PAGINAS Y RECORTES

domingo, 6 de octubre de 2024

La crueldad en nuestra historia. Por: Enrique Melendez. Venezuela

La crueldad en nuestra historia. 
Enrique Melendez

Uno de los aspectos más importantes, que se aprecia en la biografía que Juan Vicente González escribe sobre José Félix Ribas, lo constituye el hecho, de que allí muestra lo que en un principio fue nuestro proceso de Independencia, proclamado con mucho énfasis por Laureano Vallenilla Lanz, de que se trató de una guerra civil. En su génesis lo fue; sobre todo, porque la gente de color miraba con mucho más rencor a nuestra clase mantuana, que a la misma colonial. De allí que haya cobrado mucha fuerza la figura de José Tomás Boves, a quien el propio González califica allí como el primer jefe de la democracia en Venezuela, y lo decía porque asumió aquello que Robespierre, con mucho más elegancia que él, por supuesto, en la Francia de la época del terror, calificaba como el partido de los pobres. Incluso, la reacción de Boves tenía su causa en el hecho, de que los mantuanos de Calabozo lo habían tratado con la misma arrogancia y desdén, al igual que lo hacían con los esclavos o a los blancos de orilla, como el propio Boves; quien resultó ser un estratega nato, sólo que con un género de crueldad, como pocos se conocen en la historia: "la cólera del cielo que fulmina rayos contra la patria", decía de él Bolívar. Es de hacer notar que actuaba solo y de su cuenta, es decir, que se le había ido de las manos a los jefes realistas; al punto de que al momento de su muerte "su gloria militar quedó como un reflejo sangriento: horror de realistas y patriotas" (González), que es lo que hace que el rey Fernando VII lo degrade llamándolo coronel, a propósito de un comentario que se permite, con motivo de su deceso, y lo califique de insubordinado. He allí el problema que se suscita, cuando un presumido se arroga la categoría de la representación del pueblo en su persona. Se trataba de la misma crueldad, que desataba Robespierre en aquella Francia, cuya opinión pública se horrorizaba por el hecho, de que era una verdadera aberración humana, acudir a ver un espectáculo, donde se le cortaba la cabeza a la gente, en una sociedad tan exquisita, influida sobre todo por la cultura versallesca, y de cuya estética se había inspirado nuestro Rubén Darío.
La circunstancia, y aquí es donde está la honradez de su pluma, es que González también muestra allí la otra cara del asunto; sobre todo, ese furor que desató el Decreto de Guerra a Muerte entre los jefes patriotas, además de Ribas, un Juan Bautista Arismendi, de quien dice González que éste había salido de la cárcel "con mucha sed de sangre", y, en ese sentido, cumple al pie de la letra la orden del Libertador de pasar a cuchillo a todos los españoles que en ese año de 1813, fecha de dicho Decreto, están detenidos en el fuerte de La Guaira, es decir, un hombre tan cruel como el otro, sólo que éste ganó la guerra y le tocó escribir la historia. Pero sobre esa tumba de Boves, según González, nació la República, que era la que representaba Arismendi, y quien lo demostró en 1835, al apoyar al "breve reinado del Poder Civil", representado en José María Vargas, y a quien una conjura militar intentó despojar del poder. Ahora, lo que entendía González por democracia, era la llegada de los bárbaros al poder; que era la misma aprensión que mostraba un Aristóteles hacia esta forma de gobierno, en un momento en que en el mundo occidental no se había fraguado el cristianismo, de cuyos monasterios salió la corriente de la Ilustración; producto de una paidea, como la llama el viejo Briceño Guerrero, que se dio en esos claustros, y que aquí en nuestros países de la América hispánica, sólo le llegó a unas élites, de modo que en esa sociedad, donde González escribía estas cosas, el noventa por ciento de la población era analfabeta. Es más, un hombre de la talla de Fermín Toro, consideraba que era dañino para las masas populares enseñarles a leer, puesto que por esta vía se envenenaban con doctrinas anárquicas o comunistas; que venían siendo un fantasma, según Marx, que recorría Europa, para asombro de los principales jerarcas del mundo del capitalismo. Estamos en plena revolución industrial. Por entonces decía González, a propósito del mundo que estaba por venir, que la desaparición del latín, significaba la decadencia de nuestras costumbres; tiempo, según se desprende, en que la cultura grecolatina iba a ser desplazada por la cultura anglosajona, tan imperial como aquella otra, de modo que el latín vino a ser desplazado, a ese respecto, por el inglés.
El hecho es que estamos viendo un regurgitar de esa crueldad, si se toma en cuenta que el actual régimen ha sido considerado como un fenómeno excepcional en términos represivos. No estamos en el momento, en que se cortan las cabezas, pero sí en el tiempo kafkiano: tú caes preso, y después de que estás tras las rejas, entonces te levantan el expediente. Además, te desparecen, y a los muchos días del hecho, entonces es cuando se viene a saber que te han llevado para El Helicoide, el centro de torturas más tenebroso, que se conoce en el continente. Allí está la dirigencia de los principales partidos de oposición, activistas sociales, periodistas. Cerca de dos mil presos políticos, que han sido trasladados a cárceles muy lejos de sus respectivas casas, y lo peor es que Nicolás Maduro se jacta de esta situación. En efecto, son odios ancestrales que se arrastran, producto de un mestizaje, que iba a dar lugar a lo que algunos escritores positivistas conocieron como un continente enfermo.  Al momento de votar por Hugo Chávez en el año 1998, los que lo hicieron, que no fue la gran mayoría, y a quien lo ayudó más bien la alta abstención, y las maniobras, que se vieron obligados a hacer los partidos AD y Copei a última hora, para endosarle los votos de la militancia a la candidatura de Henrique Salas Römer, por lo que aquella militancia se amotinó a favor de Chávez, perdón por la digresión;  se dejaron seducir por la figura del caudillo militar, descontando que se trataba de un teniente coronel, que había violado la Constitución, y que se trataba de un sujeto de una ignorancia delirante: un voto hormonal.

---------- Forwarded message ---------
De: Enrique Melendez O. <melendezo.enrique@yahoo.com>
Date: sáb., 5 de octubre de 2024 10:36 p. m.
Subject: artículo
To: melendezo. enrique <melendezo.enrique@gmail.com>