicio del aparato represivo del régimen, que vinieron a vandalizar los hechos, para dar origen a esta brutal represión; donde se registra, además de muertos y heridos, cerca de dos mil presos que, como dijo Maduro, van a las cárceles de Tocorón y Tocuyito. Ha trascendido que en las detenciones hay torturas y violaciones a diario. ¿Dónde está tu fe de cristiano Maduro, que no asomas por ninguna parte un espíritu misericordioso, que fue lo que vino a predicar Jesús al mundo? Se jacta de llevar a esta gente a la cárcel, acusada de terrorismo, a propósito de la Ley contra el Odio, que es a la que está apelando con dicho delito; cuando se trata de personas, que salieron a las calles a protestar en forma pacífica.
Por supuesto, se ha demostrado que cuando la bestia está herida, es cuando más acecha; porque se sabe vencida, y no ha tenido más que apelar a la filosofía de Jalisco: si no gano, arrebato. Bien lo dijo Maduro: aquí gano yo por las buenas o por las malas. Schiller escribió una bella obra, que tituló Cartas Estéticas: allí hacía ver lo sublime que le quedaba al hombre su realización en el constructo de un Estado de justicia, libertad y paz. Así como el artista plasmaba en su objeto artístico un concepto de belleza; el actor político lo plasmaba en su sociedad, y esto comienza por el tamaño de su honradez.  Obsérvese el caso de Rómulo Betancourt: en 1945 él admite encabezar una junta de gobierno, salida de un golpe militar, a condición de que su gobierno sea de una transición, mientras que una Asamblea Constituyente elabora una nueva Constitución; que permitirá la realización de unas elecciones libres y universales, y de donde saldrá electo Rómulo Gallegos, a quien Betancourt le transfiere el poder. He allí la consumación de un Estado de justicia, paz y libertad. ¿Qué se cayó producto de la insurgencia de Marcos Pérez Jiménez en su tiempo y Hugo Chávez en el nuestro? El profesor Héctor Valecillos viene de publicar una obra con el título de Auge y Caída de la Democracia: 1958 – 1998; donde demuestra que, con motivo de esta situación, la historia le viene dando la razón a Laureano Vallenilla Lanz, cuando decía que nuestra sociedad tiene períodos de agregación y períodos de desagregación. Hoy en día no hay estado de derecho, vivimos en libertad condicional y con un terrorismo de Estado; cuya consecuencia ha sido, precisamente, la atomización de la familia venezolana: ocho millones de compatriotas en el exterior.
Por lo demás, hay mucha depresión en nuestro medio; sobre todo, porque ese coctel de descontento y emoción generó una gran esperanza en el pueblo venezolano, tanto más que la gran bandera de la señora Machado la constituye la reintegración de dicha familia; que es lo que más afecta a nuestro medio; tomando en cuenta que ocho millones de compatriotas se han sumado a nuestra diáspora; un 70% de los cuales está dispuesto a regresar. No está demás recordar las escenas, que llegaban por las redes sociales de personas que abordaban a la señora Machado, y le hablaban de la desolación, que sentían por la partida de sus hijos o de sus madres. Es decir, se siente una gran frustración, porque no pudimos bajar el reino de los cielos a la tierra, a la cabeza de González Urrutia; que significa retomar la marcha por los caminos del progreso, como veníamos durante los gobiernos de la República civil, mal que bien, el regreso de nuestros familiares y amigos; pero no, porque repetimos los errores, que se cometieron en el pasado, y que atornillaban en cada uno de esos pelones más la hegemonía chavomadurista, sino porque esta gente prefiere la barbarie. Total, ellos se mantienen en la mentira, como una política de Estado; mientras Maduro se regodea de un supuesto crecimiento económico. En todos los noticieros del mundo se pregona; porque resulta una paradoja insólita, que en uno de los países más ricos de su órbita, el salario mínimo apenas alcanza los tres dólares. ¿De cualquier maña sale un ratón? Así como somos un pueblo de bajos instintos, somos un pueblo que heredó de los hispanos una picaresca, que tiende al saqueo o al arrebato.