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domingo, 8 de septiembre de 2024

En el país de la barbarie. Por: Enrique Meléndez. Opinión

En el país de la barbarie

Enrique Meléndez

Si de verdad Nicolás Maduro y su equipo de gobierno repararan, en las acciones, que están llevando a cabo en estos momentos, percibirían que no se corresponden con una conciencia racional. Sobre todo, esa ola represiva, que han desatado, y que la han acentuado en los últimos días; despechado el susodicho, como se encuentra, porque comprobó que el pueblo no lo quiere. La ventaja, con la que pierde, es para pasar a la reserva en la política. Incluso, lo que le dice a uno la intuición, es que se siente de sobra en esos escenarios, donde se mueve, por la cara de fatiga que pone algunas veces; hay quien lo nota más envejecido desde el pasado 29 de julio a esta parte; con unas ojeras, que delatan que no duerme; de modo que  quisiera perderse con su Cilita hasta el fin del mundo, a disfrutar de su fortuna, que los hackers rastreadores de cuentas bancarias han venido detectando en los llamados paraísos fiscales; sólo que no se atreve a hacerlo, porque las mafias no se lo permiten. De hecho, el fraude fue incitado en estos sectores; porque hay mucho que perder; desde la guerrilla colombiana, los círculos que explotan el oro en el Arco Minero, el Cártel de “Los Soles”, Diosdado Cabello, los hermanos Rodríguez, Vladimir Padrino López. Ahora, ellos temen más perder los privilegios, que ostentan, que caer presos, y por eso se las juegan, hasta echarse al mundo entero. Obsérvese el avión, que le acaban de incautar a Maduro: un avión de lujo; como dijo un vocero del gobierno de EEUU: mientras el pueblo pasa hambre; lo que se conoce como una Nomenclatura: un régimen rico frente a un pueblo pobre. Decía Hegel, que el ser humano deja de ser un animal, al darse cuenta, de que es un animal. Aquí observamos que el bárbaro deja de ser bárbaro, al darse cuenta de que actúa bajo los instintos más naturales; de lo que está muy lejos Nicolás Maduro, quien menosprecia a la sociedad, valiéndose de un terrorismo de Estado.

No entra dentro de los esquemas de la racionalidad, imponerle cargos judiciales a Edmundo González Urrutia, por haber ganado las elecciones. La sociedad venezolana está sorprendida. Porque lo citan al Ministerio Público para que declare, a propósito de unos delitos, que no ha cometido: usurpación de funciones, forjamiento de documentos del Estado, incitación al odio. “Han perdido toda noción de la realidad –dice María Corina Machado-. Amenazando al presidente electo, sólo logran cohesionarnos más, y aumentar el apoyo de los venezolanos y el mundo a Edmundo”.  Nadie lo ha visto proclamarse presidente electo; como sí lo hizo Maduro, y quien hasta ahora no ha comprobado su triunfo electoral. Nadie le creyó esa opereta, que montó con actores demasiado acartonados, para que el TSJ le avalara el fraude; porque todo el mundo sabe que aquí no hay autonomía de poderes; pero, además, como se dijo, esa no era competencia de esta instancia judicial.  ¿Quién es el que usurpa funciones? Además, jactarse de que ha preparado unos recintos carcelarios, para los dos mil presos, que han detenido desde el 29 de julio a esta parte: ¡Misericordia. Por Dios! Una persona que aseguró que, una vez que ganara la presidencia, al día siguiente iba a convocar a un gran diálogo nacional: más de cien adolescentes presos; más de doscientas mujeres presas y, encima, maltratadas, para no decir otra cosa; casos de torturas físicas, para obligar a la gente, a que acuse a González Urrutia de propiciar los amotinamientos, que se sucedieron una vez consumado el fraude electoral. Esa ha sido una llaga en la que le han dado duro a Maduro; lo que ha llevado a que le hayan dado libertad a 87 adolescentes y a más de 100 mujeres. Se queda una resaca, que constituye una especie de renta; a la que están torturando y violando, y la renta consiste en que queda exenta del castigo, si le paga una porción en dólares al verdugo; de acuerdo a lo que ha trascendido; porque una de las aberraciones, en las que han caído nuestros cuerpos policiales es en el flagelo del matraqueo. Téngase en cuenta que los motines, que implicaron hasta la quema de locales oficiales o sedes del PSUV fueron propiciados por los círculos de terror del régimen en su mayor parte, precisamente, con la finalidad de terminar achacándole la culpa a González Urrutia. He allí una de las estrategias del fascismo: promover vandalismo, para echarle la culpa al enemigo.

Por supuesto, así como ha causado un gran asombro en la sociedad venezolana esta ventolera del régimen, a propósito de esta acción judicial contra González Urrutia, que anda de casa en casa, protegiéndose de los esbirros, que lo rastrean, también lo ha causado en el ámbito internacional, lo que ha motivado una reacción de rechazo; sobre todo, porque la figura de González Urrutia, con motivo de sus méritos, su trayectoria profesional de diplomático mueve a respeto, y de allí una ola de crispación generalizada en el mundo entero. De rapacidades primitivas, hablaba en estos casos Andrés Bello; pues, a su juicio, aun cuando la libertad y la justicia imponían cada vez más su imperio, los prejuicios raciales y sociales no dejaban de manifestarse al bárbaro que mora en nosotros. Todo el mundo sabe, que lo que busca el gobierno es presionar a González Urrutia, para que se vaya del país; cuyo vacío, en consecuencia, conduciría a la sociedad a un estado de abulia; no obstante, este señor se ha hecho presente, sobre todo, a través de unos mensajes sosegados, sin preocuparse por responderle al altisonante Tarek William Saab, que lo trata como un delincuente de alta peligrosidad, y que es donde se observa que bajo este régimen se han perdido todos los valores; sobre todo, a raíz del desmoronamiento de las jerarquías académicas; pues uno de los principios de Hugo Chávez consistió en menospreciar la meritocracia y la trayectoria profesional de una persona. Yo no sé si será verdad o no, la especie de que el juez, que emitió la orden de aprehensión contra González Urrutia, ni siquiera es un funcionario activo.

Enrique Meléndez

(X) @emelendezo