PAGINAS Y RECORTES

miércoles, 26 de mayo de 2010

El abrazo del Oso // Por: Charito Rojas

Donde hay poca justicia es grave tener razón". Francisco de Quevedo (1580 - 1645), noble, político y escritor del Siglo de Oro de la literatura española.
La economía venezolana registró en el primer trimestre una caída de 5,8%, la mayor desde el año 2003, según el Banco Central de Venezuela. El producto interno bruto (PIB) mostró una contracción de 5% en el sector petrolero, de 6% de la actividad privada y de 27,9% en las inversiones. Algo huele a podrido en Venezuela y el gobierno quiere hacernos creer que no tiene nada que ver en eso.
O sea, este gobierno confisca tierras productivas para convertirlas en peladeros de chivo y él no tiene la culpa de la caída de la producción agrícola nacional. Vayan al Charcote, a los valles de Aragua, a La Marqueseña, a los valles del Turbio, a las más de 3 millones de hectáreas expropiadas y comprueben que siguen sembradas apenas el 9%. Expropian las torrefactoras, los centrales azucareros, los silos, confiscan mercancía en las almacenadoras (por eso se llaman así, caraj), cierran los expendios de alimentos, ponen presos a los carniceros, toman cadenas de supermercados, plantas industriales. Y lógicamente, hay desabastecimiento en todos los rubros confiscados: harinas, aceite, azúcar, café, leche, carne. Ah, pero la culpa no es del gobierno: íes de los burgueses, de las casas de bolsa, de empresas Polar y por supuesto, del Imperio!
El país ha llegado a una situación caótica en que las protestas diarias y cada vez más extendidas a sectores de la población supuestamente afectos a la revolución, muestran su cansancio y decepción ante un estado de cosas exasperante. Ya los pequeños comerciantes han comprendido que el asunto no es sólo con los grandes, que cualquiera cae en las manos voraces del Seniat, del Inti, Indepabis o de la Guardia Nacional. Los propietarios, grandes o pequeños, comienzan a comprender que el propósito de la revolución chavista es extinguir completamente al sector privado y hacer depender toda la economía del poder central, del dedo único. Y esto es lo que asombra de un país tan rebelde como Venezuela: que en once años no haya puesto el "parao" indispensable a esas fauces totalitarias que devoran la democracia, los derechos, la propiedad, las libertades.
El avance del poder del Comandante sobre el sector privado es feroz, contundente y sin miramientos. No hay ley que lo pare, sobre todo cuando los poderes del Estado están comiendo del plato que les sirve quien atrozmente dispone de todos los recursos del país. Aquí no hay Contraloría, no hay Parlamento, no hay justicia que detenga el atropello gubernamental contra la población. Pero por primera vez, ricos y pobres, chavistas, opositores o ni ni, están entendiendo que no les va a quedar hueso sano. Para los oficialistas que han hecho su dinero bien o mal habido, que intentan mejorar su status, que quieren casa, camioneta, whisky 18, buenos colegios y clínicas para su familia, el desbarrancadero de servicios por el que se está yendo el país, aliñado con el discurso de que ser rico es malo, agregando el hecho cierto de que la propiedad privada se esta volviendo sal y agua, lo coloca en un disparadero: apoyar al régimen y a la final perderlo todo o no apoyarlo y salvar su futuro.
Millones de venezolanos están afectados por la destrucción del sistema financiero y productivo. Cuantas personas han perdido su empleo, sus ahorros, su jubilación, por esas vueltas de tuerca del gobierno contra empresas que se creían sólidas. Las ventanas de libertades cada vez son más estrechas. Es casi imposible ahorrar en lo único que representa alguna seguridad, que es la divisa extranjera. Los propietarios de inmuebles están sudando tinta. Ya el Presidente satanizó los alquileres, así que personas que invirtieron sus ahorros en bienes raíces, para retirarse a vivir con el importe que ello le produjera, están desesperados por salir de las propiedades ante el riesgo de expropiación o invasión.
Qué gran decepción para los que han recibido un apartamento o un carro en alguno de los repartos gubernamentales, para después enterarse que sólo tienen el uso de ellos, porque no pueden venderlo, negociarlo, alquilarlo. Es decir, no son dueños de nada. Esta es la propiedad socialista, esa que ofrecen a los obreros cuando los entusiasman para que clamen la expropiación de sus empresas soñando con que van a ser socios de ellas. Pregunten qué tienen hoy en día, pregunten a los accionistas clase B de Sidor si han cobrado un centavo desde que el Gobierno estatizó la empresa en 2008.
Por eso la reacción de los empleados de Empresas Polar ante la avanzada, anunciada desde 2009 y concretada esta semana. Decomisos, multas, inspecciones. Sencillo y puro robo de mercancías almacenadas para su distribución, decomisadas para poder abastecer los pelados Mercal. El negocio de Polar y de todas las grandes empresas es vender, no acaparar y menos aún con la amenaza constante del Indepabis y de cualquier funcionario que a su libre entender crea que el producto de un día de producción en Polar, es acaparamiento. Los empleados de Polar no quieren pasar a engrosar la lista de desempleados por culpa de los desmanes de oficiales. Los empleados de Polar no quieren perder el mejor contrato colectivo de Venezuela, los beneficios que disfrutan sus hijos, el futuro que se les ofrece.
El régimen no entiende -evidentemente está fuera de su capacidad- que los trabajadores de Polar y los de todas las empresas que pretenda expropiar ya han entendido que por malo que sea su jefe, nunca será peor que este gobierno. Pero hay algo aún más importante: los venezolanos ya han comprobado la capacidad de daño y destrucción de esta supuesta revolución, que no es más que un pasticho relleno de ideología barata e ineptitud absoluta.
Empresas Polar es un buque insignia del éxito empresarial en Venezuela, de la gestión productiva y eficiente, de la compenetración obrero-patronal, de la responsabilidad social. Desde 1954 Polar opera en el negocio de alimentos. El fundador, Lorenzo Mendoza Fleury comenzó con detergentes y fue ampliando su radio productivo. Hoy su nieto, Lorenzo Mendoza Giménez preside este emporio industrial con 18 plantas en Venezuela y 3 en Colombia. Tiene una red de distribución con más de 45.000 puntos de venta, casi 1.000 unidades de distribución, 75 depósitos y 27 compañías distribuidoras. Con una capacidad total de producción que alcanza los 2,1 millones de toneladas métricas anuales, Alimentos Polar tiene el más completo portafolio de marcas líderesÖ y está haciendo el inmenso aporte al país de salvarlo del desabastecimiento total. Empresas Polar genera 33.000 empleos directos y más de 200.000 indirectos. Y toda esta gente tiene familia.
Las amenazas del Comandante contra Mendoza resultan ridículas: "Mendoza tienes mucho que perder, cuidadito", dijo en Barquisimeto. Todavía no entiende que Mendoza no es quien pierde, que Mendoza tiene generaciones de industriales comprometidos con Venezuela, que le dan una sólida fortuna. Mendoza si quisiera, podría estar viviendo en Nueva York. O en Suiza. Sin escuchar estupideces ni preocuparse de confiscaciones, robos y saqueos. Pero está aquí, trabajando por su país, porque cree en él como creyeron generaciones anteriores. Mendoza no dice una palabra: quienes hablan son los empleados de Polar, que se han convertido en los mejores abogados de la empresa. El Comandante no entiende que a ellos es que está perjudicando.
No ha captado la seña: la pelea no es con Mendoza: es con un país harto de mentiras, de daños injustificados, de ineficiencia total, de corrupción, de irrespeto. Llegó la hora de una suerte que en lucha libre es definitiva: el abrazo del Oso.
 
Hasta el próximo miércoles
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Fuente:  Diario "NOTITARDE"
26/05/2010     

Remisión: Remy Paternoster